¿Son feministas las nuevas películas y series de superheroínas?

Superheroínas

Este verano, tras dos años de espera, salió la ansiada película de Black Widow (Viuda Negra para los hispanohablantes), el único miembro femenino de The Avengers (Los Vengadores) durante toda la fase 1, 2 y parte de la 3 del universo cinematográfico de Marvel.

El marketing de Hollywood ha vendido esta película como una pieza de “cine feminista”, al igual que está haciendo con muchos otros largometrajes y series protagonizados por mujeres. Hay puntos que podrían llevarnos a pensar que realmente es así, pero existen otros que nos alejan de esa interpretación, en favor de otra basada en el intento de rentabilizar un movimiento social e ideológico que, culturalmente hablando, está en auge desde hace años.

Para discernir si realmente se está ante producciones feministas, al menos se debería de intentar responder tres cuestiones: 1) ¿Quiénes interpretan estas obras?, 2) ¿Qué valores transmiten? y 3) ¿Quiénes están tras las cámaras?

¿Quiénes interpretan estas obras?

Responder a esta pregunta es sencillo, ya que si se habla de superheroínas lo mínimo que se puede pedir es que la película o serie la protagonice una mujer, aunque también es importante el resto del reparto.

Realmente, la mayoría de las obras que se estrenan cada año no son capaces tan siquiera de superar el test de Bechdel. Este test nació en 1985 y lleva el nombre de la escritora y dibujante Alison Bechdel. Se podría decir que es un procedimiento para medir la participación de las mujeres en las películas, aunque recientemente se utiliza para calificarlas de machistas o no. Aprobar el test de Bechdel depende de los siguientes tres requisitos:

  1. Que aparezcan dos o más personajes femeninos con nombre propio.
  2. Que esos personajes femeninos mantengan una conversación entre sí.
  3. Que esa conversación no trate sobre hombres.

A pesar de estar ante tres simples demandas, la mayoría de los largometrajes que aparecen no son capaces de afrontar con éxito este test. Las grabaciones de superheroínas, en cambio, lo superan con creces y cuentan con un amplio elenco de personajes femeninos relevantes más allá de las protagonistas principales: en Black Widow se puede ver toda una trama basada en la creación y aparición de nuevas Black Widows; en Wonder Woman aparece la ciudad-Estado de Themyscira​es (Temiscira), gobernanda y habitada únicamente por las amazonas; en Jessica Jones son imprescindibles los papeles de la locutora/superheroína Trish Walker y la abogada Jeryn Hogarth…

Además, algunas de estas filmaciones se están empapando de interseccionalidad femenina. Por ejemplo, en Terminator: Destino oscuro las protagonistas son una mujer latina y a dos caucásicas —una de ellas con más de 60 años—. Otro ejemplo sería Aves de presa (y la fantabulosa emancipación de Harley Quinn), obra en la que la mayor parte del peso recae sobre cinco mujeres de una enorme diversidad racial, generacional y sexual.

 Así pues, se está ante obras donde las mujeres tienen un enorme peso y en el que la diversidad comienza a abrirse paso, rompiendo con diferentes formas de invisibilización femenina y de papeles estereotipados.

¿Qué valores transmiten estas películas?

Las superheroínas están mostrando una forma de ser mujer que rompe totalmente con esas clásicas figuras frágiles, débiles, indefensas, dependientes, mojigatas, sexualmente pasivas… Se está creando una nueva saga de referentes femeninos que no están acotados a los convencionalismos sociales y que permiten imaginar y concebir otras posibilidades de vida y otras formas de ser mujer (fuerte, valiente, independiente, decidida, atrevida, inteligente, ingeniosa…).

No obstante, si bien el cine y las series de superheroínas permiten imaginar otras formas de ser mujer y otros mundos, lo cierto es que el feminismo nunca ha hecho suya ninguna reivindicación en la que esos mundos hayan de estar plagados de mujeres dando mamporros, es decir, las películas y series de superheroínas no dejan de pertenecer a un género repleto de escenas de acción, batallas a vida o muerte, guerras, muchos golpes, sangre, pérdidas humanas, palabras malsonantes… En general, un género, que a pesar de muchos de sus mensajes positivos, está plagado de violencia.

Este “cine feminista”, analizado desde la perspectiva de las masculinidades, no es capaz de pasar el filtro violeta, es decir, desde las corrientes más vinculadas a las nuevas masculinidades, se lleva tiempo reclamando la construcción de referentes masculinos diversos y disidentes. Cada generación ha tenido los suyos propios, pero lo normal es que estén vinculados de un modo o de otro a la violencia: desde James Bond hasta Conan, el bárbaro, desde Angus MacGyver hasta John McClane, desde Michael Knight hasta Rocky Balboa o John Rambo, desde Cordell Walker hasta John Wick, desde Seiya de Pegaso hasta Vegeta, desde Kōji Kabuto hasta Ichigo Kurosaki…

Igualmente, los superhéroes masculinos, que han llegado a todos los públicos y hogares en lo que va de siglo, presentan perfiles con determinados patrones “tóxicos”. Por ejemplo, Iron Man es un multimillonario ególatra y alcohólico, Star-Lord es un mercenario mujeriego y taimado, Thor es un dios pendenciero e inmaduro, Batman un multimillonario cínico y sombrío, Lobezno es un mutante traumado y agresivo, Deadpool es un mercenario inmaduro y alborotador…

