La inteligencia que necesitamos: Corresponsabilidad socioemocional para la salud política

Corresponsabilidad socioemocional

Asistimos a la generalización de una ciudadanía saturada y desconectada frente a una mayoría de la clase política incapaz de solucionar los problemas de una manera inclusiva y cercana. ¿Qué podemos hacer para generar una ciudadanía implicada en la sociedad y una clase política responsable con su gestión?

La crispación política no sólo hace que la ciudadanía se desconecte del día a día de la agenda política, sino que se desvinculen de los problemas sociales y de su participación activa en la sociedad.

«Eso es lo que quieren conseguir», se suele decir a menudo cuando este tema sale en conversaciones personales, pero, ¿esto es lo que realmente necesitamos para mejorar nuestra sociedad? ¿Es útil?

La clase política se mantiene en dicha crispación y la polaridad y la queja aumenta entre la ciudadanía, sin que se involucre por cambiar las cosas.

Entiendo perfectamente el hastío y la necesidad de desconectar de las noticias diarias, especialmente si una persona quiere cuidar su salud mental, como a mí me sucedió, pero esa no es la solución. Hemos de encontrar un punto medio entre estar «enganchada» y estar asqueada o saturada, para evitar llegar a desconectar por completo. Esto hace que nos gobiernen personas que no sabemos quiénes son ni cómo gestionan lo que nos afecta a nuestra vida diaria, permitiendo que hagan políticas con las que no estamos de acuerdo, aumentando así la insatisfacción.

Por supuesto, es inevitable no estar de acuerdo con todo lo que los actores políticos hacen, pero es importante que estemos al día y actuar o proponer cambios a través de asociaciones, ongs o entidades sociales, sea cuál sea el ámbito en el que mejor nos identifiquemos, y, por supuesto, pedir responsabilidades ante los partidos políticos.

Ya, pero, ¿cómo se llega a este punto medio?

Gestionando nuestras emociones, responsabilizándonos de nuestras conductas, cambiando nuestra visión y manera de actuar frente a la vida, aceptando que la clase política está formada por personas que lógicamente también tienen emociones, y que, en la mayoría de ocasiones, hacen las cosas lo mejor que saben o pueden (aunque a veces parezca mentira).

Esto último puede ser una reflexión no muy aceptada, pero cada una de nosotras actúa en función de lo que cree. Esas creencias se formaron en su día en base a sus experiencias y la manera en la que le educaron e interpretó la realidad en ese momento. ¿Eso implica que entonces vale todo? Evidentemente, no.

«Precisamente, en este punto, es dónde viene el cambio. Si una persona no es responsable emocionalmente consigo misma, ¿cómo lo va a ser con el resto de personas? Y, más aún, ¿cómo va a liderar a la ciudadanía de una manera asertiva, empática y eficaz? Es aquí cuando hemos de exigir responsabilidades si no están a la altura que hemos marcado entre toda la ciudadanía. Me explico, si la vida de alguien que está en política es un caos y está acostumbrada a resolver conflictos de una manera brusca o impositiva, sin llegar a acuerdos, no sabe gestionar sus fracasos y exacerba sus éxitos, eso lo llevará a su vida política y estará muy lejos de lo que la ciudadanía del siglo XXI necesita y demanda, o al menos de lo que necesitaríamos como una ciudadanía sana. 

La persona que se dedica a la política, ¿entra en ella para ganar poder y recibir alabanzas o para cambiar los problemas reales de la gente? Si la motivación que lleva a una persona es ganar alabanzas, un sueldo vitalicio y una masa que le siga, está claro que tiene problemas de autoestima y que su aparente entereza se sujeta por la aprobación de la persona que le impulsó y por los fieles seguidores. Si esto ocurre, no podrá cultivar la aceptación ante el fracaso ni la templanza ante el éxito. Necesitamos personas resilientes e inteligentes emocionalmente ante un escenario convulso, incierto y cambiante, porque eso, también es la vida. 

¿Qué tipo de representantes políticas y políticos necesitamos?

Una que sea capaz de autoliderarse en estos tres ejes principales.

