El caos, decía Petyr Baelish, es una escalera. “Muchos intentan subirla y fracasan. Nunca podrán hacerlo de nuevo, la caída los destroza”. Así es la política: almuerzas en una nueva temporada de Juego de Tronos y a las 11:00h nos reíamos con la mueca de extrañeza de Nadia Calviño al no saber quién era Paca la Piraña. Preludio de que el día iba a ser raro. A las 9:00h de la mañana ya nos parecía ver a Pablo Casado hiperventilado con aquello de que vivimos con un gobierno socialcomunista. Ilusos.
Escrito por Celia López.
Continuaba la Sesión de Control y, de repente, como quien despierta de su letargo, Ciudadanos decidió que quería ser bisagra. Ciudadanos, al que le deparaba una caída tras otra en las urnas siendo mera comparsa del PP, accedió a pactar con el PSOE. Sí, con el PSOE. Estamos en marzo, donde los idus habitan. Cuando Inés Arrimadas soñaba por matar por fin el legado de Albert Rivera que despreció el Ayuntamiento de Madrid y la Comunidad de Murcia, la primera que podría ser gobernada por la formación naranja tras la moción de censura apoyada por el PSOE. O así parecía hasta que la sombra del Tamayazo se materializó con el acuerdo de tres diputados de Ciudadanos con el Partido Popular de López Miras. Los políticos pueden equivocarse una y mil veces en el desarrollo de una estrategia, pero, al menos, deberían tener el decoro de que esta dure más de dos días. La falta de consistencia de las decisiones de Ciudadanos no hace si no debilitar el liderazgo de Arrimadas. No sabemos si mañana será bisagra, hoy es la “veletita naranja”.
Esta OPA hostil contra Casado, que ha sido sustituido por Teodoro García Egea clamando por los votantes naranjas descontentos, nos recordaba a Juego de Tronos y su Boda roja, en la que aprendimos que ningún desplante queda sin castigo. Que Isabel Díaz Ayuso e Ignacio Aguado, su vicepresidente, no se llevaban bien era algo sabido. Mientras se gestaba una nueva alianza entre Ciudadanos y el PSOE en Madrid, Díaz Ayuso creía ganar con la que iba a ser la jugada política del día, del mes, del año. La “sustituta” de Casado adelantaba elecciones. La constatación de que Miguel Ángel Rodríguez había conseguido crear una líder que pusiera fin al paupérrimo liderazgo de Casado. “¡Guárdate de los idus de marzo!”
Ríete tú del efecto Illa. Porque durante los escasos minutos que tardó Iñigo Errejón en anunciarnos que Más Madrid había registrado una moción de censura, todos veíamos cómo Iván Redondo iba a desembarcar a la socialista Margarita Robles en Madrid. Esta operación no hacía sino recordarnos que el líder de la Oposición, Ángel Gabilondo, ni estaba ni se le esperaba en una convocatoria electoral. Apostaban por Robles, la ministra mejor valorada por el electorado de centro-derecha para dar la batalla en el espacio de Ciudadanos. Seguimos conteniendo la respiración a la espera de la decisión del Tribunal Supremo, instituido como el VAR en un partido que ya está en la prórroga.
Mientras calculamos y recalculamos esta nueva configuración del tablero político, volvamos a la situación inicial. Si se abrieran las urnas ahora, Isabel Díaz Ayuso ganaría las elecciones. Ha conseguido crearse un perfil propio a costa de ir a contracorriente del resto de comunidades autónomas y su propio partido en la estrategia contra la pandemia. Ha creado algo parecido a un pequeño paraíso fiscal de coronavirus en el que los jóvenes franceses salen sin control, en el que el toque de queda les da emoción a las fiestas ilegales y en el que el cierre perimetral es para los que quieren hundir la economía.
La hazaña realmente difícil de Ayuso es conseguir sumar mayoría absoluta con Vox sin contar con los de Arrimadas, que venderían muy caros sus votos. Aunque sería arriesgado creer que se han roto las dinámicas de pacto entre bloques. Juanma Moreno, el otro gran protagonista del día, ya se ha asegurado el apoyo de Juan Marín, inmerso en la batalla interna con la también consejera Rocío Ruiz, que sí es más proclive a un posible pacto a su izquierda.
Esta nueva patada al tablero político, si es que sale bien, podría desactivar algunas de las mayores amenazas que tiene el Gobierno: lograr apartar a Díaz Ayuso y su estrategia de tensión con la Comunidad de Madrid cuestionando permanentemente sus decisiones en la gestión de la Covid-19 y consigue un nuevo socio con Ciudadanos, logrando no depender tanto de ERC. Además, a medio-largo plazo, sería conveniente tener aliados más allá de la izquierda en Andalucía, tal y como está haciendo Juan Espadas, el favorito para unas primarias para las que el camino se va acortando. Una duda prevalece sobre las demás: ¿Qué quiere ser Ciudadanos y qué consecuencias tendrá?
“-Los idus de marzo han llegado − le dijo César, para recalcar que su lúgubre profecía no se había cumplido.
-…pero todavía no se han ido – replicó Espurina”.