No vengo a descubrir América con este tema. Todo el mundo, o gran parte de la gente que sigue Eurovisión sabe que tiene un porcentaje bastante alto de política, tanto es así que hay quien directamente rechaza ver el certamen por esta cuestión.
¿Por qué se dice que Eurovisión es todo política? Principalmente por el reparto de voto, todo cuenta: la cercanía de países, la industria musical (compartida o no), y si acaso, las canciones.
Todo esto acontece desde una Europa post bélica tras los horrores del siglo XX, que, si bien ya no es tan explícito, mantiene en la actualidad bloques políticos que se reflejan incluso en concursos internacionales como Eurovisión. Por ejemplo, observamos que las antiguas repúblicas soviéticas se votan entre sí. También lo hacen el bloque de los Balcanes (Rumanía, la antigua Yugoslavia y Albania) y en otro foco, los países nórdicos. Sin embargo, esto no quiere decir que los países que no están en esos bloques no tengan posibilidades de ganar. Por ejemplo, Salvador Sobral con Portugal, el año pasado, arrasó y no pertenecía a ningún bloque.
Política en las canciones de Eurovisión
Si analizamos el contenido de las canciones o el folclore que representan, observamos que muchas intentan colarnos un mensaje político, aunque, en principio esté prohibido por el concurso incluirlo. No obstante, como ya sabemos, más o menos explícito, hay muchos ejemplos de que de facto sí se permite. Quizá el mejor ejemplo de folclore político fue en 2014 cuando ganó Austria con la gran Conchita Wurst, un personaje creado por el cantante Thomas Neuwirth, que representa a una mujer barbuda, es decir, a una persona que no sigue los roles de género impuestos por la sociedad patriarcal, con la intención de promover el respeto y la tolerancia.
Conflictos diplomáticos en Eurovisión
Y esto no queda aquí, el gran terremoto llegó en 2016 cuando Ucrania llevó una canción cuya temática eran las deportaciones del pueblo tártaro de Crimea que Stalin realizó en 1944 tras la Batalla de Crimea. En plena crisis de refugiados era raro que estos temas no saltaran a la palestra. La canción se llama 1944 y fue interpretada por Jamala en pleno conflicto ruso-ucraniano por Crimea. Rusia, como era de esperar pidió la descalificación de Ucrania, pero no se le hizo caso y Ucrania acabó ganando el festival.
No fue la primera vez que Ucrania tuvo conflictos de este tipo, de hecho, en 2007 también hubo otro encontronazo entre Rusia y Ucrania. Rusia mostró su desagrado con la canción de Verka Serdyuchka, Dancing lasha tumbai, y alegaba que la canción llevaba un mensaje político subliminal por el parecido de la repetida frase “Lasha tumbai” a la frase “Russia, goodbye”. Finalmente, se consideró que la canción no contenía mensaje político, por lo que pudo participar en Eurovisión, consiguiendo el segundo puesto. Incluso cuando ella misma fue sede del festival, Ucrania, en 2005, se vio obligada a modificar la letra de su canción Razom nas bahato (Juntos somos muchos), debido a sus referencias a las protestas de la Revolución Naranja, que tuvo lugar en el país apenas meses antes.
Otros países como Armenia también han tenido problemas de este tipo: Azerbaiyán acusó le acusó de politizar su canción de 2015 por llevar a un grupo compuesto por descendientes de los supervivientes del genocidio armenio con la canción Don’t deny (No niegues). Se interpretaba la canción como un mensaje directo a Turquía, país que niega que las masacres a civiles armenios fuesen un genocidio. Armenia acabó participando en Eurovisión 2015, pero con la decisión de cambiar el título de la canción para evitar más perjuicios. El nombre de la canción finalmente fue Face the shadow.
Eurovisión contra Occidente, Macron e Israel
El año pasado, hubo una canción en concreto que tenía un alto contenido político-social. Fue la que representó a Italia, interpretada por Francesco Gabbani y llamada Occidentali’s Karma. Esta canción, a través de una inteligente ironía, critica el parecer y no ser de Occidente respecto a las importaciones simplistas de las moralidades orientales. Contra el postureo, Gabbani, hace alusión al mirar hacia otro lado sin poner el foco en las verdaderas causas de los problemas de Occidente, por eso habla del karma occidental.
