El día 08 de julio de 2024 asistí a la ponencia del contratado predoctoral Jesús García García, experto en la ideología de extrema derecha y en concreto en posturas islamófobas. Su intervención se enmarca dentro de la 74ª edición de los cursos de verano de la Universidad de Cádiz, concretamente el dedicado a los conflictos bélicos abiertos en el S.XXI.
Durante este curso realizó una ponencia titulada “Electoralismo, geopolítica, democracia y terrorismo” en la que analizó diferentes declaraciones y posturas de personalidades pertenecientes a la política española e hizo una crítica sobre el uso de la palabra “terrorismo” desde el punto de vista de la filosofía.
Mi reflexión estará enfocada en poner en valor la crítica del ponente y en indagar en la cuestión con el objetivo de arrojar luz en cómo este término se ha convertido en un instrumento político para excusar y perpetuar la violencia de los Estados.
Hoy en día prácticamente cualquiera puede ser tachado de terrorista. Todo depende de que sea lo más conveniente para el discurso y los intereses del momento.
Vivimos un tiempo en el que la palabra “terrorismo” se ha convertido en un arma arrojadiza de tan frecuente uso, que su significado se ve cada vez más distorsionado. Pero para comprender cómo hemos llegado hasta este punto es necesario que nos remontemos a finales del siglo pasado y analicemos las transformaciones que han sufrido las relaciones entre Estados desde entonces, y demos con las claves que nos han llevado a ver terroristas en cada hospital de Gaza.
Contexto: el cambio de etapa y el fin de la historia
A finales de la década de los 80´s con la caída del muro de Berlín comenzaba el proceso que llevaría a la disolución del bloque socialista y junto con él del mundo bipolar. Este cambio radical llevaría a la transformación de las relaciones internacionales que, hasta el momento, se habían regido por la separación entre bloques en los que los diferentes estados se situaban como aliados, satélites, clientes o no alineados en relación con las dos superpotencias.
Con la caída del bloque socialista, se comenzaba una nueva etapa, se había producido lo que el politólogo Francis Fukuyama entendió cómo el fin de la historia.
Fukuyama publica en 1992 el libro El Fin de la Historia y el Último Hombre, donde defiende la tésis de que se había alcanzado el fin de la historia en el sentido hegeliano del término, la lucha entre ideologías ha terminado y hay un claro ganador, la democracia liberal, por lo que, a partir de ese momento se ha alcanzado el “mejor modelo posible”, las ideologías ya no son necesarias y han sido sustituidas por la economía liberal, el pensamiento único en un mundo unipolar.
Pero conllevaba un problema para la superpotencia restante. La Guerra Fría había creado un ambiente que permitía la intervención en terceros países para su control y el abastecimiento de sus recursos por parte de EE.UU y de la URSS con el pretexto de la constante amenaza que suponía la expansión de la potencia contraria o el terror a un ataque nuclear.
En éste nuevo contexto, EE.UU perdía su “excusa” para seguir explotando sistemáticamente los recursos de terceros países mientras mantenía su control militar sobre otros tantos. Ya no existía esa gran amenaza externa que justificara sus acciones. Y es entonces cuando se vuelve fundamental la creación de una nueva.
La creación del nuevo enemigo
Francis Fukuyama escribió en El Fin de la Historia y el Último Hombre algo que sería fundamental para la resolución de éste problema. Para Fukuyama el fin de la historia solo había llegado para Occidente, y es que Fukuyama compara el fundamentalismo islámico, por su fundamento religioso y su defensa nostálgica de los valores tradicionales frente al estilo de vida occidental, con el fascismo europeo.
Por otro lado, Huntington sería incluso más claro a la hora de designar el papel del “nuevo enemigo de la libertad” con su teoría del “Choque de Civilizaciones” defendida en su libro de mismo nombre y publicada en respuesta a la obra de Fukuyama. En dicha teoría Huntington establece una clasificación de los estados en diferentes civilizaciones que los agrupan y afirma que no se ha llegado al fin de la historia y que ésta continuará como conflictos entre civilizaciones y no entre ideologías. Citando su artículo:
“Los Estados-nación seguirán siendo los actores más poderosos del panorama internacional, pero los principales conflictos de la política global ocurrirán entre naciones y grupos de naciones pertenecientes a diferentes civilizaciones. El choque de civilizaciones dominará la política global. Las fallas entre las civilizaciones serán los frentes de batalla del futuro.”
