Decimos que mirar al pasado es importante para comprender el presente, pero hay más: también es importante para construirlo.
Existen aspectos de nuestra forma común de ver el mundo que no se entienden sin una imagen de nosotros mismos que, en ocasiones, ha sido edificada por medio de un relato histórico concreto.
«España se ha hecho frente al islam. La propia identidad española se ha conformado durante la Reconquista y eso tiene consecuencias en nuestra manera de ser» (Abascal, 2015: 162). Son palabras de Santiago Abascal que evidencian el uso de una visión de la historia para la creación de una identidad colectiva en la actualidad.
No es algo nuevo: como indicó el politólogo Mateo Ballester (2021: 1), este partido recupera buena parte de la historiografía del siglo XIX para apuntalar su discurso y su visión de España. Y esta formación es solo un ejemplo de todo un entramado historiográfico y social.
Tratamos aquí la construcción de un sentimiento antimusulmán e islamófobo a raíz de la construcción nacionalcatólica del concepto «España».
La construcción de un relato islamófobo en la conciencia nacional
Con los ideólogos e historiadores del siglo XIX se situó oficialmente el origen del españolismo en tiempos muy remotos, algo que ha sido muy discutido y que, actualmente, está descartado por la mayor parte —por no decir toda, si hablamos de la época Antigua— de la historiografía académica.
Poco a poco, se aceptó académica y socialmente el Reino visigodo de Toledo como ese origen. Uno de los principales motivos de esta identificación se produjo «no sólo porque se ajustaba al territorio peninsular y era independiente de poderes extranjeros sino porque, tras la conversión de Recaredo, se identificaba colectivamente con la religión católica» (Álvarez Junco, 2001: 38).
En esta línea, Ramiro de Maeztu llegó a decir «España empieza a ser al convertirse Recaredo a la religión católica» (Álvarez Junco, 2001: 38), y Alejandro Lerroux, en relación a la quema de conventos de mayo de 1931, afirmó que «el respeto a la vida de frailes y monjas es un signo del progreso y civilización del pueblo español» (Fernández García, 1984: 224).
Del mismo modo, José María Pemán habló de la «España real con sus valores religiosos y monárquicos tradicionales» (Preston, 2016: 32). España es, casi por naturaleza, cristiana, según este relato.
La otra cara de la moneda es la conquista musulmana. Eduardo Manzano expuso que el año 711 quedó fijado «como uno de los grandes desastres del pasado» (Manzano Moreno, 2000: 38). Modesto Lafuente dejó buena cuenta de esta visión en su Historia General de España, donde, al referirse a la Batalla de Guadalete, dijo que «los españoles iban a pelear en defensa de sus vidas, de su patria y de su fe» (Lafuente, 1850: 480).
En el discurso nacionalcatólico actual no se muestra tan claramente que España apareciese como tal en pleno Reino de Toledo, pero sí se habla de la población que emprendió la «Reconquista» como «españoles». Tanto en uno como en otro caso, se contraponen España y la Antiespaña: la primera, representada por los valores cristianos y la civilización occidental; la segunda, representada por todo lo que pueda asociarse al mundo musulmán e islámico.
La conclusión es clara y nos lleva, de nuevo, a la frase de Abascal que antes hemos mencionado: en la naturaleza de España —y de su población— está el anti-islamismo y la islamofobia.
Una buena parte de la construcción nacionalista española está cimentada sobre elementos bélicos y sobre el sentimiento antimusulmán e islamófobo.
Asimismo, bastantes elementos icónicos que forman parte de dicho nacionalismo van en esta línea: la Reconquista, la batalla de Covadonga, personajes como don Pelayo, el Cid Campeador, Santiago «Matamoros», los Reyes Católicos y su toma de Granada… Parte del nacionalismo español presenta la historia de España como una continua lucha contra el invasor, y cabe destacar que, de todas las invasiones que ha sufrido la Península Ibérica, la más demonizada es la musulmana, pues este relato entiende que dicha ocupación es la única que no ha contribuido a la construcción cultural de España[1] —romanos, visigodos… cuentan con mayor fortuna en el imaginario nacionalista nacido en el siglo XIX—. Es éste un combate continuo por mantener su identidad cultural.
La idea de España como antagónica de lo musulmán y del Islam ha influido incluso en el lenguaje popular.
Están naturalizadas expresiones como «[no] hay moros en la costa», cuando se advierte de la presencia [o no] de algún peligro (Esteban Giménez, s.f.); el famoso «me cachis en los moros» —¿en quién mejor que en «los moros» en un país con nuestra historia? podría pensar alguno—; «O todos moros, o todos cristianos», una disyuntiva que adquiere más sentido si atendemos a esa supuesta historia común de los españoles; o el ya casi abandonado «¡Santiago, y cierra España!», una frase con connotaciones bélicas contra el musulmán, rescatada a inicios de la democracia por Blas Piñar (Blas Piñar López, 2021: 03m00s) y que hoy día Santiago Abascal, a veces con alguna variación, sigue enarbolando (VOX España, 2020: 01m20s).
Un relato antiguo con consecuencias actuales…
En un mundo globalizado, en un país de frontera migratoria intercontinental, mantener planteamientos como los mencionados puede acarrear consecuencias sociales y políticas problemáticas. Permite, entre otras cosas, hacer un uso político de la historia que actualice las luchas medievales y las traslade a enfrentamientos culturales y antiglobalistas.
Las migraciones que se producen desde África a España acrecientan el contacto de nuestro país con el mundo musulmán. En este caso, recuperar el discurso nacionalcatólico de la construcción de España frente al islam puede provocar efectos relacionados con el rechazo a la inmigración.
