Las 5 claves del referéndum griego

Tras cinco meses reunidos en torno a la mesa de las negociaciones sin conseguir acuerdos viables, Grecia y la Unión Europea han llegado a un punto de inflexión. La primera ha convocado un referéndum para el próximo domingo en el que los ciudadanos griegos decidirán si aceptan o no las condiciones de la Troika a cambio del siguiente pago del préstamo que debería producirse hoy.

El gobierno griego, que prometió en el periodo electoral realizar consultas populares en caso de que las condiciones fueran inaceptables, hace campaña por el rechazo a las mismas, mientras que las instituciones europeas abogan por su aceptación y la continuación del país dentro del euro.

Ya en 2011, el entonces primer ministro griego, Yorgos Papandreu, presionado por la imposibilidad de salir de la crisis, la impopularidad de las reformas y la falta de apoyo, propuso un referéndum sobre la aplicación del segundo rescate. Sin embargo, los líderes europeos se declararon en contra de esta decisión y el primer ministro dimitió dando paso al nombramiento por parte de la UE y las élites griegas de un exdirector del BCE, Lukas Papademos.

La gran deuda griega

Grecia arrastraba sus deudas y su dependencia de préstamos desde finales del siglo pasado. Desde entonces, los líderes políticos no han hecho más que aumentar la deuda, el déficit público y las peticiones de préstamos con su mala gestión. La economía continuaba cayendo y los ciudadanos griegos respondían a la corrupción y la indiferencia de sus líderes con un 30% de evasión fiscal.

En estas condiciones, Grecia fue admitida en el club europeo, donde sabían que no cumplía los requisitos.

La situación económica en la que se encuentra el país actualmente es el resultado de muchos factores que la han provocado o han ayudado a su agravamiento: la indecisión de intervención y la tardanza de ésta por parte de las potencias europeas, que no hizo más que aumentar la especulación; la prioridad en el pago de las deudas impuesta por la Unión, lo que provoca que los pocos ingresos que obtiene Grecia sean obligatoriamente destinados al pago de la deuda y no a la mejora de la situación social; las medidas de austeridad que han empeorado la situación en estos últimos años.

Cómo solventar la deuda

La economía griega necesita un estímulo que no podrá darse mientras la prioridad sea pagar los préstamos y saldar la deuda, puesto que el país no crece debido a la imposibilidad de dedicar el dinero a fines sociales y, de esta manera, repercutir en los ciudadanos de manera beneficiosa.

Para la Unión Europea, las medidas que deben implantar las autoridades griegas son las reformas de austeridad ya acordadas con los gobiernos anteriores, y ésas son las condiciones para que el país reciba las inyecciones de capital necesarias para no declararse en bancarrota, pero Syriza se presentó a las elecciones del pasado 25 de enero con la promesa de rechazar la austeridad por considerar que dichas medidas estaban aumentando el sufrimiento de la población.

Hasta el momento, el país heleno ha evitado la quiebra gracias a las inyecciones de capital, pero más que una mejora ha sido un seguro por la estabilidad a corto plazo.

El NO definitivo

Durante la campaña electoral, el ahora primer ministro griego prometía una serie de reformas que trataban de deshacer algunas de esas medidas de austeridad implantadas por los gobiernos anteriores y abogaba por el rechazo a las futuras. Tras muchos desacuerdos, en las últimas propuestas, Tsipras ha decidido plantarse. Según el primer ministro, “las propuestas de las instituciones incluyen más descomposición del mercado laboral, recortes en las pensiones, reducciones en los salarios del sector público y un incremento del IVA en los comestibles y turismo y la eliminación de la exención de impuestos en las islas”.

El gobierno griego ha dicho “no” a las reformas que han agravado la situación que empeora desde el primer rescate, hace cinco años. Desde entonces, la deuda ha aumentado un 177%, las pensiones se han visto reducidas en un 45% y el PIB en un 25, tanto la pobreza infantil como las enfermedades y los suicidios han aumentado hasta un 40% la primera y un 45 los segundos. Asimismo, el paro ha aumentado un 26%.

