Alemania ha afrontado estas elecciones como el punto final de una era. Ángela Merkel anunciaba en 2018 que dejaría la Cancillería al final del mandato que acaba de consumirse. Sin embargo, parece que su legado sigue presente en los distintos candidatos que quieren asumir la histórica tarea de comandar la Alemania post Merkel.
Escrito por Carlos Menéndez y Pedro Portas.
El pasado domingo 26 de septiembre los ciudadanos alemanes fueron llamados a las urnas. Del mandato de la soberanía popular sobresalieron los siguientes resultados al filo de la noche: SPD (Olaf Scholz): 25,7%; CDU (Armin Laschet): 24,1%; GRÜNE -Verdes- (Annalena Baerbock): 14,8%; FDP (Christian Lindner): 11,5%; AfD (Alice Weidel): 10,3%; Die Linke (Janine Wissler): 4,9.
A la vista de los resultados electorales, será indispensable el pacto, como es tradición en una política alemana más acostumbrada a tender puentes que a destruirlos. En nuestro estreno en Cámara Cívica, nos gustaría analizar, con una perspectiva de comunicación política, los distintos liderazgos de las formaciones que pueden determinar el futuro del país germano. Scholz, Laschet, Lindner o Baerbock han demostrado estilos particulares, pero muy influidos por la Canciller. Sólo el tiempo dirá si el sucesor podrá liderar como su predecesora Alemania y Europa.
Del legado de Merkel a la incertidumbre
El siglo XXI ha sido el de la consolidación de la Unión Europea como gran actor internacional. Podemos considerar sin temor a equivocarnos una vigencia tripartita a la hora de hablar del reparto de fuerzas y poderes a lo largo del globo: Estados Unidos, China y la Unión Europea.
La historia reciente del Viejo Continente no cabría explicarse sin la presencia avasalladora de Ángela Merkel. Una mujer cuya firmeza e impermeabilidad emocional hizo bandera tras la gran recesión del 2008. Sin embargo, fue la crisis de refugiados en 2015 y la más reciente pandemia de coronavirus las que dejaron entrever el lado más pragmático y humano de la que en alguna ocasión se la ha llegado a catalogar como dama de hierro.
El viraje del personaje político merkeliano tras la acogida de refugiados sirios en el 2015 y su activo papel en la defensa del fondo de recuperación para la Unión Europea tras el azote de la Covid-19 ha favorecido que a estas alturas consideremos sin lugar a duda a Merkel como una de las líderes políticas más carismáticas y queridas de la política contemporánea.
Es este aspecto, el del carisma del líder político, el gran talón de Aquiles del que podrían adolecer líderes actuales como Scholz o Laschet. A pesar de que el primero ha convivido codo con codo prácticamente con la canciller saliente, lo que a la larga podría capitalizar el socialdemócrata para investirse del carisma de su predecesora, lo cierto es que el del SPD es un político de partido a la vieja usanza.
Más allá de escenificar ante la mirada de los medios una imagen de cambio de ciclo o de renovación, resulta paradójico que, ante la opinión pública, resulte Scholz más merkeliano que Laschet a pesar de que Merkel ha rehusado etiquetar al socialdemócrata como su legítimo sucesor.
Armin Laschet tiene la tarea histórica de tomar el relevo de una de las figuras políticas más relevantes del siglo XXI. Desde que en 2018 Merkel anuncia que no revalidaría mandato en 2021, la sucesora natural parecía Annegret Kramp-Karrenbauer. Sin embargo, poco después el partido se le escapa de las manos con conflictos internos y una pérdida de sintonía con Ángela Merkel.
En ese momento, Laschet entra en escena y consigue imponerse al resto de corrientes para, finalmente, ser nombrado candidato en estos comicios. Hablamos, sin duda alguna, de un perfil muy similar al que vimos con Pedro Sánchez, una capacidad poderosa de resiliencia y de salir victorioso frente a adversarios más fuertes.
Poco después de conocerse los primeros sondeos a pie de urna, y con una tendencia que impedía superar al SPD, Laschet mostró amargor por el resultado, lo que inmediatamente le supuso una imagen de debilidad frente a un eufórico Scholz. Queremos remarcar la importancia aquí de saber capitalizar un sentimiento de victoria a la hora de valorar los resultados electorales.