De la misma forma afirma que el crecimiento de las ideas de democracia y libre comercio sólo han crecido en la “cristiandad occidental” y clasifica a las civilizaciones sínica (China, Coreas y Vietnam) e Islámica cómo rivales directos de la civilización occidental, y estima un futuro enfrentamiento entre estas.
Su acción no se limitó a la teoría, sino que promovieron de forma directa la intervención americana como miembros de grupos neoconservadores colaboradores del gobierno estadounidense, cómo se refleja en la firma de Fukuyama junto a la de otros intelectuales de una carta al presidente Clinton a favor de la segunda guerra contra Irak, cómo confirma la obra Imperialismo Humanitario de Jeac Bricmont.
Las teorías de ambos intelectuales son el reflejo de la nueva estrategia americana cuyo objetivo es reforzar la hegemonía estadounidense mediante la captación de recursos fósiles. Y se utilizarían para construir el discurso que convenciera a la ciudadanía americana de apoyar las posteriores intervenciones en países de Oriente Medio cómo Irak y Siria.
Para justificar esta hipótesis nos apoyaremos en dos testimonios de gran importancia y de carácter revelador. Por un lado el testimonio de Robert Gray en el documental Cabalgando sobre la tormenta, y el ex-comandante de la OTAN, Wesley Clark en el programa Democracy Now.
En el contexto de la invasión de Kuwait por parte de Irak, la hija del embajador kuwaití en Washington contaba en la cámara del congreso su experiencia vivida en un hospital el día de la invasión irakí, su testimonio decía asi: “Cuando me encontraba allí vi cómo entraban en el hospital soldados iraquíes, sacaron a los bebés de las incubadoras y los dejaron morir sobre el suelo helado. Fué horrible.”
Este testimonio fue decisivo para convencer a los senadores que acabarían votando a favor del uso de la fuerza en Irak. Pese a ésto, posteriormente se demostró que su testimonio era falso, puesto que la hija del embajador nunca estuvo allí. Su testimonio ante el congreso fue preparado por Hill and Knowlton, empresa contratada por la administración americana para conseguir el apoyo de la ciudadanía a la guerra.
Robert Gray, hombre a cargo de ésta tarea, declaró: “Siempre resulta difícil por supuesto en una democracia cómo usted sabe, conseguir el apoyo masivo de la opinión pública a la decisión de participar en la guerra, la administración había decidido eso y nuestro trabajo era educar el pueblo americano en las ventajas que conllevaba tal decisión para conseguir ese apoyo”
Se podría pensar que ésto fue un caso aislado, sin embargo los testimonios de Wesley Clark apuntan lo contrario. Durante su entrevista en 2007 con Amy Goodman en el programa Democracy Now el excomandante de la OTAN explica como fue al Pentágono 9 días después del atentado a las torres gemelas y uno de los principales generales le explica que se había tomado la decisión de ir a la guerra con Irak sin que se hubieran encontrado ninguna prueba que relacionara a Saddam con Al Qaeda, además cuenta cómo unas semanas más tarde éste mismo general le muestra un memorando del entonces secretario de defensa Donald Rumsfeld, explicando cómo EE.UU iba a invadir a 7 países en 5 años, Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán e Irán.
Estados Unidos ha hecho uso desde el atentado del 11 de septiembre de una narrativa del terror que afirmaba la existencia de terroristas o la colaboración con ellos por parte de diferentes países, bajo éste pretexto de la “guerra contra el terrorísmo” o contra el llamado “eje del mal” Estados Unidos ha intervenido desde 2001 en; Filipinas (2002), Irak (2003-2011), Somalia (2007), Libia (2011), Yemen, Pakistan y Somalia (2011-2012) y Siria (2014)
Desde entonces se ha continuado con éste discurso en el que los terroristas parecen estar hasta debajo de las piedras, hoy éste mismo discurso es el utilizado por Netanyahu, que bombardea los hospitales, escuelas, templos, ambulancias y zonas de ayuda humanitaria en Gaza bajo las afirmaciones de que ahí se esconden los soldados de Hamás.
A la luz de estos argumentos, sostenemos que el término “terrorismo” se ha convertido en una herramienta política utilizada para justificar los actos de violencia perpetrados por los estados, bajo sus propios intereses monetarios y o territoriales, creando una situación en la que parece no discernirse un límite para las acciones de violencia, esto puede llevarnos a las preguntas de ¿Hasta donde llegarán?, ¿Cuál será el próximo lugar al que apunten?, ¿Seré yo un terrorista?
Autor: Sergio Terenti Moreno.