- Clave nº 1: Hay Feminismo en el ámbito de la Discapacidad
- Clave nº 2: Minoría sin hegemonía
- Clave nº 3: Ni menos mujeres, ni menos derechos
- Clave nº 4: La desgraciada historia o la obligación de ser una heroína
- Clave nº 5: Quien no sale en los números, no sale en la foto
- Con estas cinco claves ¿está dicho todo?
Clave nº 1: Hay Feminismo en el ámbito de la Discapacidad
Sí, puestas a empezar por algún sitio, empecemos por el principio. El feminismo en el mundo de la Discapacidad existe.
Está ampliamente estudiado, que no divulgado, como los movimientos de mujeres confrontaron momentos emancipatorios a lo largo de la historia.
Pero tenemos un gran vacío en cuanto a mujeres con discapacidades, y debemos empezar por pensar en lo complicado de emanciparse con la exposición a un doble paternalismo.
También hay que tener en cuenta que la Discapacidad, e incluso la Diversidad Funcional, no es homogénea, por lo que no todas las niñas, adolescentes o mujeres con discapacidad han encontrado las mismas discriminaciones, las mismas estrategias para afrontar barreras sociales o las mismas oportunidades de reivindicar sus derechos; y por supuesto, los diferentes contextos sociales y culturales han condicionado su experiencia igual o más que al resto de la población femenina.
Clave nº 2: Minoría sin hegemonía
Las feministas con discapacidad se encuentran en la Tierra de nadie que supone estar en medio de dos movimientos marcados por una tradición muy concreta que, como tales, tenían sus figuras hegemónicas.
Si la figura hegemónica de los movimientos de discapacidad es un hombre occidental, heterosexual, con discapacidad física de clase media; la figura hegemónica del feminismo se construyó en base a una mujer occidental, heterosexual, de clase media, normalizada en cuanto a los constructos de capacidad.
En este panorama, es fácil adivinar la complejidad al situarse en algún lugar que permita trabajar por la igualdad, ya que las “agendas reivindicativas” se programan en base a los intereses mayoritarios de sus respectivos movimientos, dejando fuera tanto en un caso como en otro las cuestiones discriminatorias que afectan de forma específica a mujeres con discapacidades o diversidad funcional.
Clave nº 3: Ni menos mujeres, ni menos derechos
La idea de que una situación de discapacidad no te hace ser menos mujer parece lógica, a la vez que es tremendamente compleja.
Son varios los elementos que juegan a la contra en este sentido:
- Corporalidad: Si tu cuerpo no se ajusta a los cánones establecidos (el patriarcado establece en cada momento el canon que toca) estás fastidiada. Si te alejas de la deseabilidad corporal por una discapacidad, la cosa socialmente se complica.
- Incluso, analizando una construcción de la corporalidad más allá de la meramente física, los cuerpos de las mujeres y niñas con discapacidades, se consideran menos funcionales, o menos productivos.
- Infantilización: Las personas con discapacidad en general pueden ser objeto de ella, las mujeres, mucho más. La infantilización no sólo es perjudicial para los procesos de empoderamiento, sino que limita los derechos, el acceso a la ciudadanía, la participación política y la libertad de elección. También es la confluencia de la infantilización con las cuestiones relacionadas con la corporalidad la que hace que en muchos casos las niñas y mujeres con discapacidades sean percibidas como asexuales, lo cual implica otro estigma que acaba por menoscabar derechos relacionados con su integridad personal.
- Cuidados: La esencia femenina implica la figura cuidadora, cosa que incluso el Feminismo de la Diferencia defiende a ultranza. ¿Qué ocurre cuando una mujer también requiere algún cuidado? Pues que la sociedad te quita un par de puntos de feminidad. Es también este un punto central en los derechos reproductivos de las mujeres con discapacidades, pues se cuestiona, desde ámbitos formales e informales, si debe ser madre o no quien, desde la lógica patriarcal, tiene limitada su “capacidad para cuidar”.
Clave nº 4: La desgraciada historia o la obligación de ser una heroína
Si los medios de comunicación se dignan a ofrecer algún espacio a mujeres con discapacidad, probablemente habrá dos posibilidades: Aparecer protagonizando historias muy dramáticas o protagonizando historias muy heroicas.
Obviamente ambas cosas pueden suceder, puede que sea necesario contar historias con discriminaciones e injusticias varias, y relatos de lucha y superación por encima de lo esperable. El problema es que ambas percepciones impiden que las mujeres con discapacidad tengan una simple y llana consideración de mujeres, de sujetos objeto de derecho con libertad de obrar.
De hecho, hay ocasiones en que las posturas solo despiertan la pena o la condescendencia. Y por otra parte, los discursos que construyen una imagen mítica pueden llegar a sancionar a mujeres con discapacidad que no se dediquen al deporte de élite o no quieran consagrar sus vidas a luchar y convertirse en fuente de inspiración.
Clave nº 5: Quien no sale en los números, no sale en la foto
La invisibilidad estadística es otro de los grandes problemas a la hora de abordar las cuestiones relacionadas con las niñas y mujeres con discapacidades.
Está siendo un trabajo arduo conseguir que en las cifras oficiales de casi cualquier estudio se desagreguen los datos visibilizando la situación de discapacidad de las mujeres. Y pese a ello, es crucial que esto se haga, pues la información que se obtiene de ellos es más que relevante, como ocurrió en la Macroencuesta de 2015 sobre Violencia de Género, que permitió conocer muchos datos sobre esta cuestión.
Con estas cinco claves ¿está dicho todo?
La verdad es que apenas hemos empezado. Ha sido complejo arrancar este tema, y era más complicado aún sintetizar una cuestión que es poliédrica por propia definición. Por ello, en lugar de componer un artículo interminable con una maraña de conceptos y teorías, se tratará de una pequeña serie que arranca con la base expuesta aquí.
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