Coaliciones postelectorales: ¿Quién cortará el nudo gordiano italiano?

Si nos imaginamos una democracia occidental paradigma de inestabilidad política, pronto surge en nuestras mentes un nombre propio: Italia. El país transalpino ha vivido nada más y nada menos que 65 gobiernos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

La inestabilidad política no sólo es de Italia

A su lado, otras democracias consolidadas como Reino Unido o Alemania han contado en el mismo transcurso de tiempo con 25 y 24 respectivamente. Solo hay un país de su entorno que puede rivalizar con el músculo del Parlamento italiano a la hora de pedir la cabeza del premier italiano: Francia.

Los inventores de la guillotina lideran la clasificación contando en el mismo periodo con 67 primeros ministros. No obstante, debemos romper dos lanzas a favor del país galo: la primera sería la inestabilidad sin precedentes vivida durante la fallida Cuarta República (1946-1958), contando con 21 premiers en apenas una década. El segundo argumento que hace diferente el caso francés es que el primer ministro de turno (actualmente Édouard Philippe), es la extensión política de Macron, quien no puede administrar directamente los asuntos internos del país.

Como bien es sabido, el pasado 4 de marzo los italianos acudieron (de nuevo) a las urnas para conocer quién sucedería a Paolo Gentiloni como morador del Palazzo Chigi. Las encuestas auguraban un importante avance de las fuerzas populistas y eurófobas del Movimento Cinque Stelle (M5S) de Luigi di Maio y de la Lega de Matteo Salvini. No se equivocaron: con una participación que superó el 70%, el electorado confió su suerte a los primeros, quienes coparon el 33% de los votos. El segundo puesto lo ocupó la candidatura oficialista del Partido Democrático (PD) con algo menos del 19% del escrutinio. El podio lo cerró la Lega con un 17%.

Las endebles coaliciones ideológicas Made in Italy

Si ya de por sí la política italiana es complicada de comprender por su enorme complejidad, la costumbre de formar coaliciones de partidos para presentarse en bloque a las elecciones, le añade una dosis aún mayor de dificultad. Si se atiende al resultado de las elecciones por bloques, el gran vencedor de la noche con el 37% de los votos fue el de derechas, conformado por la Lega, Forza Italia y Fratelli d’Italia. Un adjetivo podría servir para definirlo: excentricidad.

Fratelli d’Italia

Empecemos por el último de ellos. Fratelli d’Italia (“Hermanos de Italia”) es un partido de ideología fuertemente conservadora y nacionalista surgido de la agrupación neofascista Movimento Sociale Italiano. Está dirigido por Giorgia Meloni, extravagante política romana célebre en el país transalpino por una polémica sucedida en febrero, cuando acudió a Turín y se entrevistó en plena calle con el director del Museo Egipcio de la ciudad para transmitirle su desacuerdo con una campaña de promoción de la institución mediante la cuál se ofertaba una rebaja en el precio del billete a los ciudadanos procedentes del país del Nilo en detrimento del italiano patrio.

Forza Italia

El segundo integrante de la coalición conservadora está conformado por Forza Italia, el partido del incombustible Silvio Berlusconi. Pese a que sus 81 años no le permiten gozar del músculo de antaño y, sus diversos problemas con la justicia no le permitirían aspirar al puesto de primer ministro, Il Cavaliere decidió encabezar la lista de un partido que, pese a ser el más moderado de los tres y ser el único que ha gobernado el país, no pudo obtener más que el 14% de los votos.

Lega

El último de los integrantes y, por consiguiente, vencedor de la noche, fue la Lega del eurófobo y xenófobo Matteo Salvini, quien decidió abandonar el ámbito norteño para extender su mensaje al resto del país y así aspirar al liderarlo. Pese a que tradicionalmente el blanco de su ira había sido el, a su juicio, holgazán italiano del sur, en los últimos tiempos ha pasado a ser el inmigrante extraeuropeo e indocumentado.

La coalición de izquierdas, la gran perdedora

El gran perdedor de la noche con un 23% fue la coalición de izquierdas, con el Partido Democrático como abanderado. A pesar de que Gentiloni contaba con la aprobación de la mayoría de los italianos y de los estamentos de la Unión Europea, repitió como candidato Matteo Renzi. Pese a dimitir a finales de 2016 tras el fracaso de su referéndum constitucional, el enérgico político toscano en un impulso mesiánico ganó las elecciones primarias del partido y se erigió como su incontestado secretario general.

