El actual Primer Ministro, Mark Rutte, vence al Partido de la Libertad en una jornada marcada por la alta participación y la subida de los Verdes que logran recoger parte del voto descontento.
Europa se muestra esperanzada tras la victoria de los liberales holandeses que consiguen 32 escaños, lejos de los requeridos para formar gobierno (76), pero suficientes para una victoria psicológica sobre el candidato del PVV, Geert Wilders, cuya campaña se centró en pedir un cierre de las fronteras y en atacar a la comunidad islámica a la que venía dibujando desde hace ya muchos años como el enemigo colectivo del país, bajo el mantra nada original de “Holanda para los holandeses”.
Wilders inició su carrera política en el Centroderecha, precisamente en el partido de Mark Rutte, el VVD (Partido Popular por la Libertad y la Democracia), pero lo abandonó durante la crisis que atravesó la organización a principios de los años 2000 para conformar un espacio político euroescéptico, liberal en lo económico y de Extrema derecha en lo social. La historia de este partido en Holanda no es nueva y ya en 2005, con motivo del referéndum de la Constitución Europea, sus posiciones obtuvieron un gran respaldo al rechazarse ampliamente (62%) la aprobación del texto firmado en Roma.
La derrota de Wilders, un trumpista en Europa, es clara. A pesar de que el clima nativista que se vive en la política internacional parecía soplar a su favor, obtiene unos resultados más negativos que en 2010 cuando llegó a los 22 diputados frente a los exiguos 19 de este miércoles. Los grandes impactos políticos sufridos durante 2016 parecen frenar las expectativas reales de voto de las fuerzas rupturista de la derecha extrema que no obstante siguen beneficiándose de la disolución de los proyectos alternativos izquierdistas. Tanto es así que Wilders lidera las fuerzas de cambio gubernamental en Holanda, por encima de la CDA (Democracia cristiana), partido que ya gobernó anteriormente con Rutte, pero que sigue muy alejado de sus resultados a principios de siglo, cuando incluso llegaron a ser la fuerza más votada (2003).
Los Verdes, claves en la formación de gobierno
La gestión firme del conflicto con Turquía ha beneficiado claramente al thatcherista Rutte en la recta final de campaña aunque su pérdida de apoyo parlamentario le hará depender de una coalición amplia de partidos donde no será suficiente el apoyo de los socialdemócratas (los más perjudicados de la noche apuntalando la tendencia general de crisis de estos partidos en toda Europa) y habría que contar con al menos 2 partidos más, entre los que el ecologismo (GL) tendrá una gran capacidad de influencia debido a su exponencial crecimiento –cuadriplican su presencia– bajo el liderazgo amable y muy popular (su nombre es el más buscado en internet en la última semana de campaña) de Jesse Klaver, un candidato al que algunos comparan con el socioliberal canadiense Justin Trudeau y que ha mantenido fuertes críticas a Rutte por intentar acercarse a las posiciones de Wilders (como Cameron hiciera con Farage).
La emergencia de estas dos figuras, Wilders y Klaver, parece demostrar la tendencia de liderazgos que se libra en la política mundial. Frente al modelo Trump, se sitúan unos líderes progresistas de corte moderado y joven que abrazan con movimientos independientes buena parte del voto descontento (Trudeau, Macron), más por cansancio que por sufrimiento, con las fuerzas tradicionales.
Las elecciones holandesas (para las que la demoscopia no ha fallado) encuentran muchas similitudes con los actores políticos daneses que describe la serie de DR1 “Borgen”. Amir Dwian, líder verde en la serie, coincidiría con el perfil de Klaver, al que incluso han acusado de ser marroquí (Dwian era islámico también) y con unos orígenes humildes para descreditarle ante los votantes. Y, por supuesto, irresistible es la comparativa de Wilders con Svend Åge Saltum, el también líder del Partido de la Libertad, un tradicionalista centrado en las cuestiones identitarias.
Una vez superadas las elecciones holandesas, que se saldan con una mayor fragmentación y un posible reemplazo del Primer Ministro, pero con una victoria sobre la ultraderecha, el efecto bola de nieve parece paralizarse de cara a las presidenciales francesas y las federales alemanas. Anoche mismo, la oficina del Ministro de Asuntos Exteriores francesa agradecía públicamente al pueblo holandés “haber parado a la derecha extremista”.