Joker: Arthur Fleck sería un cómico respetado hoy en día

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Joker, la sensación de la cartelera, tiene muchísimas lecturas políticas. Desde gestión pública de la sanidad, hasta la lectura del caos que estoy seguro harán mis colegas. No obstante, tiene otra que entraña a la sociedad en sí misma. El arte (comedia incluida), bueno, malo o regular, es un reflejo de la sociedad en la que se hace… Y la comedia que refleja el Joker es visible.

¿Les cuento un chiste?

“I hope my death makes more cents than my life”. Cents, en inglés, “centavos” y “sense” (sentido) tienen casi la misma pronunciación. Es un juego de palabras difícil de traducir, sería algo así como “espero que mi muerte traiga más sentido/dinero que mi vida”. Me parece un chiste buenísimo. De un tiempo a esta parte, la comedia se ha vuelto agridulce, pseudo-trágica. Pienso en el artículo mientras voy en el metro, por cierto.

Una buena parte de los chistes que escucho en el stand-up son sobre el mismo cómico, cuyo show se basa en la “auto-ridiculización”. Del mismo modo, hay cómicos que hacen del humor su tragedia y viceversa. Ignatius, uno de mis preferidos, pasa de un lado al otro de esa frontera con cierta rutina. Siguiendo esta línea, otro de mis cómicos predilectos, Louis CK, hizo una serie a priori cómica cuyo amargor me resultó trágico. En este agrio cajón (lleno de calidad, por cierto) debo meter también a Bojack Horseman, una serie que, bajo mi punto de vista, funciona mejor en lo trágico que en lo cómico.

A todo esto, escribo en el móvil con la intención de mandarme un mail a mí mismo. En el metro, el tipo de al lado huele a éxito mediocre ¿Saben ese tipo de colonia que se echa alguien que quiere ser y no puede? Me temo que este y sus amigos son ese tipo de persona.

¿Conocen este tweet?

El arte, decía, es un reflejo de la sociedad. El trap, decadente, falto de estética y superficial, tiene sentido en una sociedad que twittea sus miserias vestidas de un humor triste. “Pues hoy me han (inserte aquí un acto naif pero desagradable). ¿Vuestro día qué tal?” Supongo que es un tweet común.

Tan común como presumir de una total y absoluta carencia de autoestima con tal de ganarse un like o un rt. Tan común como airear unos defectos que no son tan defectuosos o unas manías normales bajo el cliché: “¿Soy el único que…?”

Lo que me faltaba. El tipo del metro empieza a comentar cómo ha ido la jornada en la Bolsa.

No digo que la comedia tenga que tener unas reglas, ni que deba ser de una manera, ni mucho menos que tenga que tener un sentido, ya sabrán que no creo en los límites del humor. Sin embargo, con el traje de científico social puesto (y abandonando mi rol en los cervecívica), me parece reseñable que el humor que parece estar marcando nuestro tiempo consista en la autohumillación.

Y, ya que lo he calificado de reseñable, haré una breve reseña social: También me parece preocupante. Creo que va acorde con el índice del paro, con la tasa de pobreza y con el precio del alquiler.

“No se mueven los bitcoins, qué cabrones” –dice el del metro-. “Claro, es que Nueva York ha cerrado hace ya… Uf, muchas horas”. Qué manía le tengo a este imbécil.

Joker, el cómico

Así que creo que el Joker tendría un hueco en esta escena humorística. En ese caso se llamaría Arthur Fleck, su verdadero nombre. Saldría a escena y contaría que tiene un problema mental mientras expone lo mal que lo pasa en determinadas situaciones.

Al día siguiente, el post en Facebook de esa clase de persona que se entusiasma cuando un mal escritor expone (mal) una idea con la que está de acuerdo. Ya saben, con muchos puntos y aparte, mucha intensidad y mucho sentimentalismo. Creo que lo estoy viendo: “¡¡Hay que aceptarse a sí mismo!! Si no se quiere uno, ¿quién te va a querer?”… “¡Qué arte! Ojalá todo el mundo viera la vida de esta manera”. “¡Si es que tenemos mucho que aprender!” Por supuesto, me he permitido corregir las más que probables faltas de ortografía.

Si en vez de irse hacia la condescendencia popular se fuera a la comedia trágica, más que probablemente un tipo como yo (pedante a más no poder, con el cuello gastado de mirar por encima del hombro después de citar a Borges, fan de Boyero… Ese tipo de persona que escribiría un párrafo como el anterior)… Decía que un tipo como yo vería su show y, a lo mejor, se reiría. Luego, twittearía bajo el caparazón de su pose intelectual lo buena que es la serie.

Ya sea por trágico o por la condescendencia popular, el bueno de Arthur Fleck finalmente conseguiría su sueño de vivir de la comedia. En cualquiera de los casos, lamentablemente, es sintomático de esta nuestra sociedad y, como digo, es preocupante.

Por cierto, ¿Has visto la película? Lo digo porque, definitivamente, el de al lado me está tocando las narices. Me alegra, en cualquier caso, que sepas diferenciar qué es un papel, un rol, en definitiva: me alegra que sepas diferenciar entre una ficción y la realidad.

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por Fernando Camacho.

Estudiante de Estudios Ingleses e Historia del Arte. Leo más que escribo y reflexiono mucho sobre ética y estética. "Con Montmartre y con la Macarena comulgo" (M. Machado), me gusta la contemplación y el Betis. ¡Sobre todo el Betis!