El discurso de Donald Trump en 3 claves

Por Manu Rodríguez y Javier González Olmedo.

El 20 de enero de 2017 pasará a la Historia como el día en el que Donald J. Trump dio el discurso con el que juró su cargo como 45º Presidente de los Estados Unidos de América. Como es costumbre, se realizó 17 días después de la constitución del Congreso y en medio de una gran pompa y boato. Cámara Cívica siguió la inauguración de su mandato desde el evento organizado por Foro USA-Spain y lo comentamos con el hashtag #CañasConTrump. ¿Qué nos pareció?

[bctt tweet=”Normalidad institucional, populismo y conservador en los contenidos: 3 claves del discurso de Trump” username=”camaracivica”]

1. Normalidad institucional en el traspaso de poder

En primer lugar tanto las intervenciones anteriores a Trump, como la del Presidente del Tribunal Supremo como la del propio protagonista pretendían hacer ver que se estaba escenificando un ritual como hace siglos: se hicieron referencias a la esencia de la democracia como “el pacífico y ordenado traspaso de poder” y a que el mismo juramento que iba a jurar vuestro magnate favorito ya lo hicieron los padres fundadores.

La idea del traspaso pacífico de poder le permitió hilar la idea con un elogio a la labor de Barack y Michelle Obama ayudando a la transición. Este gesto de deferencia hacia su antecesor, junto al énfasis en la normalidad democrática le dieron durante unos segundos el perfil de un hombre de Estado, sin embargo…

2. Populista en las formas

“…hoy no solo estamos traspasando el poder de un gobierno a otro ni de un partido a otro, sino que estamos transfiriéndolo de Washington, D.C. al pueblo americano.”

…entramos de cabeza en la retórica populista.

Como ya hemos explicado en alguna ocasión, el populismo es una forma de construir lo político articulando demandas dispersas, creando una frontera contra un enemigo común. En el caso de los populismos xenófobos como Marine Le Pen en Francia o NPD o PEGIDA en Alemania, el enemigo común suele ser la inmigración, el Islam… Sin embargo en este caso el enemigo a señalar ha sido el establishment de Washington. En la retórica populista, este líder carismático viene a quitar el poder a la oligarquía y devolvérselo al pueblo.

“Durante demasiado tiempo, un pequeño grupo de personas en la capital de nuestra nación ha cosechado los frutos del gobierno mientras el pueblo soportaba los costes. Washington prosperaba, pero el pueblo no compartía su riqueza. Los políticos prosperaban, pero el empleo desaparecía y las fábricas cerraban. El aparato se protegía a sí mismo, pero no a los ciudadanos de nuestro país.

Sus victorias no han sido vuestras victorias; sus triunfos no han sido vuestros triunfos; y, aunque había celebraciones en la capital de nuestra nación, había poco que celebrar para las familias que sufrían penalidades en todo el país. Todo eso va a cambiar, a partir de este mismo instante, porque este momento es vuestro momento, os pertenece a vosotros. Pertenece a todos los que se han reunido hoy aquí y a todos los que nos están viendo desde sus hogares.”

El enemigo queda señalado y la frontera Washington-Pueblo queda trazada (sin perjuicio de luego hacer referencia al “terrorismo islámico radical”). ¿Cuáles son las demandas populares que Trump intenta articular?

“Los americanos quieren buenas escuelas para sus hijos, barrios seguros para sus familias y buenos puestos de trabajo para sí mismos.Son las demandas justas y razonables de un pueblo honrado. Pero, para muchos ciudadanos, la realidad es muy diferente: madres e hijos atrapados en la pobreza en nuestros barrios más deprimidos; fábricas herrumbrosas y esparcidas como lápidas funerarias en el paisaje; un sistema educativo lleno de dinero pero que deja a nuestros jóvenes y hermosos alumnos sin conocimientos…”

Podría parecer que a Donald Trump se le ha subido la conciencia de clase igual que el tinte, pero el final de este párrafo nos lleva a la tercera clave:

3. Conservador en los contenidos

“…y la criminalidad, las bandas y las drogas que tantas vidas han robado y tanto potencial han impedido hacer realidad.”

