El debate sobre Anora y la prostitución
La premiada película Anora ha dado mucho que hablar. Por mi parte lo voy a hacer como feminista que no ha ejercido el trabajo sexual nunca pero sí soy, como dice María José Barrera del Colectivo de Prostitutos de Sevilla, una “pilingui”, es decir, una aliada de las trabajadoras sexuales. Llevo desde 2018 escuchándolas, leyéndolas y acompañándolas en sus luchas. Aun así, no soy una de ellas, pero quería poder hablar de este debate desde el lado en el que estoy.
Hay un sector que ha criticado la película supuestamente por “romantiza la prostitución”. No tengo tan claro que las personas que hablan de esa romantización y yo hayamos visto la misma película. En ella se ve una chica, de clase baja, que paga un alquiler, que le dice a su jefe que tiene unos horarios de mierda, que tarda tanto desde su lugar de trabajo hasta llegar a su casa que echa una cabezadita en el tren. Nos muestra, como diría Claudia Rodríguez, un drama pobre, y esto puede incomodar.
Poder empatizar con algo que para algunas es tan ajeno y tildado de inmoral como es el trabajo sexual incomoda. La gente prefiere pensar en la trabajadora sexual como “mujer prostituida”, una victima a la que salvar. Un agente pasivo, sin capacidad de agencia, que recibe violencia por parte de clientes y proxenetas y que tiene que ser salvada por el estado, las otras mujeres o la policía. Nada más lejos de la realidad: la policía, el estado y algunas mujeres ejercen violencia contra las trabajadoras sexuales, las persiguen, las encarcelan, hacen que las deporten y sobre todo, y esto se ve mucho en la película, perpetúa el estigma de puta. Porque ese es uno de los temas de los que habla Anora, como dice la activista y trabajadora sexual Valerie May, del estigma de puta. Vemos que la protagonista vive esa violencia ejercida por la sociedad. Gracias a ese estigma hace que por ser o haber sido “puta”, significa que es sólo eso, y eso es malo, humillante e inmerecido de felicidad o amor. Se ve claramente con la familia de su pareja y los trabajadores de estos, llegando al punto de que, a pesar de presentarse de una manera muy educada y encantadora a su suegra, esta ni le mire a la cara.
Esos personajes, al igual que cierto público que habla de esa romantización de la prostitución, sólo saben ver a las trabajadoras sexuales con esa mirada moralista. La misma que comparten ciertos sectores del feminismo con el catolicismo o la ultraderecha. Son quienes no ven una Anora que le pega una paliza a dos tíos, que le pide derechos laborales a su jefe o quien le planta cara a su odiosa y millonaria suegra, que representa el machismo clasista que reproducen las mujeres conservadoras, reproduciendo el arquetipo de la Condesa y madre de Heloise en Retrato de una mujer en llamas.
Hollywood y la representación de la prostitución en el cine
Tanto la madre, como sus secuaces, como quienes hablan de la romantización de la prostitución en la película, solo quieren ver el trabajo sexual representado en el cine enmarcado en el Código Hays (Yanil, 2025). Este se instauró entre 1934 y 1967, en el cine de EEUU, que prohibía, entre otras cosas, la blasfemia o los personajes homosexuales en el séptimo arte. Dentro de él, estipulaba que las prostitutas deben ser mostradas en el cine como víctimas o como personajes redimidos del pecado de la prostitución, como también dice la iglesia católica.
Príncipes azules y cuentos de hadas: desmontando mitos
Otra críticas que se hace a esa romantización es la historia de ese príncipe azul, y de nuevo, creo que no hemos visto la misma película. El personaje de Vanya, o príncipe azul, es un niñato rico drogadicto e insulso, muy lejos de Richard Gare en Pretty Woman y de cualquier príncipe azul que se me pueda ocurrir. Pero no sólo eso, la historia acaba con que el príncipe le ha salido rana ¿Qué tipo de romantización existe ahí? De hecho, la película nos da como conclusión de que no hay que buscar un príncipe azul. Ani es una mujer fuerte e independiente que se enamora. Trabajadoras sexuales activistas como Georgina Orellano han criticado que la historia hable de que tenga que venir un hombre a salvar a la trabajadora sexual, o a las mujeres de la pobreza, y no queremos eso. Hace mucho tiempo que ya sabemos que no queremos que nadie nos salve, y menos un hombre.
Trabajo sexual y derechos laborales: una lucha pendiente
Las trabajadoras sexuales quieren derechos laborales, como también comenta la protagonista, y ser tratadas dignamente. Para quien conozca la realidad de las trabajadoras sexuales, puede saber que a nivel de activismo son de los colectivos con un discurso más crítico, fuerte y con más poderío que esta ahora mismo en la lucha social, como pasa con sus compañeras trabajadoras del hogar y los cuidados o las jornaleras. Con estos colectivos comparte el tema de ser trabajos feminizados, pobres, ejercidos muchas veces por mujeres migrantes y que tiene un problema con la trata. Pero recordemos, no estamos hablando de trata, hablamos de trabajo. Además, cabe recordar que organizaciones internacionales como la OMS, Amnistía Internacional, Human Right Watch, Global Allince Against Traffic in Women, la ONU o el propio Commisioner of Human Rights defienden que hay que dejar de perseguir a las trabajadoras sexuales y empezar a escucharlas y darles derechos.
El director para realizar la película ha sido asesorado por trabajadoras sexuales, las ha contratado también como extras y tanto él como Mickey Madison, la actriz principal, han aprovechado el espacio mediático de sus discursos al recibir premios para hablar de ello. Creo que eso tampoco ha gustado. Que haya un claro posicionamiento proderecho en el director y la actriz protagonista y dándole el lugar que deben tener las trabajadoras sexuales como protagonistas y especialistas en el tema.
Más allá de la película: la importancia del debate
Nadie me ha preguntado sobre si me ha gustado la película, si creo que merece tantos premios, si la fotografía, el guion o las actuaciones tienen calidad. Sinceramente, la película no me ha entusiasmado tanto como el debate que se ha creado al rededor de esa supuesta apología a la prostitución. Sólo venía a recordaros que las trabajadoras sexuales son sujetos políticos, como tu y como yo, son mujeres, son compañeras de lucha y que es a ellas a quienes tenéis que preguntarles qué les ha parecido la película. Mientras tanto, os da su opinión una que esta del misma lado que están Emma Goldman, Angela Davis o Silvia Federicci, del lado de las trabajadoras sexuales.
Bibliografía
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