Aunque la distancia era mínima, Laschet renunciaba de alguna manera a liderar un gobierno. Próximamente el candidato del SPD empezará la ronda de contactos tanto con los Verdes como con los liberales del FDP con el objetivo de consumar la tan anunciada coalición semáforo. Socialdemócratas, liberales y Verdes tratarían de relevar a la Gran Coalición que aupó a Merkel en su última legislatura.
Sin Lindner no hay paraíso
Cristian Lindner es otro de los grandes triunfadores de la noche. El FDP ha sumado 12 nuevos escaños alcanzando los 92 y se antoja clave su papel en la próxima coalición, ya sea Semáforo o Jamaica. La única línea roja que ha manifestado Lindner es la subida de impuestos, algo que no podría ser un problema para Scholz y menos para Laschet.
Hablamos de un negociador implacable que rompió con Merkel al no alcanzar un acuerdo que satisficiera a los valores del FDP. Muy inteligentemente, ha sabido comunicar que todo gobierno debe pasar por el visto bueno de los liberales, asegurando así a sus votantes que el marco económico va a ser protagonista en la negociación.
Además, desde nuestro humilde análisis no descartamos un refuerzo del FDP durante los próximos dos años para la recuperación económica de la Eurozona y su papel importante en los ECOFIN si finalmente consigue la ansiada cartera de Finanzas.
Como en un juego de niños, y a pesar de haberse mostrado visiblemente derrotado, desde el otro extremo de la cuerda Laschet no cede un ápice en sus aspiraciones de gobierno. A pesar de haber llevado a la CDU a firmar sus peores números en la historia, Laschet manifestó tras el escrutinio su deseo por hacer realidad una coalición Jamaica: CDU + FPD + Verdes.
El próximo canciller debe ser aquella persona “capaz de alinear a todas las partes”, dijo el candidato democristiano en una rueda de prensa tras las elecciones. Lo que se pone de manifiesto en este tira y afloja entre los dos grandes partidos del país es que la preponderancia del FDP será clave a la hora de fructificar una coalición u otra.
Los Verdes, un ascenso histórico ¿agridulce?
Annalena Baerbock puede considerarse como la verdadera ganadora de la noche. La ola verde que recorre Europa ha irrumpido con fuerza en el parlamento alemán. Los de Baerbock obtienen su mejor resultado gracias al 14,8% de los votos, muy por encima del 8,9% cosechado en las elecciones de 2017.
A pesar de que en mayo algunas encuestas llegaron a colocar a la formación ecologista como primera fuerza en un tremendo 25%, lo cierto es que GRÜNE, con el permiso de los liberales de Lindner, tienen en su mano la llave de la gobernabilidad en Alemania.
Uno de los marcos en los que hará pivotar Baerbock el próximo gobierno será, a nuestro juicio, la consideración del próximo gobierno como un gobierno del clima. De esta manera, y ante los visibles avances que el sector ecologista prevé cosechar en el futuro, los Verdes se anotarían un gran tanto durante la legislatura.
Oportunidad para los menos habituales: Francia, ¿Italia?, ¿España?
La realidad nos coloca frente al espejo una encarnizada lucha entre el SPD de Scholz y la CDU de Laschet por entablar los diálogos necesarios con las fuerzas externas oportunas para culminar en la coalición que alumbre el futuro más inmediato de la Unión Europea: Jamaica o Semáforo, esa es la cuestión.
Se avecinan meses de intensas negociaciones por las que Alemania se verá casi obligada a dejar de lado momentáneamente la capitanía de toda una Unión Europea en aras de su propia gobernabilidad. Mientras tanto, otros países con un contundente peso histórico tendrán que demostrar su capacidad por pilotar la organización europea.
Sin embargo, ¿es el momento para que los países del cinturón sur de Europa puedan dar un paso al frente en términos de mayor responsabilidad en las instituciones comunitarias? La gestión de las vacunas en España, por ejemplo, parece ser, a nuestro juicio, el mejor aval que demuestra la solvencia dirigente y responsabilidad colectiva de nuestro país.