Una de las sitcoms más populares de la televisión es (sorpresa, sorpresa) profundamente machista.
Hace varios años un hombre nos explicó qué era la masculinidad tóxica. Le dedicó un libro entero al concepto (y tampoco se devanó los sesos con el título: La masculinidad tóxica: un paradigma que enferma a la sociedad y amenaza a las personas). Igual que a la mujer al hombre se le moldea. Un hombre debe ser seguro, cuidar de su familia, fuerte, trabajador, debe vestir bien, cuidar su aspecto físico, proteger a su pareja y un largo etcétera de exigencias propias de la hiper masculinidad que producen sopor.
La masculinidad tóxica, como casi todas las astillas del heteropatriarcado, se clavan en la personalidad de cada individuo. Para combatirla en los años ochenta del siglo XX varios hombres decidieron arremeter contra el status quo de la masculinidad tradicional y dar a luz al concepto Men’s Lib (liberación masculina) que no era más que la antonomasia del Women’s Lib. Pero como casi todo proceso social tuvo detractores (que crearon una corriente alternativa: Men’s right movement que aglutina la crudeza del heteropatriarcado) y férreos (aunque escasos) seguidores. En definitiva, era mucho más cómodo continuar con el paradigma de masculinidad que replantearse lo perpetuado durante siglos.
¿Y qué tiene que ver esto con Sheldon Cooper? En Big Bang Theory el feminismo vacuo y simplista lo encarnan los personajes secundarios y los personajes principales son un caso (cuanto menos curioso) de masculinidad tóxica. Recapitulemos: la serie va de cuatro hombres científicos (sus peripecias para conseguir pareja) el vendedor de la tienda de cómics y su vecina. Amy y Bernadette son las novias de los científicos quienes coquetean con ciencias menos reputadas (a los ojos de ellos, evidentemente). Ni siquiera podría aventurarme a decir que encarnan personajes feministas (a pesar del intento de los guionistas de hacerlas ver muy girl- power por adentrarse en el fangoso mundo de la ciencia).
Las relaciones tóxicas de Big Bang Theory
Amy acaba por desarrollar una relación profundamente tóxica con Sheldon, que se acerca más a un complejo de Edipo – Electra que a una relación sentimental. La obsesión por idealizarlas y convertirlas en objeto de deseo de sus parejas llega hasta tal punto que acaban disfrazándose de princesas Disney. Penny, la novia de Leonard, encarna el rol de rubia sin intereses, apática y con una inclinación hacia el alcoholismo típica de las sitcoms estadounidenses (la versión femenina de Charlie Sheen haciendo de Charlie Harper en “Dos Hombres y Medio” o el archiconocido Barney Stinson en “Cómo conocí a vuestra madre”).
Lo interesante es como la serie lleva a cabo un proceso inverso a lo que Hollywood nos tiene acostumbrados: los personajes lejos de tener masculinidades tóxicas claras, aspiran a conseguir ser el modelo tradicional de hombre varonil. Vamos por partes. Ninguno de los personajes masculinos tiene un físico normativo. Son científicos, geeks, apasionados de la ciencia ficción y los superhéroes pero con una pretensión constante de ser hombres hiper masculinizados, huyendo de casi todo lo que son para ser “hombres”.
Muchas teorías sobre la serie apuntan que Sheldon tiene síndrome de Asperger por lo que es apático, vanidoso y egocéntrico. Algo que se perpetúa en su relación con Amy, a quien trata como una inferior y con la que no comparte ningún tipo de afecto. Durante los albores de su relación solo mantienen conversaciones online, Sheldon no la considera su novia y solo comienza a salir con ella por celos (“para que no salga con nadie más”) cuando Stuart la invita a cenar. No es hasta la séptima temporada cuando Sheldon, el más reticente de todos los personajes a la masculinidad tóxica (llega a decir que anhela una sociedad igualitaria como en Star Trek), acaba por besar a Amy durante San Valentín. Sheldon se obliga a sí mismo a ser romántico. Y aunque el ejemplo pueda parecer exagerado no lo es: besa a Amy porque sabe que ella lo está deseando. Sin embargo, ella nunca lo besa. Acaba por complacerla en favor de una actitud clara de masculinidad tóxica: es él quien, al final, toma la iniciativa.
