España, ¿dónde está tu izquierda?

Los acontecimientos políticos de los últimos meses nos han obligado a todos a tomar partido. Delante de tal convulsión, no ha dejado de sorprenderme el posicionamiento de los partidos que representan la izquierda española sobre la cuestión del referéndum catalán y de sus consecuencias políticas y judiciales. Me refiero a los partidos y a sus representantes, no a la gente. Entre la gente hay de todo, como en todas partes.

Por ejemplo, Pablo Echenique habló de irresposabilidad, refiriéndose a las decisiones y acciones tomadas por el gobierno catalán durante los últimos años. Es decir, según sus propias afirmaciones, irresponsabilidad es organizar un referéndum de autodeterminación a pesar de haber recibido más de quince negativas del Estado. A la vez, no podemos olvidar aquellas declaraciones de Pablo Iglesias en las que culpaba al independentismo de despertar el fantasma del fascismo (como si el independentismo no pudiera defender libremente su postura, como si el fascismo hubiera dormido alguna vez en España).

Por nuestra parte, los autodeterministas hemos defendido que la capacidad de los pueblos para decidir su organización política es un derecho humano fundamental al cual no podemos renunciar. Ante este argumento, la respuesta ha sido siempre la misma: referéndum sí, pero legal. Y de repente el debate pasa a situarse en términos relacionados con los límites constitucionales o con las posibles grietas legales. Es decir, sin saber cómo, una afirmación sobre derechos nos ha acabado llevando a un debate sobre legalidad. Como si Ley y derechos fueran lo mismo.

Entonces… ¿qué son los derechos?

¿Son un conjunto de facultades recogidas de forma escrita en declaraciones, leyes y demás? O, en cambio, ¿son las posibilidades que todas las personas deberíamos tener por el simple hecho de haber nacido, sin condicionantes previos? Asumo que el marco mental izquierdista entiende los derechos como algo que va más allá de la legalidad vigente. Asumo que la izquierda considera que no es la Ley la que delimita los derechos, sino que es nuestra condición humana, como individuos o como colectivos, la que los determina. Y asumo que la función del activismo social es, precisamente, trabajar para recorrer un camino -todavía no finalizado- en el que leyes y derechos se parezcan cada vez más. Y este camino no lo han dibujado nunca el inmovilismo, la conformidad o la sumisión, sino que ha sido el ejercicio activo de los derechos lo que, con el tiempo, ha permitido que estos se acabaran legalizando explícitamente.

Así mismo, nosotros creíamos que la izquierda española tendría este mismo posicionamiento porque ellos nos dijeron que sus referentes eran las luchas populares. Esas luchas que pusieron siempre por delante los derechos, individuales y colectivos, a la legalidad vigente. ¿Qué habrían defendido los actuales partidos de la izquierda española, si hubieran existido en tiempos de las huelgas ilegales? Quizás habrían dicho: La huelga de la Canadiense sí, pero legal. ¿Cuánta legalidad había en las luchas de las sufragistas? ¿Y en las protestas de los mineros británicos que unieron su causa a la del colectivo homosexual? Ya empiezo a visualizar al Pablo Echenique del momento diciendo algo así como: “A ver, obreros, sufragistas, mineros, homosexuales, actuad con responsabilidad. No hagáis nada fuera de la legalidad. Votadme a mí y después ya tal”.

Afortunadamente en Catalunya la cosa no ha ido así. Hemos considerado que nuestros derechos fundamentales son prioritarios y que el discurso conformista no nos iba a regalar ningún referéndum. Es cierto que esperábamos la izquierda española en la preparación y defensa del primer día de octubre, pero no apareció. La esperábamos respaldando alguna movilización popular que defendiera el derecho de la autodeterminación de los pueblos, pero no apareció. No la esperábamos en nuestro proyecto de construcción de la República Catalana, porque respetamos que este no sea su objetivo político y entendemos que cada uno debe trabajar por su propia causa, pero la hubiéramos querido con nosotros defendiendo el derecho a decidir y participando en el acto de empoderamiento popular que supuso aquel 1 de octubre.

Y ahora llega la represión feroz

Institucional e institucionalizada. Llega represión de un Estado humillado por aquellas urnas que no fue capaz de encontrar, rabioso porque alguien haya osado poner de nuevo en duda su composición territorial y desarmado en argumentos porque no se ha ejercido ninguna violencia que justifique sus medidas represivas. Llegan tiempos de represión y no podemos evitar preguntarnos de nuevo dónde diablos está la izquierda española. Nos preguntamos atónitos cómo es posible que los representantes del espacio político de la izquierda no vean todavía motivos para salir a la calle en masa a defender que no es normal, ni legítimo, ni justo, ni nada, que alguien deba pasar 30 años en prisión por organizar un referéndum. ¿Cómo puede ser que la respuesta de los partidos de la izquierda española sea recriminar al gobierno catalán una supuesta irresponsabilidad? ¿Cómo puede ser que el sector izquierdista español se llene de este silencio cómplice? ¿Será que detrás de ese argumento de la legalidad se esconde una (legítima) voluntad para preservar la unidad de España, aunque esto conlleve callar delante de las (ilegítimas) acciones represivas? ¿Se ha marcado la izquierda española un Antes azul y monárquica que rota? Por favor, que nos lo expliquen. Que nos expliquen por qué de repente consideran que la Ley va por delante de la justicia social.

A pesar de todo, queridos izquierdistas españoles, todavía os esperamos. Os esperamos en las luchas por la libre determinación de los pueblos y en las acciones antirepresivas. Os esperamos compartiendo nuestra indignación y condenando a este Estado español que se mantiene unido por la fuerza de las porras y las cárceles. Os esperamos defendiendo un debate honesto y libre de amenazas, donde cualquier cambio territorial sea posible, si así lo quiere la gente. Os esperamos ayudándonos en el necesario trabajo de desintoxicación, frente las mentiras que reparten el poder mediático y el político para criminalizar las protestas ciudadanas. Os esperamos en los discursos de vuestros representantes, en vuestros votos, en las iniciativas de apoyo a los represaliados, en la autoorganización popular y de base, y sobretodo os esperamos ahí fuera, con nosotros, en las calles. Esas mismas calles que, le guste o no a este Estado que todavía compartimos, seran sempre nostres.

por Marina Casadellà.

Licenciada en Pedagogía, Máster en Investigación en Didáctica de la Lengua y la Literatura y Doctorado en Educación-Didáctica de la Lengua por la Universitat Autònoma de Barcelona. Estancia Erasmus en la Univerità degli Studi di Firenze (Italia) y estancia breve de investigación en la Universiteit van Amsterdam (Países Bajos). Actualmente, profesora de Lengua y Cultura Catalanas en la University of Leeds (Reino Unido).