La eterna e indeseable relación entre violencia y política

Asesinato de Julio César

Decía Carl von Clausewitz que la guerra es la continuación de la política por otros medios. Para el teórico prusiano, el empleo de la violencia organizada contra otros Estados podía deberse al cálculo del gobierno para lograr sus objetivos… aunque también a la pasión, al odio al enemigo o al azar. Siglos más tarde, Michel Foucault le daría la vuelta a la frase afirmando que “la política es la guerra por otros medios”. En su caso pretendía señalar cómo el conflicto y las relaciones de dominación de unas clases sobre otras se reproducen a través de los mecanismos de la democracia liberal, disciplinados a través de normas que parecen neutrales pero que en todo caso desean perpetuar la lógica de la guerra: unos ganan, otros pierden. Y casi siempre son los mismos. 

En cualquier caso, el conflicto y la violencia están muy presentes en la política. Os dejamos una serie de ataques físicos a políticos a lo largo de la Historia, en España y fuera de España. 

Ataques históricos

Julio César (15-3-44 a.C)

Uno de los casos de violencia política más famosos fue el asesinato de Julio César el 15 de marzo del año 44 a.C. 23 puñaladas de los senadores que generaron una ola de descontento popular aprovechada por Marco Antonio. Hubo una reconciliación breve entre las facciones pero se generaron varias guerras civiles seguidas.

Aldo Moro / Peppino Impastato

Durante los 70 tuvimos en europa la violencia del terrorismo maoísta, aún latente en algunas zonas de Latinoamérica. El 9 de mayo del 78 apareció el cadáver del presidente de Italia Aldo Moro, que había sido secuestrado el 16 de marzo. 

El mismo día, por cierto, apareció en Cinisi, Sicilia el cadáver de Peppino Impastato, un político y activista antimafia asesinado por la mafia italiana. La mafia y las autoridades locales crearon un montaje para decir que se había suicidado y que no se investigara. Si no fuera por el hermano y la madre no sabríamos hoy la verdad. 

Ataques recientes en España: 

Yolanda Barcina: tres tartazos en Toulouse (2011) por la asociación Mugitu, contraria al Tren de Alta Velocidad. Tuvieron dos años de prisión. Para protestar por las altas penas, hicieron una guerra de tartas para mostrar que es algo cómico.

Miquel Iceta: el día de las elecciones catalanas de 2010 a Miquel Iceta le tiraron un huevo mientras hablaba. 

Rosa Díez tuvo que salir con paraguas de la UAB cuando colectivos juveniles independentistas montaron una protesta y empezaron a arrojar objetos.

Rosa Díez también tuvo que salir de una manifestación de la AVT en 2005 con José Bono, quien se llevó empujones y golpes en las costillas mientras recibía gritos de “mentiroso y apóstata”. 

Rafael Hernando se encaró con Alfredo Pérez Rubalcaba y casi le agrede en 2005. 

Uno de los casos más cómicos (por decirlo de algún modo) cuando el empresario Ruiz Mateos golpeó en la cara en los juzgados al Ministro de Economía Miguel Boyer y le siguió amenazando con la frase “¡que te pego, leche”.

En Sevilla tenemos un caso muy peculiar, el de Hokman Joma, un refugiado kurdo que le tiró un zapatazo al actual presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan cuando iba a recibir un premio del ayuntamiento. A pesar de que era una persona sin antecedentes y con una conducta intachable fue condenado a 3 años por atentado contra la comunidad internacional. Las asociaciones de DDHH y las autoridades judiciales dijeron que no era una persona peligrosa y tras año y medio recibió el indulto. Hoy tiene dos establecimientos de kebab llamados “El Zapatazo”. 

Ataques fuera de España: 

En Italia el ex presidente Silvio Berlusconi recibió un duro golpe con una figura de la catedral de Milán tras un mítin por una persona que declaró que estaba mentalmente inestable. Le rompieron nariz, tres dientes y le dejaron una brecha. 

El presidente George W. Bush recibió dos zapatazos por parte de un periodista en Irak. Por suerte los esquivó. 

Los escraches

Uno de los debates que ha habido últimamente en España sobre la violencia política tiene que ver con los escraches, es decir, con la concentración de personas que protestan en el domicilio particular de un representante público.

Sentencia sobre los escraches como manifestación pública

Efectivamente, los escraches están considerados posibles delitos de coacciones pero con la particularidad de que deben ser continuados en el tiempo, en caso de ser algo puntual y pacífico, puede ser considerados como un acto de manifestación pública. La Audiencia Provincial de Madrid resolvió sobre el escrache a la casa de Soraya Sánez de Santamaría: la gravedad de la injerencia en la libertad se ve matizada por el escaso tiempo en que se produjo la referida circunstancia, porque en este caso duró solamente 20 minutos y no se produjo ningún altercado.

Dos cosas a tener en cuenta: 

La primera es que debe ser algo puntual y muy breve para no ser delito y la segunda es que debe ser completamente pacífica, en el instante en que se rompa una simple papelera, o se tire un objeto contra el inmueble o la persona, ya se están produciendo delitos.

Aparte, personalmente entiendo que debe ser de una forma en la que no corra peligro la integridad de la víctima, como el caso de que esté dentro de su domicilio, los casos en los que la víctima no está protegida, como cuando van por la calle (caso Cifuentes) entiendo que son coacciones de manual aunque duren 2 minutos, pues si puede ser golpeada, escupida, agredida… en cualquier momento, aunque ella no haga nada.

Estos son solo algunos ejemplos de ataques físicos, pero nos hemos dejado la violencia política más extrema como guerras, conflictos armados o terrorismo. En cualquier caso, intentemos que en política toda lucha se haga con las palabras y no con los puños.

EXTRA

Participación en el programa Mesa de Análisis (MÁS) de Canal Sur hablando de violencia y política.

REFERENCIAS

8 agresiones a políticos que hicieron historia, El Plural.

ABELLO, Ignacio, El concepto de guerra en Foucault, Revista de Estudios Sociales.