Comunicación interna y externa para resolver los problemas propios y ajenos

  • Tomar consciencia del lenguaje que se utiliza al hablar y cambiar el lenguaje interno. Es necesario pasar de los pensamientos y creencias asociados al enfrentamiento y a derribar «adversarios» a toda costa a la unión sincera sabiendo que somos seres humanos y todos merecemos una igualdad de trato, respeto y atención.
  • Comunicar de una manera asertiva, clara y cercana tanto a compañeros de la organización como a los “adversarios” políticos, medios de comunicación y ciudadanos.
  • Prevenir o gestionar efectivamente los conflictos con compañeros de partidos y contrarios políticos.
  • Tomar decisiones deliberadas fruto de una reflexión consciente y no de un ataque al que no piensa como yo.

Salud mental para el desarrollo del liderazgo

  • Gestionar el estrés y ansiedad del día a día ocasionada por la presión diaria de ser un cargo público y mantenerse con entereza en ruedas de prensa, debates, reuniones o mesas de trabajo.
  • Tener la capacidad de saber afrontar acontecimientos adversos de forma constructiva, adaptándose al cambio y fortaleciéndose tras la experiencia.
  • Gestionar la alegría y el éxtasis al lograr el éxito y la decepción y la frustración al tener un fracaso durante la carrera política.

Habilidades socioemocionales para conectar con la ciudadanía

  • Tener fuerza y templanza, ser conocedor/a de los problemas reales del día a día de la ciudadanía, para que la ciudadanía quiera acercarse a él/ ella y con la que pueda co-crear una comunidad sólida y sostenible en el tiempo.
  • Ser una persona cercana, empática, capaz de escuchar y de llegar a acuerdos con el resto de partidos políticos y con todos los agentes de la sociedad civil, con el fin de aportar soluciones sostenibles que unan y no dividan.
  • Apostar por políticas disruptivas sin miedo a las represalias o a perder votantes, explicando los beneficios del cambio y cómo abordar las posibles adversidades.

Así también podremos prevenir el abandono de la carrera política por no saber afrontar la presión. Esto enlaza con prevenir el abandono de líderes capaces o líderes que no quieren entrar en el escenario político debido a la situación actual de crispación.

El nuevo y disruptivo liderazgo político del siglo XXI

En definitiva y, para concluir, ¿qué necesitamos cambiar?

Que la clase política se dé cuenta de la importancia de eliminar la crispación, el enfrentamiento y la polarización, así como de comunicarse de una manera asertiva para conseguir una mayor influencia desde la inclusión y la positividad, ya que dicha influencia será la necesaria para poder gobernar y cambiar las cosas, porque ya no basta con ganar elecciones.

Evitar la rivalidad política a toda costa y entrar en el nuevo paradigma en el que todas las personas aportamos y en el que no hay competencia por ganar elecciones, si no por llegar a soluciones reales para la ciudadanía local y global.

Que la ciudadanía vuelva a conectarse a la política y, por tanto, a la participación en la sociedad para incidir en la mejora de los problemas sociales que les atañen.

En definitiva, se trata de:

  1. Cambiar el foco que está puesto en «ganar» para ponerlo en «solucionar«.
  2. Eliminar la clase política con privilegios y generar una política responsable y cercana, que se iguale a la ciudadanía.
  3. Construir una ciudadanía responsable, con habilidad para responder ante lo que les sucede, no sólo en su vida privada, sino también en su vida pública y social, exigiendo la responsabilidad necesaria a los cargos públicos para garantizar una igualdad de derechos y obligaciones reales y equitativas a todas las personas.

¿Esto que planteo es utópico?

Todo lo que se hizo por primera vez, parecía inalcanzable. Como plantea la filosofía del yoga, cuestiónate todo y, antes de decir si funciona o no, pruébalo y ponlo en práctica para tener razones fehacientes de que eso es así.

Escrito por Jenifer Humanes de Antonio, politóloga colegiada y Coach transpersonal. Divulgadora de salud mental y derechos humanos. Directora del podcast Saludos mentales y de retiros Yoginzen. Consultora de eACNUR. Facilitadora de talleres, sesiones grupales e individuales basados en Mindfulness y Coaching.