Museo del Prado: propuesta de metodología para una visita con perspectiva de género

El Museo del Prado es probablemente la mejor pinacoteca del mundo en cuanto a calidad y tamaño. El Director del Museo, Falomir, ha hecho inciso en no pocas ocasiones en que hay que repensar el Museo de modo que las pintoras tengan un mayor espacio.

Esto, como no puede ser de otra manera, nos tiene que hacer pensar a los que trabajamos allí si es posible hacer una visita feminista. Y, sí, claro que es posible, pero tenemos que pensar el cómo evaluando las distintas variables.

Una visita feminista al Museo del Prado: la importancia de la metodología.

El inicio: ¿Dónde están las artistas?

Me permito responder a la pregunta: en el lado pasivo de la Historia de las Artes. A lo largo de la historia la mujer, respecto del arte, tiene su papel en la divina inspiración. Luego Picasso dijo que la inspiración te coge, generalmente, trabajando. Es decir, que no es más que un mito. Lo dijo Picasso y quien escribe, cuyos poemas son mejores cuanto más a diario trabaja.

Para esos entonces, María Blanchard y Ángeles Santos eran una realidad. Ya estábamos en el S. XX. Por cierto, comparar la opípara Tertulia del Café Pombo, de Solana, con la modestísima Tertulia de Santos es una muy buena referencia.

Por lo que al Museo del Prado se refiere, hay tres grandes pintoras. Sus nombres son Sofonisba y Lucía Anguissola, Clara Peeters y Artemisa Gentileschi. Artistas excelentes por las que, de hacer una visita con perspectiva de género en el Prado, hay que pasar. Cuatro autoras en el Museo del Prado no es una aguja en un pajar, pero… La proporción resulta, cómo no, escandalosa. Como anécdota poética, dígase que hay en el Prado hay más musas (nueve) que autoras. Esto es, al fin y al cabo, un reflejo de la sociedad europea.

Variables

Entiendo que para hacer una visita con perspectiva de género en el Prado se debe partir desde la iconografía (la descripción del objeto artístico) hacia la iconología (el qué significa el objeto artístico). A su vez, la aproximación debe ser heterodoxa: vamos a utilizar categorías de pensamiento del S. XX en la mayoría de los casos para analizar iconografía e iconología de, como muy tarde, S. XIX. Desde ahí, las variables han de ser:

  1. Importancia o carencia femenina, secuencialmente
  2. Actividad femenina en la obra y, finalmente
  3. Valor comercial.

Aplicar una perspectiva estrictamente social al arte es hacer del arte un cadáver. Del mismo tiempo, borrar el contexto social de la obra es ver poco más que un esqueleto. De ahí la heterodoxia. Por carencia o importancia femenina me refiero a si la mujer protagoniza o no la escena.

Seguidamente, la actividad es el qué hace la mujer en la escena, más allá de la iconología antes referida. Debemos, pues, navegar en el tópico artístico. Finalmente, la visita tiene que tener atractivo comercial.

Bien sé que este último punto es el más espinoso de los que he nombrado. Observo que si se pretende popularizar el feminismo, este tiene que tener vocación popular. Es decir, llegar a cuanta más gente mejor. Por supuesto, me encantaría una petición que me obligara a estudiar a fondo a las cuatro titánides (palabra que, por cierto, mi procesador de textos marca como falta) antes nombradas, pero es bastante más probable que tengamos más público si, después de pasar por Gentileschi, Peeters, Lucía y Sofonisba Anguissola, reseñamos los aspectos patriarcales de Goya, Velázquez, Murillo, Van der Weyden, Tiziano o Rafael.

El objetivo de la visita

Creo que es fundamental examinar el arte como una consecuencia de la sociedad en la que se vive. Ya sea para reflejarla o para intentar cambiarla, el arte reacciona ante algo preexistente. ¿Es el arte clásico machista? Obviamente. Es, proporcionalmente, tan machista como el arte de hoy en día que es, como ya digo, reflejo de la sociedad, bien por reflejo, bien por cambio. Así, despreciar el arte del S. XVI por ser parte de su sociedad, en definitiva, descontextualizarlo, es erróneo.

Es ahí donde vamos a criticar. Cuando uno examina las artes clásicas (cualquiera que sea la disciplina) desde la perspectiva de género, el objetivo tiene que ser examinar cómo un elemento estructural –el patriarcado- ha marcado el arte a lo largo de la historia. La mera revisión del artista como machista es falaz e inútil. En cambio, su examen contextualizado nos ayudará a ser conscientes del reto que tenemos delante como sociedad.

Ejemplos varios

Dánae recibiendo la lluvia de oro, de Tiziano

Dánae recibiendo la lluvia de oro, de Tiziano. Museo del Prado. Foto: Wikipedia

Dánae aparece tumbada con la mano izquierda en su entrepierna.

