La República de Polonia, disputada en diversas invasiones en los dos últimos siglos, hoy también se encuentra profundamente dividida, esta vez en el contexto de unas elecciones democráticas a la presidencia. Cuentan quienes viven en el país que no recuerdan la última vez que estuvo tan polarizado. La población polaca se divide entre continuar con el presidente actual, el ultraconservador Andrzej Duda, del partido Ley y Justicia (PiS), o el liberal Rafal Trzaskowski, actual alcalde de Varsovia desde 2018, y candidato del partido Plataforma Cívica.
La historia del país ha configurado enormemente la visión de la población polaca. Una nación a la que en multitud de ocasiones le arrebataron la independencia además de sus fronteras, resurge en la actualidad atrapada en un sentimiento identitario y católico. De la invasión, la aberración y la destrucción nazi pasaron a la influencia comunista soviética durante casi 45 años.
Hace 30, el sistema comunista de partido único caía finalmente, devolviendo el poder al país. Y desde hace 15 años, Polonia ha mantenido un pulso entre liberales y conservadores tanto en la Jefatura de Estado como en la de Gobierno.
Polémicas durante la campaña
Las elecciones a la presidencia se aplazaban, debido a la pandemia del coronavirus, desde el 10 de mayo. Aun así, mítines multitudinarios durante toda la campaña se han celebrado en las calles del país sin medidas sanitarias ni distancia de seguridad.
Pero las polémicas empezaban mucho antes, cuando la proposición de posponerlas para 2021 (por parte de Plataforma Cívica) y la opción de votar únicamente por correo (propuesta por el PiS) se declaraban acciones inconstitucionales, puesto que no se puede cambiar las reglas electorales con menos de 6 meses de antelación. Finalmente, se decidía el 28 de junio como fecha definitiva para la primera vuelta.
Más del 60% de los polacos asistieron a votar a pesar de las colas y la lentitud por las medidas sanitarias que sí se adoptaron en los colegios electorales. Aunque pudiera parecer una baja participación, lo cierto es que, en 2015, únicamente la mitad de la población ejerció su derecho a voto. Parece ser que más de un 10% buscaba ser representado por otro candidato que no fuera el señor Duda.
La campaña electoral polaca
Una guerra política más amplia contra los medios de comunicación hizo que la tensión tan grande entre candidatos provocara que no se pusieran de acuerdo en mantener un debate televisivo. El pasado lunes, Andrzej Duda aparecía en la televisión bajo acusaciones de aliarse con el canal público y preparar preguntas que beneficiaran su discurso. De la misma manera, y en un pulso de audiencias, un canal privado había invitado a ambos candidatos, pero sólo el líder de Plataforma Cívica asistió.
Así, ambos candidatos mantenían una entrevista televisiva al mismo tiempo, dificultando el visionado por parte de la población.
El PiS, partido al que pertenece también el Primer Ministro Mateusz Morawiecki, en el gobierno desde 2017, no ha estado exento de polémica. Han dado discursos en los que rechazaban acoger a inmigrantes como propone Alemania o donde se oponen a “la educación sexual de la ideología LGBT”. Fue famosa la controvertida decisión de expulsar a jueces de la Corte Suprema que superaran los 65 años, que obligaba a 27 de los 72 a abandonar su cargo, incluyendo la jueza superior. Y más recientemente desestimaban la gravedad de la pandemia alentando a personas de mayor edad a que ejercieran su derecho a voto.
Cuatro días antes de la primera vuelta, Duda se dejaba ver públicamente con Donald Trump en la casa blanca. Este encuentro pretendía impulsar su popularidad, quizá en un movimiento algo desesperado por paliar los escándalos del PiS. El partido se caracteriza por una relación muy cercana a la Iglesia católica en un país con gran influencia por parte de ésta, así como por sus reticencias a la cesión de competencias en pos de la Unión Europea, aun siendo miembro de la misma.
Rafal Trzaskowski, por su parte, apuesta por el europeísmo. De hecho, cuenta con un posgrado en Estudios Europeos y varias experiencias laborales en instituciones de la Unión. En los últimos años, el partido ha cambiado tímidamente su posición en temas sociales como el aborto y el matrimonio homosexual, declarándose a favor de ambos sin ser ésta su ideología original. Con un 30.5% de los votos en la primera vuelta, el candidado de Plataforma Cívica sabe que tiene opciones de ganar.
Resultados de la primera vuelta
Un total de 11 candidatos (ninguna mujer entre ellos) se presentaban a las elecciones. Ideologías más sociales también contaban con una tímida candidatura a la presidencia. Pawel Tanajno y Szymon Holownia se presentaban de manera independiente, consiguiendo este último un sorprendente 14%. Wladislaw Kosiniak-Kamysz, del Partido de la Gente Polaca (PSL), agrario y cristiano-demócrata, y Robert Biedron, de la Alianza Democrática de la Izquierda (SLD) y abiertamente gay, obtenían un 3% de los votos.
Krzysztof Bosak, del partido político Confederación, quedaba cuarto. Otros candidatos como Marek Jakubiak, Federación por la República, Waldemar Witkowski representando a la Unión Laboral, Stanislaw Zoltek del Congreso de la Nueva Derecha, o Miroslaw Piotroski, candidato por el Movimiento de la Europa Real, no llegaron al 1% de los votos.
El Presidente de la República de Polonia en el cargo conseguía el 43.5% en los comicios. Finalizaba así una primera vuelta con PiS como partido más votado, pero sin conseguir su objetivo de evitar una segunda, donde este domingo se enfrentará a Plataforma Cívica.
La segunda vuelta
Andrzej Duda ha comprendido también que su rival Trzaskowski puede alcanzarle en los comicios del próximo domingo. Hace 4 años, en 2015, el PiS ganaba por un escaso margen. Desde entonces, y como ya he comentado anteriormente, el partido no ha estado exento de polémica. Sin ir más lejos, el actual presidente afirmaba el pasado mes de junio que no permitiría que las parejas homosexuales se casaran o pudieran adoptar, y describía el movimiento LGBTI+ como «ideología extranjera», comparándolo con el adoctrinamiento en la Unión Soviética.
Estas elecciones, en las que el PiS se encuentra sumido en la controversia por un posible autoritarismo y son dependientes de la decisión de votantes que opten por el voto útil, podrían inclinar la balanza en beneficio de Plataforma Cívica. Los sondeos prevén un empate entre ambos partidos.
Andrzej Duda es muy consciente de dónde se encuentran sus votantes. En un sistema de distrito único, los más conservadores viven en zonas rurales y pequeñas ciudades. Trzaskowski arrasa en las grandes urbes como Varsovia o Cracovia, pero necesita más que esto para asegurarse el éxito.
Carteles enormes con un Andrzej Duda sonriente y la frase “Cabeza y corazón” se ven desde las carreteras polacas. Quizá es un lema arriesgado para alguien que pertenece a un partido que ha demostrado usar poco el corazón y sin embargo ha utilizado la cabeza para tomar medidas en su beneficio político.
Tendremos que esperar unos días para saber de manera definitiva qué piensan y qué sienten l@s votantes.