La masculinidad frágil de Raj y Howard
Uno de los aspectos más relevantes de la sitcom es cómo los personajes tratan de adaptarse a una estética normativa marcada, evidenciada en una preocupación excesiva por su aspecto físico. Los ejemplos más claros de esta preocupación por el físico son Raj y Howard. El culto al cuerpo y la preocupación superlativa por el físico también pueden considerarse rasgos de una masculinidad tóxica. Ambos acaban por ser ridiculizados y criticados incluso por sus amigos (las hebillas de los cinturones y sus pantalones ajustados tan característicos de Howard). Howard, a diferencia de Raj es el único personaje que no presenta inicialmente un modelo diferente al de masculinidad tóxica sino que su actitud nociva va menguando conforme avanza la serie y su relación se afianza. Siempre ha creído que todas las mujeres se han sentido atraídas por él y ha tratado de persuadirlas para que salieran con él de todos los modos posibles (desde trucos de magia hasta hacerse un tatuaje) demostrado una actitud casi desesperada por salir con una mujer. La desesperación auto-impuesta por conseguir pareja (algo muy característico de este tipo de masculinidad) lo lleva a prometer a Leonard que “cuando uno de los dos consiguiera novia, ésta debe presentarle una amiga”. Y es así como conoce a Bernadette a quien pone los cuernos durante una partida de World of Warcraft.
Raj nunca ha tenido ninguna relación estable a lo largo de la serie porque sufre ginefobia y mutismo selectivo, por lo que no puede comunicarse con mujeres si no está borracho. La inseguridad de Raj por no parecerse al modelo de hombre “que todas las mujeres buscan” es una consecuencia de la masculinidad tóxica. No obstante, esto no le ha impedido tener encuentros ocasionales con varias mujeres (entre ellas Penny y Bernadette). Pero eso no es lo realmente llamativo de la personalidad de Raj. Debido a que no supera su fobia a hablar con las mujeres hasta la temporada 7, todo el mundo cree que es gay (aunque él se define como heterosexual) y que mantiene una relación con Howard. Aunque si bien es solo una hipótesis, Raj podría estar escondiendo su verdadera sexualidad para encajar dentro del grupo y aunque sus miembros no presentan tendencias homófobas, un gay dentro del grupo sería contradictorio con las personalidades hiper masculinizadas que buscan. Hay que tener en cuenta, además, que Raj tiene fobia a ser excluido del grupo. Por ejemplo, no se deja ver con su pelo rizado al natural hasta la última temporada y confiesa que es por miedo al rechazo de la sociedad estadounidense.
El ‘mansplaining’ y los hombres atormentados
Sin lugar a dudas, Leonard Hofstadter es el personaje que más ampollas levanta a cualquier feminista. Es la excepción a la regla: una persona mucho más abierta socialmente que el resto de sus compañeros pero con un complejo enorme de inferioridad por una infancia sin amor. Esto ha desatado en él una inseguridad patológica que le lleva a obedecer a sus parejas en absolutamente todo pero al mismo tiempo se reafirma en una masculinidad tóxica incapaz de pedir perdón y asumir sus errores. En muchas ocasiones trata a Penny con cierto paternalismo y consigue hacer de su trabajo un mérito: que siempre que puede usa para reafirmar su valía (mansplaining). Está celoso de Penny puesto que sabe que ella es mucho más segura de lo que es él, no cree ser merecedor de la admiración que ella siente por él y por miedo al abandono nunca habla de sus problemas de pareja hasta que es demasiado tarde. Y eso les ha costado varias discusiones y rupturas.
A pesar de todo lo anterior, hay que tener en cuenta que Big Bang Theory es una sitcom, humor básico asequible hasta para los entusiastas de las ciencias (sociales). Su consumo responsable puede que no haga al espectador más machista, pero sin duda es un síntoma más de cómo el heteropatriarcado impregna todas las esferas de nuestra vida. Incluido el humor.
Escrito por Leire Ordoyo.