Con relación a esto, el discurso de VOX se refiere a este fenómeno como «invasión». Tener presente que España se forjó frente a la invasión islámica[2] puede provocar mayor rechazo a esos musulmanes que hoy día vuelven con el mismo propósito, si se aceptan ambos discursos, claro.
La idea de «invasión migratoria» cobra fuerza con la teoría del «Gran reemplazo». Esta tesis ha resultado efectiva en países como Estados Unidos; podemos reflexionar sobre su efecto en nuestro país si aún pervive el convencimiento de que España y su cultura son, casi por naturaleza, antagónicas al mundo musulmán.
Que un supuesto origen nacional —por más que la inmensa mayoría de la historiografía actual lo desmonte— de hace mil trescientos años pueda tener consecuencias en las miradas que dedicamos a un joven musulmán en pleno 2022 puede parecer carente de sentido, pero la psicología tiene respuestas.
Hablando de supuestos avistamientos de OVNIS, y aludiendo a Susan Clancy, el psicólogo Ramón Nogueras (2020: 132) cuenta que ciertos hechos irracionales se pueden explicar, en parte, por la cultura nacional. «[…] a menudo, este tipo de alucinaciones reflejan preocupaciones culturales». Si nuestra cultura y nuestro sentimiento nacional se cimienta sobre el rechazo al musulmán, será más sencillo encontrar motivos y razones que concuerden con ese posicionamiento previo y extrapolar esa actitud a nuestro día a día.
También sería útil referirnos al experimento The Robber’s Cave, llevado a cabo por Muzafer Sherif y Carolyn Wood Sherif, y a su «Teoría del conflicto realista» (Carrero Puerto, 2022) que nos presenta, entre otras, la situación de dos grupos con «intereses incompatibles», es decir, aquellos cuya realización por parte de un grupo supone la imposibilidad de lograrlo por parte del otro. Estaríamos en este terreno si entendemos que los españoles somos, casi por naturaleza, portadores de los «valores occidentales» y de la cultura cristiana, y los musulmanes, sean los conquistadores del 711 o los inmigrantes que llegan a nuestras fronteras, pretenden destruir nuestra civilización y nuestra moral compartida[3]; de este modo se producirá el conflicto entre los dos grupos constituidos en el imaginario colectivo como entidades homogéneas e irreconciliables entre sí.
Consideramos que el uso político de la historia no es algo baladí y que resulta conveniente reflexionar sobre sus manifestaciones, pues es posible que alguien nos esté haciendo creer que rechazando a un joven que viene huyendo de la guerra estamos obedeciendo a una supuesta naturaleza compartida y derivada de la conexión con un pasado remoto, ya matizado y deconstruido por la mayor parte del medievalismo académico actual.
Como decíamos al comienzo del artículo: la historia no solo sirve para comprender el presente, también sirve para construirlo, lo que nos falta es ver qué presente estamos construyendo.
Referencias
Abascal, S. (2015): Hay un camino a la derecha. Una conversación con Kiko Méndez-Monasterio, Madrid, Stella Maris
Álvarez Junco, J. (2001). Mater dolorosa. La idea de España en el siglo XIX. Grupo Santillana de Ediciones, S.A.
Ballester Rodríguez, M. (2021). Vox y el uso de la historia: el relato del pasado remoto de España como instrumento político. Polít. Soc. (Madr.) 58(2), 68745.
Blas Piñar López (2 de marzo de 2021). Blas Piñar – Teología de la Patria [Archivo de Vídeo]. Youtube. Recuperado el 28/06/2022.
Carrero Puerto, M. (6 de abril de 2022). La teoría del conflicto del grupo realista. La mente es maravillosa. Recuperado el 29/06/2022
Giménez, E. (s.f.). ¿Cuál sería la mejor traducción al alemán de la expresión española hay moros en la costa?. hispanoteca.eu. Recuperado el 28/06/2022
Fernández García, A. (1984). La Iglesia ante el establecimiento de la II República. Cuadernos de Historia Moderna y Contemporánea, 5.
Lafuente, M. (1850). Historia General de España. Vol. 2, Madrid
Manzano Moreno, E. (2000). «La construcción histórica del pasado nacional», en J.S. Pérez Garzón y otros, La gestión de la memoria, Barcelona.
Nogueras, R. (2020). Por qué creemos en mierdas. Cómo nos engañamos a nosotros mismos. Kailas Editorial, S.L.
Preston, P. (2016). El holocausto español. Odio y exterminio en la Guerra Civil y después. Penguin Random House Grupo Editorial.
VOX España (10 de julio de 2020). ¡Santiago y cierra España! [Archivo de Vídeo]. Youtube. . Recuperado el 28/06/2022.
[1] También cae en ese saco la invasión napoleónica, pero no supone un trauma similar en el imaginario nacionalista, posiblemente por su corta duración; no hubo que esperar ocho siglos para que el español resultara victorioso sobre el invasor. Se puede entender que no llegó a haber derrota de España, por eso se habla de una conquista no lograda, no de conquista y reconquista.
[2] Recordemos la frase, mencionada arriba, de «España se ha hecho frente al islam».
[3] Tenemos aquí otro factor clave de la islamofobia actual y de su estrategia para persuadir a la población: la equiparación de todo musulmán con integrista islámico. Ballester Rodríguez (2021: 5), en su artículo sobre el uso político del pasado lejano en el discurso de VOX, dice: «el discurso de Vox por lo general se mueve cerca de la línea de condena de la comunidad musulmana en su conjunto, identificándola con el fundamentalismo».