Esta es la pregunta principal en la serie “The 8 Show”, donde un grupo de 8 personas deben permanecer encerrados en un lugar en el que cuanto más tiempo pasan, más dinero ganan.
Escrito por Jesús Caro Ortega.
El lugar no tiene nada más que un edificio de ocho plantas y un patio que los jugadores usan a modo de sala de estar. No se les obliga a realizar ninguna actividad que les ponga en peligro en ningún momento, ganando dinero solamente por pasar tiempo. Incluso se les ofrece alimento y bebida pero, como siempre, el diablo está en los detalles.
Cada jugador se aloja en una de las ocho plantas del edificio, ganando más dinero los que viven en los pisos superiores. Cada minuto, los jugadores reciben una cantidad fija, que va desde los 10.000 wones para el primer piso hasta 340.000 para el octavo.
Las habitaciones también disponen de una cinta transportadora por la que reciben comida, bebida o cualquier objeto que quieran,siempre a un precio mil veces superior al real. Algunos detalles de la cinta son que comienza su recorrido desde los pisos superiores hasta los inferiores, otorgando una posición de supremacía de los primeros frente a los segundos, y que se impide a los jugadores pedir más alimentos de los que les dan los responsables del juego.
Otro de los detalles interesantes es el tiempo. Como hemos visto, cuanto más tiempo están los jugadores en el juego, más dinero ganan, y cuanto más divierten a los espectadores que les observan por las múltiples cámaras, más tiempo ganan.
Estos elementos hacen que la serie sea muy interesante desde el punto de vista politológico, pues nos ofrece una visión de hasta dónde puede llegar el ser humano en un sistema capitalista que parece premiar solo la obtención de dinero.
A continuación, se expondrán tres claves para entender la serie desde una perspectiva politológica:
La violencia como medio para ostentar el poder
Mucho se ha escrito sobre la relación entre la violencia y el poder. De cómo hay que valerse de métodos violentos para conseguir el poder o de cómo, tras alcanzar el poder, hay que mantener cualquier oposición a raya con violencia.
En la serie podemos apreciar ambas versiones, pues octavo piso, al no estar conforme con una decisión que toma la mayoría, decide doblegar la voluntad de los jugadores privándolos de alimento y agua, ya que es su habitación la primera parada de estos. Pero octavo piso no solo ostenta el poder por la privación de estos elementos, sino que también logra unir a su causa a los pisos superiores (quinto, sexto y séptimo) y controlar a los inferiores mediante el uso de armas.
Octavo piso consigue entonces revertir una decisión democrática privando a los jugadores de agua y alimento, logrando que estos participen en sus juegos amañados mediante la colaboración de los pisos superiores que, junto con las armas, le otorgaba una posición de superioridad, la cual fue aprovechada para perpetuarse en el poder.
Finalmente, los pisos inferiores se revelan y revierten la situación, pues el sistema construido por octavo piso tan solo se sustentaba en el miedo a ser castigado que tenían los pisos inferiores.
Quizá a los pisos superiores les habría ayudado leer a Hannah Arendt, quien comentaba que la sustentación del poder sobre la violencia conducía a la desaparición del propio poder, ya que poder y violencia son conceptos opuestos y donde uno está presente, el otro está ausente.
Ricos y pobres: Una brecha siempre presente
Otro aspecto importante de la serie es la brecha entre ricos y pobres. La colosal diferencia de ganancias generaba en el juego una serie de dinámicas similares a las que podemos apreciar en las sociedades capitalistas.
Los pisos superiores ganan tanto dinero que pueden permitirse lujos como una bañera o una cama. Los inferiores ganan tan poco que tienen que dormir en el suelo.
Los de arriba tienen habitaciones enormes, como la de octavo piso, mientras que primer piso vive en una habitación minúscula.
Esto es provocado por la diferencia de precios. A octavo piso no le importaba que algo fuera mil veces más caro, pues le tomaría minutos recuperar su inversión. Sin embargo, a primer piso le tomaría varias horas comprar ese mismo producto.
Este hecho es un reflejo de la realidad del sistema capitalista, donde unos pocos pueden vivir con todo tipo de lujos mientras que muchos no tienen ni siquiera para vivir con un nivel de vida aceptable.
También podemos ver cómo la diferencia de precios en la serie guarda relación con la inflación, que sufren tanto ricos como pobres, pero que afecta notablemente más a estos últimos, pues subidas de precios descabelladas como las vividas durante y después de la pandemia dificultan el acceso a muchas personas a recursos que son esenciales para su vida.
El último de los paralelismos que podemos ver que refleja la realidad entre ricos y pobres es cuando primer piso intenta cambiar de habitación. Cuando consigue la cantidad que él cree que le permitirá cambiar de habitación, descubre que es imposible, pues para lograr su objetivo de ser octavo piso necesita 340 mil millones de wones y el solo tiene mil millones, dinero que consiguió tras dos meses.
Este hecho nos demuestra cómo, en muchas ocasiones, el ascensor social no funciona correctamente y ascender en la pirámide social resulta imposible, lo que resulta en una desigualdad permanente que oprime continuamente a las clases más bajas y beneficia únicamente a las altas.
También vemos como se desmiente la Teoría de la Movilidad Social de Blau y Duncan, que afirma que con esfuerzo y trabajo se puede ascender en la pirámide social y que, a la inversa, quien no se esfuerza y no trabaja, puede acabar descendiendo.
En la serie sucede lo contrario, pues se demuestra al final cómo el trabajo duro de primer piso no le sirvió para mejorar su situación mientras que octavo piso, sin hacer prácticamente ningún esfuerzo, mantuvo su posición hasta el final, siendo la que se llevó la mayor cantidad de dinero.
¿Qué sistema puede florecer en una sociedad sin ley?
Aunque algunas personas creen que una sociedad sin ley sería positiva, pues consideran que estas son un instrumento coercitivo, lo cierto es que las leyes mantienen el orden y dan estabilidad. Sin ellas, hemos visto cómo los jugadores han sido sometidos a la tiranía del más fuerte, que en este caso es quien tiene las armas y quien controla los suministros.
El hombre es un lobo para el hombre, por lo que la ley, junto con el uso legítimo de la fuerza, que asegure el cumplimiento de los derechos y libertades, es la única garantía de que los que no ostentan el poder puedan vivir sin sufrir la represión de los que sí lo tienen.
Sin leyes, viviríamos en lo que Thomas Hobbes denominó como estado de naturaleza, donde reina la anarquía y la ley del más fuerte. Es por ello que es necesario que todas las personas se sometan a un contrato social en el que se garanticen y protejan los derechos y libertades de todos los que vivimos en sociedad.
Para finalizar, una de las conclusiones que podemos extraer es que no todo vale para conseguir dinero, pues esta es una herramienta para hacernos la vida más fácil, nunca algo por lo que debamos de dar la vida. Debemos reflexionar si, ante situaciones límites como las que llevaron a los protagonistas a participar en el juego, el sistema debería de actuar para que la necesidad de conseguir dinero nunca esté por encima de la vida.