La última pieza de la compleja ecuación italiana es el citado M5S. En resumidas cuentas, se trata de un partido antiestablishment que no cree ni en izquierdas ni en derechas. Cuenta con el liderazgo del político campano Luigi di Maio, quien según sus detractores actúa según la voluntad del líder espiritual y fundador del partido, Beppe Grillo. Pese a presentarse en solitario, la formación fue la gran triunfadora de la noche con el 33% de los votos.

Gobierno M5S-Lega: el gran temor de la Unión Europea

Ante este panorama de enorme polaridad, el presidente de la República, Sergio Mattarella decidió otorgar al M5S la posibilidad de formar gobierno en su condición de más votado. No obstante, los grillinos necesitarían del apoyo de otro gran partido (o coalición) para gobernar, surgiendo en este punto los problemas. En un principio los primeros contactos serán entre la Lega y el M5S a condición de que los primeros abandonaran su coalición electoral con el defenestrado Berlusconi.

En una segunda ecuación se enunció la posibilidad de una alianza entre el PD y el M5S (la opción preferida de Mattarella y la UE al ser la más moderada). No obstante, esta última cuenta con el tenaz rechazo de Matteo Renzi. Pese a dimitir como secretario general tras su abultada derrota, Renzi cuenta con el suficiente poder entre las bases del partido socialdemócrata para asegurarse una victoria de su opción en una hipotética consulta a las bases.

La palabra favorita de Renzi cuando le preguntan por una coalición con el M5S

En esta situación Mattarella anunció el pasado 7 de mayo en un solemne discurso en el Palazzo del Quirinale, su propuesta de formar un gobierno neutral que dé voz a Italia durante las cruciales negociaciones a las que se va a asistir próximamente en Bruselas, y celebrar unos nuevos comicios a finales de año. Según los sondeos, una segunda votación supondría la práctica extinción de los antaño baluartes del bipartidismo italiano, Forza Italia y el Partido Democrático. M5S subiría en casi tres puntos la intención de voto y la Lega aumentaría en 5.

Como es de esperar, ambos partidos se han negado en rotundo a la decisión del jefe de Estado y están presionando para celebrarlas en julio, fecha inédita en Italia. Matteo Salvini, aupado por las encuestas, desea celebrarlas cuanto antes para terminar de asfixiar a su maltrecho aliado Berlusconi. Quizás su cálculo político resulta ser exitoso y emulando al guerriero de Legnano (héroe lombardo que decora el escudo del partido), rompe el nudo gordiano italiano y acaba aupándose como líder o, al menos, socio de gobierno.

Italia no se gobierna, como mucho se administra

Con independencia del desconocido desenlace, lo que está claro es que Italia continúa su tradicional división socioeconómica entre un norte más industrializado y que ha votado masivamente a la derecha, y un sur que ha optado mayoritariamente por el M5S. Pese a que el miedo por un gobierno eurófobo M5S-Lega es cada vez más fundado, la mayoría de los italianos no auguran un ejecutivo longevo de esta coalición por su artificialidad, y por la pugna de poder que se originaría entre Di Maio y Salvini.

La historia como hemos visto les da la razón. También la ficción: en una de las escenas más famosas de la célebre serie Suburra, el corrupto político del ayuntamiento de Roma Amedeo Cinaglia, le esboza al líder mafioso local “Samurái” la frase que resume a la perfección la serie y la política italiana: “Roma non si governa, al massimo si amministra”. Si cambiamos “Roma” por “Italia” tenemos la solución a nuestra ecuación.

Por @RicardoGLaorga

Para ampliar:

Resultados de las elecciones del 4 de marzo
Causas de la inestabilidad de los gobiernos italianos
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Ricardo Gómez Laorga

Historiador contemporáneo de Madrid; futuro internacionalista y sociólogo. Actualmente en Roma para comprender la política italiana. Escribo sobre la UE, o la relación crimen organizado y política (desde Medellín a Corleone pasando por Sinaloa).

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