Parecería que se excita ante la llegada del amante, Zeus, que se ha convertido en nube. La postura de Dánae es eminentemente sexual. En un primer vistazo, diríamos que Tiziano expone el cuerpo de la mujer aislado de la censura. Y no sólo su cuerpo sino, como ya hemos dicho, su sexualidad. Esto sería positivo, visto así, pero es una visión errada. Dánae no es libre, de hecho, está poniendo su deseo y su placer al servicio del hombre, en este caso Zeus.

A esto tenemos que añadir la intrahistoria de la obra. Este cuadro fue encargado por Felipe II en el conjunto de Las poesías. Cuatro cuadros destinados a la habitación privada del monarca.

Traducción: Felipe II encarga cuatro portadas de Playboy. Si bien el cuadro es una muestra de majestad artística, un punto de vista feminista, como sucede casi siempre, nos da una perspectiva ennegrecida.

La maja desnuda, Las tres gracias y el cuerpo real

Las tres Gracias, de Rubens. Museo del Prado

Siempre que paso por Las tres gracias –obra magna de Rubens- hay alguien diciendo: Mira, antes gustaban las mujeres “reales”, no como ahora.

Lo cierto es que Rubens, como Tiziano, también tenían un canon de belleza que seguir. Sucede que el canon de belleza no es estático. El hecho de que exista un físico canónico implica una opresión, poco importa si este exige hoy x y antes exigía y. En Las tres gracias, por cierto, me gustaría hacer una mención hacia Afrodita Pándemos y Afrodita Urania, es decir, el amor puro y el amor sexual. Lo dejaremos, no obstante, como el misterio a resolver durante nuestra visita.

A apenas 50 metros de Las tres gracias se sitúa otro desnudo sublime: La maja desnuda (verbigracia). Goya se deshace. De entre todos los detalles de este cuadro, en cuanto a género se refiere, hay algo que me gusta resaltar. Esta Venus tiene vello púbico. O lo enseña, que al caso es igual. Piensen en todas las venus que han visto en libros y museos. Seguramente estén pensando en la de maravillosa Venus que hizo nacer Botticelli. Si tiene vello, no lo enseña. La pasión de Goya le lleva a pintar un cuerpo real. Unos setenta años después, eso sí, Coubert pintó El origen del mundo.

Las Vírgenes de Rafael, una oda a los cuidados

Las Madonnas de Rafael. Foto del Blog de Julio Zarco

María (o la Virgen María o Santa María, como quieran) es, de alguna forma, la continuación divina de las deidades femeninas grecolatinas. Hera gobierna de puertas para adentro y se encarga de que todo esté más o menos en su sitio. Lo suyo son los cuidados. Atenea, si bien es fémina, no es femenina. Siendo la diosa de la sabiduría y la estrategia militar, no puede serlo. Se encarga de cosas de hombres. Es virgen, como Artemisa.

El trabajo y la esfera pública, son para San José; la domus, para María. En La perla, María juega con su hijo mientras, en un segundo plano, José sigue trabajando a pesar de que es de noche. Pasemos a La sagrada familia del roble. cuando San Juan señala a Jesús como cordero de Dios que quita el pecado del mundo, María sigue siendo tierna.

Por supuesto, en el imaginario católico María es ternura y misericordia y así es representada –no caigamos en razonamientos fáciles y descontextualizados-. Lo llamativo es que José mira a Jesús con preocupación, siendo consciente del sacrificio que el hijo de Dios hará. María, representada inocente; José, muy al contrario, es representado consciente, es decir, con inteligencia. Permítaseme el chiste: hoy en día haría mansplanning.

Y, dentro de esto, Toril Moi

En cualquier caso, estos cuadros nos permiten ahondar en lo expresado por Toril Moi. Lo femenino es un campo semántico que relacionamos con la maternidad. Véase: ternura, cariño, amor, sensibilidad, etc. Lo masculino se articula o trata de definirse en tanto que se separa de lo anterior. Atenea es masculina porque se aleja de Hera: no tiene hijos, ni quiere, está presente en lo militar, etc.

Dado esto, sólo las cualidades alejadas del campo semántico de la maternidad pueden dominar la esfera pública. Es decir, lo femenino, cual si fuera vergonzoso, se puede usar de puertas para dentro. ¿Por qué no se puede gobernar un país desde la ternura en vez de desde la agresividad?

Curiosamente, este tópico lo rompe Murillo en el delicioso Sagrada familia del pajarito. José juega, se ocupa de Jesús, abandonando el trabajo. Mientras tanto, María está hilando.

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Fernando Camacho

Estudiante de Estudios Ingleses e Historia del Arte. Leo más que escribo y reflexiono mucho sobre ética y estética. "Con Montmartre y con la Macarena comulgo" (M. Machado), me gusta la contemplación y el Betis. ¡Sobre todo el Betis!

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