Los ejemplos son muy numerosos, pero habitualmente acaban vinculados a la violencia —hasta buenazos como Superman y Spider-Man—. Por ello, se reclaman hombres distintos, masculinidades disidentes en las que los chicos puedan encontrar nuevos referentes. Se busca dar una mayor visibilidad en los sectores más mainstream a hombres sensibles, cariñosos, inseguros, dialogantes, no competitivos, no violentos, homosexuales, bisexuales, transexuales… Los denominas real men que se alejan de los trillados bad boys y latin lovers como modelos omnipresentes de masculinidad a imitar.

Las mujeres también tienen sus propias necesidades en cuanto a referentes, pero estas no deberían construirse a través de la asimilación de las “conductas tóxicas masculinas” que el propio feminismo critica, y mucho menos venderlas como empoderantes. Evidentemente, las mujeres también pueden ser fuertes, decididas, egocéntricas, iracundas, drogodependientes, sexualmente activas, etc. y son capaces de estar envueltas en trifulcas y batallas constantes, salvar mundos, e incluso rebanar cabezas, pero se ha de ser consciente de que esa imagen violenta y/u oscura realmente nunca ha sido un mensaje feminista.

¿Quiénes están tras las cámaras?

Toda película y serie tiene una parte que se ve y una que no. Esa parte que no se ve es la de los equipos técnicos que se encuentran tras las cámaras y sin los que sería imposible que llegaran todas esas producciones audiovisuales. A través de informes como el publicado por la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales[1], se puede saber que, aunque están aumentando los largometrajes y series protagonizadas por mujeres, todo lo demás está abrumadoramente liderado por hombres. Concretamente, en 2020 el 81% de las personas a cargo del área de dirección fueron hombres, el 68% del área de producción, el 74% del área de guion, el 81% del área de sonido, el 74% del área de efectos especiales y el 85% del área de dirección de fotografía.

Hollywood no es una excepción a esta situación. Para comprobarlo he seleccionado varias de las películas y una serie que en los últimos siete años han sido promocionadas bajo el binomio superheroínas/feminismo: Wonder Woman (2017), Capitana Marvel (2019), Jessica Jones (serie, 2015-2019), Terminator: Destino oscuro (2019), Aves de presa (y la fantabulosa emancipación de Harley Quinn) (2020), Wonder Woman, 1984 (2020) y Viuda Negra (2021).

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos aportados por FilmAffinity.

Como puede verse en el gráfico, en estas obras predomina la inclusión de directoras —que es la parte más reconocida detrás de las cámaras—, pero si se centra la atención en los apartados de guion (72,5% hombres / 27,5% mujeres), música (85,71% hombres / 14,29% mujeres) o fotografía (100% hombres), los hombres desempeñan desproporcionadamente esas funciones.

Reflexiones finales

Hollywood y su marketing están vendiendo como feminismo: 1) Un mayor elenco de actrices y, principalmente, que las superheroínas sean mujeres; 2) Personajes femeninos al margen de la clásica mujer mona y pasiva, aunque también la transposición de todas las conductas “tóxicas” habitualmente asociadas a los hombres; y 3) Que la dirección sea encabezada por mujeres, ignorando por completo al resto del equipo técnico.

Si bien no existe una definición exacta de lo que es el cine feminista, sí que hay cierto consenso en considerar que ha de contar con papeles femeninos diversos, representar múltiples realidades, contener valores y mensajes no discriminatorios, y contar con un equipo técnico equilibrado entre ambos sexos, entre otras cuestiones.

Quizás el cine y las series de superhéroes y superheroínas no sean el mejor ámbito para buscar crear referentes, ya que se está ante un género en el que quitarle el factor violencia, en favor de un puritanismo desmedido, le haría perder una parte importante de su esencia. No obstante, siempre hay intentos por adaptar a los/as personajes a los valores actuales. Véase, por ejemplo, el Spider-Man de Miles Morales o el de Tom Holland o el lavado de cara que le han dado en The Boys a personajes como Frenchie, Mother’s Milk (Leche Materna), Starlight (Luz Estelar) y Queen Maeve (Reina Maeve).

La solución más factible, desde mi punto de vista, es dejar de hacer un negocio engañadizo con palabras como feminismo o empoderamiento. No soy quien para decirle a Hollywood que palabras usar o no en su marketing, pero las personas de a pie deberíamos de ser conscientes de esta falacia rentable, de la perversión intencionada de términos como feminismo o empoderamiento, del peligro de vender la violencia como igualdad y de las desigualdades que se ocultan detrás de las cámaras.

Aurelio García-García, miembro de Red de Hombres por la Igualdad de Granada y doctorando en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Granada.


[1] Cuenca Suárez, Sara (2021). Informe CIMA 2020. La representatividad de las mujeres en la industria cinematográfica del largometraje español. Madrid: Ministerio de Cultura y Deporte. Recuperado de https://cimamujerescineastas.es/wp-content/uploads/2021/06/informe-cima-2020.pdf