Si los griegos votan NO

El gobierno griego rechazaría las condiciones del próximo pago, arriesgándose a la ruptura definitiva de las negociaciones con Europa, a la imposibilidad de recibir un dinero que necesita e, incluso, a poner fin a su etapa como miembro del club europeo, ya que su quiebra definitiva afectaría a la economía del resto de países con los que comparte la moneda única.

La Troika no prestaría más dinero ante la negativa de las condiciones y Grecia se vería obligada a buscar otros acreedores que estuvieran dispuestos a hacerse cargo de la deuda externa y arriesgarse a un impago. Y es que aun así, los helenos seguirán teniendo una gran deuda que pagar, aunque podrían declararla ilegítima al no haber repercutido de manera beneficiosa en la sociedad, demostrando que el gobierno habría recibido un dinero sin la aprobación de la población y, por tanto, ésta no tendría la obligación de pagarla. La Comisión de la Verdad sobre la Deuda Pública, creada en abril para investigar las condiciones y el impacto de la misma, ha declarado recientemente que Grecia no tiene la capacidad para pagar lo que debe y que tampoco tiene la obligación de hacerlo, puesto que las maneras y los requisitos impuestos por la Troika son “una violación directa de los derechos humanos”.

A esto hay que sumar la fuga de capitales que sigue a un impago, puesto que los ciudadanos quieren mantener sus ahorros a salvo y son conscientes de que el estado no los puede asegurar en la situación en la que se encuentra. Es por esto por lo que el gobierno griego ha declarado que los bancos se mantendrán cerrados hasta el próximo lunes día 6 y la cantidad máxima que se puede retirar son 60€ diarios. Esto se conoce como un “corralito”, término acuñado en Argentina, donde ocurrió en 2001.

Si los griegos votan SÍ

La otra opción, mucho menos arriesgada, es que la mayoría de los ciudadanos griegos dé una respuesta positiva. Syriza no tendrá más remedio que aceptar las condiciones de la Troika y, a cambio, tendrá derecho al pago que ya debería haber recibido de haber llegado a un acuerdo. La situación actual continuará con préstamos y devolución de los mismos esperando un crecimiento económico apoyado en medidas austeras. La incógnita entonces estaría en: ¿firmaría un acuerdo un gobierno que lo considera humillante o se sentiría obligado a dimitir?

Hasta ahora, la Unión siempre ha optado por que Grecia siga perteneciendo al grupo, asegurando la estabilidad de su (maltrecha) economía (o, al menos, atrasando la suspensión de pagos) y, con ella, la mantención de la moneda común.

Dijsselbloem, el presidente del Eurogrupo, ha calificado la consulta como una “triste decisión que cierra la puerta a más conversaciones”. Por su parte, Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, se ha mostrado “decepcionado” con la decisión y ha afirmado que “votar no es decir no a Europa”.

Y esa decisión no afectaría únicamente al país heleno. No podemos olvidar que la crisis de Grecia ha provocado otra en el seno de la Unión, donde se han producido tantas discrepancias ante esta situación y donde mayores consecuencias tendría tanto la aceptación de las condiciones como la salida del euro.

Como dirían Borrell y Missé, “antes de rendirse, los europeos deberían imaginar cómo sería el mundo sin una Europa unida”. ¿Mejor o peor?

AFP PHOTO / LOUISA GOULIAMAKI

 

Bibliografía:

Kitidi, K.; Chatzistefanou, A. (productores/directores) (2011): Deudocracia. Grecia.

https://www.youtube.com/watch?v=CU8CQhQZ2IU

Suances (2015). Las tres incógnitas del referéndum. El Mundo [Internet], 27 de junio.

RTVE (2015) “Cronología de la crisis de Grecia” en rtve.es

Resumen Ejecutivo: Informe Auditoría de la Deuda Pública Griega

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Marta Buces

Periodista. Máster en Relaciones Internacionales. Fui una andaluza en Dublin durante 4 años. Callo desde la ignorancia, hablo desde el feminismo. Firme defensora del contexto

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