Ahí está. Ley y orden. La esencia del paradigma conservador. Sin embargo en lugar de decir “el rigor de la ley caerá sobre los criminales”, lo viste de una gran humanidad y solidaridad (“tantas vidas han robado…”). A ello cabe añadir las continuas referencias a proteger “nuestras fronteras”, en lugar de proteger las de países extranjeros. Un viraje hacia el estatismo pero sin hacer referencia al famoso muro.

El Destino Manifiesto y el mesianismo estadounidense

“Somos una sola nación, y su sufrimiento es el nuestro. Sus sueños son nuestros sueños; y sus triunfos serán nuestros triunfos. Tenemos un mismo corazón, un hogar y un glorioso destino.”

Un clásico en la teoría política estadounidense, la Doctrina del Destino Manifiesto según la cual Norteamérica tiene una misión para con el mundo. Como decía el predicador protestante John Winthrop, citado por Rafael del Águila: “debemos considerarnos “una ciudad en la colina”, ejemplo para el mundo, pues los ojos de todos los pueblos están pendientes de nosotros”.

“America first” o el rescate de la Doctrina Monroe

Durante la charla posterior al visionado comentábamos una pequeña anáfora que Donald Trump usó para generar atención: “America first, America first”. Tiene ese regusto a la Doctrina Monroe (“América para los americanos”) y la verdad es que no ha sentado nada bien por sus resonancias antisemitas. Todo muy en consonancia con la afirmación de que los USA son una nación protegida tanto por su ejército como por Dios.

“No hay que temer nada, estamos protegidos, y siempre lo estaremos. Estamos protegidos por los grandes hombres y mujeres de nuestras fuerzas armadas y policiales y, sobre todo, estamos protegidos por Dios.”

Patriotismo y el “¿quién te ha dicho a ti que yo quiero que conduzcas por mí?”

No podían faltar las referencia a los principios fundacionales de EEUU y al patriotismo.

“Un nuevo orgullo nacional nos levantará el ánimo, elevará nuestras aspiraciones y cerrará nuestras divisiones. Ya es hora de recordar lo que nuestros soldados nunca olvidan: que, seamos blancos, negros o marrones, todos tenemos la misma sangre roja de los patriotas, todos disfrutamos de las mismas libertades gloriosas y todos honramos la misma gran bandera americana.

No podía estar ausente una de las esencias del liberalismo, la libertad negativa, el derecho a que nadie se inmiscuya en tu esfera de influencia (el Estado no puede entrar en tu casa sin resolución judicial… ni quitarte el derecho a llevar armas): “nadie te dirá lo que tienes que hacer”.

Esto en España también lo hemos vivido…

El colofón de Trump

El discurso acaba de una manera muy potente con la conclusión de todo lo anterior, precedido de un épico conector de atención:

Por eso os digo a todos los estadounidenses, en todas las ciudades próximas y lejanas, pequeñas y grandes, de montaña a montaña y de océano a océano, que oigáis estas palabras:

Nunca volveréis a ser ignorados. Vuestra voz, vuestras esperanzas y vuestros sueños definirán nuestro destino como nación. Y vuestro valor, vuestra bondad y vuestro amor nos guiarán siempre en el camino. Juntos vamos a hacer que América vuelva a ser fuerte. Vamos a hacer que América vuelva a ser rica. Vamos a hacer que América vuelva a estar orgulloso. Vamos a hacer que América vuelva a ser seguro. Y sí, juntos, vamos a hacer que América vuelva a ser grande. Gracias, que Dios os bendiga y que Dios bendiga a América”

El redoble final recupera el problema de la lejanía entre Washington y el pueblo americano, así como el destino manifiesto, para terminar con una anáfora que conecta con la idea que ha llevado a la Casa Blanca a Donald Trump: “Make America great again.”

 

BIBLIOGRAFÍA
-Del Águila, R., “Crítica de las Ideologías”, Taurus, Madrid, 2008.

EXTRA: Como Donald Trump, quizás algún día tengas que dar un discurso ante una multitud. Por si acaso, deberías prepararte. Haz clic AQUÍ.

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