“Almuerzo en lo alto de un rascacielos” o las mil palabras tras la imagen

De sobra conocerán la mítica “Lunchtime atop a skyscraper”.  Once obreros de la construcción, sentados en la viga de un rascacielos, almuerzan y fuman con las piernas colgando en el vacío.

Tomada en Nueva York, en 1932, y publicada en otoño de ese mismo año en el New York Herald Tribune, es una imagen donde la seguridad laboral brilla por su ausencia, dicen que pretendía, y ese “dicen” es importante, levantar la moral del pueblo norteamericano, maltratado por la Gran Depresión.

El poderoso ejemplo de los “dreamers” de los años treinta

Estos once hombres, inmigrantes irlandeses según las fuentes, representaban el trabajo a destajo por levantar el país de la situación en que estaba. Y aunque hablar de levantar en el contexto de la construcción de un edificio sea algo muy literal, lo cierto es que se pensaba que la fotografía poseía un mensaje inspirador para animar a la sociedad con la promesa de que su esfuerzo los llevaría a lo más alto; en este caso al piso 69 del edificio RCA del Rockefeller Center.

Su poder icónico es tal que llegó a ser un emblema de la propia ciudad de Nueva York, que a su vez, mediante la instantánea demostraba su ambición y espíritu de progreso en medio de la crisis económica y desafiaba a otras ciudades.

El mundo de las imágenes vs El mundo de las palabras

Pese a lo archiconocida que es la fotografía, estamos ante un caso de esos en que lo que se nos oculta puede ser más descriptivo que lo que se nos muestra, al “foucoltiano” modo de entender estas cosas.

La fotografía está muy lejos del romanticismo obrero o de ser casual y más bien se trató de un montaje publicitario propiciado por el Rockefeller Center, interesado en promocionar su nuevo edificio en un momento económicamente complicado.

Los obreros eran reales, aunque colocados de forma estudiada y sometidos a varias sesiones fotográficas con varios fotógrafos, lo cual, junto al hecho de que fue publicada sin firma, ha hecho que a día de hoy no se tenga clara su autoría. Incluso, para quienes padezcan el raro fenómeno del vértigo ajeno, podemos trasmitir calma, pues hay una creencia muy fundada de que bajo sus pies tienen ya construido el techo del piso inferior.

En numerosas ocasiones, el filósofo sevillano Emilio Lledó, reflexiona por los diversos mensajes que los medios de comunicación producen, lanzan, generan o, más curioso este término, reproducen. Los mensajes con imagen según el pensador, siempre acaban siendo más engañosos, llegando a renegar de ese axioma tan integrado en el pensamiento colectivo: “Una imagen vale más que mil palabras”.

Probablemente, aunque las palabras no estén exentas de manipulación, de poder o de capacidad de confusión, su fluir sea más lento que el impacto de una fotografía publicitaria que la cultura colectiva reubica en otro mapa de ideas más posmodernas, menos interesadas o simplemente, más digeribles.

No deja de ser curioso que una foto propiciada por un imperio capitalista como el de los Rockefeller, se haga viral el Día del Trabajo. Aunque entonces cabe preguntarse ¿Qué habría sucedido si la foto elegida hubiera sido otra tomada en esa misma sesión en que los obreros echaban la siesta?

nao atop a skyscraper, la foto alternativa que Rockefeller no quiere que veas

BIBLIOGRAFÍA

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Mercedes Serrato

Investigadora en CC. Sociales. Máster en Genero e IGUALDAD. Mediadora. Integradora y Trabajadora Social. Feminista porque no quedaba otro remedio. Lo personal dejará de ser político cuando no suponga discriminación.

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