Independencia de Cataluña: Transitoriedad hacia ninguna parte

Independencia de Cataluña

La situación se pone seria. El grupo de JxSi ha presentado a la mesa del Parlamento de Cataluña una proposición de ley de Transitoriedad jurídica y fundacional de la República. Una norma que pretende ser el instrumento jurídico que permita que Cataluña deje de ser parte de España para pasar a ser un nuevo Estado independiente.

Es una norma, cuanto menos, curiosa. Y digo que es curiosa porque pretende implantar un Estado Social, Democrático y de Derecho (como el español, por cierto) mientras se salta la Constitución y el Estado de Derecho español. La sola presentación de esta ley es la máxima expresión de un delirio independentista que nos intenta vender que la ley será la máxima expresión de la democracia en la nueva Cataluña independiente, pero mientras siguen siendo parte de España no es más que un instrumento de opresión. De hecho, en la ley se dice que en tanto no se contravenga la misma, la Constitución española y el Estatuto de Autonomía de Cataluña seguirán vigentes… ¡con rango de ley ordinaria! Dicho de otro modo, un Parlamento con competencias limitadas por la propia Constitución y el Estatuto de Autonomía pretende aprobar una ley ordinaria que hará que la propia Constitución y el Estatuto de Autonomía, razón de ser del Parlamento mismo, no pase a ser más que un papel mojado. Es un sinsentido jurídico.

Además, uno de los pilares fundamentales de todo Estado de Derecho que se precie, tal y como lo concibió Montesquieu, es la separación de poderes. Según esta ley, los tres poderes del Estado estarían «divididos» de la siguiente forma: existiría un Presidente de la República, con funciones de Gobierno, que sería elegido por los miembros del Parlamento, el legislador; por su parte, el Poder Judicial sería asumido por la planta judicial actual del Estado español (convirtiéndose el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña en el nuevo Tribunal Supremo de la República), y quedando la dirección de este en una comisión mixta compuesta por la Sala de Gobierno del TS y por el Gobierno de la República. Si, ¡el Gobierno! Tendría competencias para nombrar y proponer jueces, fiscales, etc. Esto constituye un gravísimo perjuicio a la separación de poderes.

Cambiando un poco de tema. Planteémonos una pregunta de Perogrullo: ¿Qué ocurriría si, por ejemplo, la provincia de Lérida decidiera permanecer en España ante un panorama favorable a la independencia en el resto de Cataluña? Aplicando las tesis nacionalistas, debería poder independizarse. Pero no, toca aguantarse; porque la soberanía, según esta ley, reside en todo el pueblo de Cataluña. Es decir, reclaman para sí el derecho de autodeterminación pero a la vez niegan el idéntico derecho a las comunidades políticas inferiores (en tamaño) al pueblo de Cataluña. Al fin y al cabo, esto es el reflejo del nacionalismo mismo: negar la existencia de una colectividad superior e inferior a la suya. La soberanía ha de pertenecer a la nación, y solo la nación puede decidir.

Otra cuestión bastante significativa de esta ley es que afirma que todos los bienes que antes eran del Estado español pasarán a ser propiedad del nuevo Estado catalán. Es decir, no se contempla ningún tipo de negociación entre Estados. Simplemente, se apropian de las inversiones hechas por el Gobierno de España durante años. Evidentemente, esto va en contra el espíritu de normas internacionales respecto a la sucesión de Estados como el Convenio de Viena de 23 de agosto de 1978.

Pero, como en las buenas películas, lo mejor se deja para el final. Allí será donde encontraremos la exposición de cómo se hará el proceso constituyente de Cataluña. Según esta ley, se hará en tres fases:

  1. Referéndum sobre la independencia.
  2. Si saliera que sí, elecciones constituyentes y propuesta de Constitución.
  3. Ratificación popular de la Constitución.

Y como colofón final… ¡amnistía y cerveza fría! Los condenados por el procès quedarán libres de todo pecado jurídico, por lo que podrán reincorporarse al panorama político del nuevo paraíso catalán.

Sinceramente, jamás pensé que esto pudiera llegar tan lejos. Si tienen ustedes tiempo y ganas de leer en catalán, échenle un ojo a la ley: les prometo que se les va a escapar alguna que otra sonrisilla, o lagrimilla. Éste esperpento lo único que hace es llevarnos al Derecho-ficción, porque lo que viene siendo seriedad, más bien tiene poca.

 

por Manuel Benítez.

Graduado en Derecho y Administración de Empresas. Cursando Master de Abogacía y Asesoría Fiscal. Amante del debate, la reflexión y el pensamiento crítico. Comprometido con los valores de la libertad.