Esta edición de Eurovisión no podía ser menos, por eso y quizá, la canción protagonista en este sentido no es otra que la candidatura francesa Mercy de Madame Monsieur. Este tema tiene mucho que ver con la crisis migratoria actual, ya que Mercy, es un niño migrante que nació en alta mar. No ha habido pocos problemas con esta canción ya que es sin duda una dura crítica a la política migratoria del presidente francés Emmanuel Macron. Otra canción muy política de este año no es otra que una de las favoritas, Toy de Netta, la sintonía que representa a Israel. Esta canción es marcadamente feminista ya que literalmente dice que no es un juguete y llama “chico estúpido” a aquel que lo piense.
Esta mujer, sin embargo, ha tenido duras críticas: el grupo de activistas Boicot desde dentro defiende que no se le vote porque señala que la cantante participa en la representación del Estado israelí, siendo una pieza clave de los esfuerzos para mejorar la imagen de Israel a nivel internacional. Afirman que Netta formó parte de la marina israelí en 2014 y cantó a miembros de la armada que participaron ese mismo año en la masacre de la Operación Margen Protector en Gaza. Alegan, por tanto, que la canción de Israel trata sobre el empoderamiento de las mujeres y la justicia social, pero “no aborda las masacres de la armada israelí en Gaza, ni tampoco busca empoderar a las mujeres de la prisión al aire libre de Gaza”.
España en Eurovisión
Sobre la temática feminista, España pudo llevar una canción así, aunque perdió en las votaciones. Todo el mundo la conoce, se trata de Lo Malo, de Ana War y Aitana (concursantes de OT 2017), que rechazan a un “chico malo” para su vida, defendiendo en todo momento a la mujer activa y no pasiva, aquella que “no quiere rosas” y es “el león que se comió a la mariposa”.
Sin embargo, aunque este año no llevemos una canción de contenido político, ya tuvimos una vez problemas con una que, a pesar de que realmente no tenía una reivindicación política clara más allá de criticar al festival, el Chiki-chiki de Rodolfo Chiquilicuatre en 2008, tuvo que cambiar la letra por nombrar explícitamente a personajes públicos como Hugo Chávez, Juan Carlos I, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy.
Amaia, Alfred y el amor a España
Como ya hemos visto, Eurovisión es un sentimiento nacional, y como sentimiento nacional que es, es sin duda política. En España en concreto, normalmente se ha vivido este evento con gran desilusión por los malos resultados, lo que hizo llevar el Chiki-chiki (algo parecido ocurría con la selección española de fútbol hasta la victoria del mundial de 2010), pero este año hay una nueva esperanza: la generación de OT vuelve, esta vez Amaia y Alfred recogen el postigo de Rosa de España, y quieren que Tu canción sea el sucesor de Europe is living a celebration de 2002.
Amaia y Alfred representan la España joven, moderna y diversa que existe y muchos no quieren aceptar, tanto es así que muchos quieren descreditarles difundiendo bulos que dicen que son independentistas. Sin embargo, los cantantes se han defendido proclamando su amor a España, pero no de la manera que quiere la derecha, resignificando así una vez más el concepto de patria. Pocos artistas como ellos se comprometen tanto con temas tangencialmente necesarios como el feminismo o la problemática de los refugiados. Muchos piden boicot a la pareja del año por ser reivindicativos (esta forma de ser choca sin duda con su canción, bastante convencional en contenido), pero lo que no saben es que este año es el que ha reactivado a los españoles para seguir Eurovisión: ¡vuelve a representarnos alguien que ha convivido con todos nosotros a través de los directos de la academia!
Por todo, y sin duda, Eurovisión no solo se ha convertido, sino que siempre ha sido, un foro de debate político internacional. No se escapa de las manos de la política, algo que, como ya hemos comentado, puede crear rechazo a los eurofans, pero que, en efecto, es inevitable y probablemente también para muchos, deseable.
BIBLIOGRAFÍA
– ¿Puede ser Jamala descalificada de Eurovisión?
– OT 2018: la nueva España se abre paso.
–Así se vota en Eurovisión (y sí, es política).