Mujeres en el cine de Terror: camina hacia la igualdad, Caroline

En una entrevista, Pedro Ruiz comentó: “Lo bueno del cine es que durante dos horas los problemas son de otros”. Sin quitarle veracidad a esta frase, hay que apuntar que Pedro Ruiz es un hombre blanco, efectivamente. Cuando eres mujer y no dejas de identificarte con la animadora que muere al principio de la película, la joven acosada por un monstruo, la esposa ignorada por su marido o la femme fatale que busca la perdición del protagonista, lo que te preguntas es: ¿qué problemas tienen los otros conmigo? 

En este artículo analizaremos el papel que las mujeres han desempeñado dentro de la ficción de los distintos subgéneros del cine de terror, qué realidad reflejan y cómo han cambiado con el paso de los años.

Antes de empezar es importante aclarar que el título de este artículo abarca un espectro bastante amplio. Para tratarlo correctamente deberíamos hablar de:

  • Mujeres cineastas: es decir,  directoras, guionistas, actrices y todo tipo de creadoras especializadas en terror.
  • Personajes femeninos que dan miedo: según recoge Carol J Clover en su publicación Men, women and chainsaws (1992), los personajes masculinos son los que suelen ejercer la violencia en la ficción así como ocurre en la realidad. Cuando son los femeninos los que aterrorizan al resto de personajes se les representa de manera diferente dependiendo del género del creador:
  • Creadores masculinos: según la teórica británica Laura Mulvey, las terroríficas mujeres escritas por hombres tienden a clasificarse en tres tipos de personajes: la bruja (Suspiria, Jóvenes y brujas) la castradora (Misery, Alguien voló sobre el nido del cuco ) y la tentadora (Drácula, El hombre de mimbre o cualquier película de Theda Bara). Según Mulvey, el objetivo de estos personajes es revelar los deseos masculinos y, quizás aún más, los temores masculinos.
  • Creadoras femeninas: tal como explora Desirée de Fez en su libro La reina del grito (2020), para las cineastas encarnan miedos que nosotras mismas padecemos. La culpa (Saint Maud, 2019), la soledad (The Wind, 2018), los roles de género (Honeymoon, 2023), los cuidados (Relic, 2020), el horror al embarazo (Reposo absoluto, 2022), volver a casa sola (Una chica vuelve a casa sola de noche, 2014) o la regla (Crudo, 2016), son ejemplos de ello.
  • Personajes femeninos que son aterrorizados:
  • Para ellos: frecuentemente hay que salvarlas del hombre/monstruo/ente masculino (Carol J Clover, 1992).
  • Para ellas: frecuentemente son bastante capaces ✌🏼

En este artículo, exploramos las tendencias de los personajes femeninos dentro de los distintos subgéneros del terror. A su vez, recomendaremos algunas películas de autoras de cada categoría.

CINE DE MONSTRUOS: DE FRANKENSTEIN A UNA VAMPIRESA CON HIYAB

Imagen de Drácula de Bram Stoker.

Comenzamos con el subgénero más antiguo de la historia del cine. La primera película con intención de aterrorizar a sus espectadores fue Frankenstein de Mary Shelley (J. Searle Dawley, 1910). Si bien el film está basado en la obra de una mujer, no hay ningún personaje femenino dentro del reparto principal.

No es hasta llegados los años 20 cuando las mujeres tienen el dudoso honor de adquirir un rol principal en la ficción cinematográfica: el de femme fatale, vamp o flapper. Y es que con la incorporación de las mujeres al sector laboral y su correspondiente independencia económica la cuestión de qué harán con su recién estrenada emancipación está en el punto de mira.

El personaje de la femme fatale no refleja otra cosas que el miedo masculino a esta nueva situación y el temor a la dominación femenina a través de su sexo. Se utilizan estas figuras para que la mujer tenga en cuenta las consecuencias del libertinaje y se aleje de él. Películas como When a woman sins (1918) y The She-Devil (1918), ambas dirigidas por J. Gordon Edwards y protagonizadas por Theda Bara, son ejemplos de esto.

El estreno de Nosferatu (Friedrich Wilhelm Murnau, 1922), además de tomar el relevo en el expresionismo alemán que El gabinete del Doctor Caligari (Robert Winnie, 1920) había legado, llevó a conflictos con la familia de Bram Stoker. Aunque la intención de Murnau era adaptar Drácula al cine, la esposa de Bram Stoker, Florence Balcombe (propietaria de los derechos de la obra tras la muerte de su marido), nunca la reconoció como tal.

La premisa de partida era la misma: un abogado se traslada al castillo de un extravagante noble que pretende comprar varias propiedades en Londres y este conde resulta ser un poderoso vampiro. Sin embargo, fue el personaje de la esposa del abogado el que hizo saltar las alarmas de Florence Balcombe. 

En la novela de Bram Stoker, Mina es la prometida del abogado. Maestra de escuela de principios intachables cuyas sólidas virtudes se tambalean al conocer a Drácula, quien fue su amado esposo en otra vida. En la obra, Mina es un personaje complejo al que se le permite la duda, incluso su pareja la comprende y la defiende de su propio juicio cuando dice sentirse sucia.

Sin embargo, Ellen, el personaje de Murnau, es una mujer cuya intervención es meramente casual. Le tiende una trampa al vampiro ofreciéndole su sangre justo antes del amanecer con lo que, al salir el sol, ambos acaban muriendo. Mientras Mina es un personaje con muchas aristas, Ellen es un objeto a sacrificar por el bien común.

Murnau decidió omitir toda la historia de amor, el triángulo amoroso y a Mina, que tan importante eran para el legado de Stoker. Si lo hizo porque no le dio el valor que tenía o porque pensaba que sería un argumento demasiado polémico para el espectador medio es pura especulación. 

Siguiendo el hilo de la segunda opción, es interesante saber que la primera adaptación fiel a la novela fue Drácula de Bram Stoker (Francis Ford Coppola, 1992) donde no sólo se muestra la relación triangular entre Drácula, Mina y Jonathan si no también el idilio afectivo-amistoso entre Mina y Lucy, tolerado entre mujeres en la Inglaterra del siglo XIX.

Sobre el triángulo amoroso, parece no ser un tema tabú ya que fue llevado al cine en distintas ocasiones: El fantasma de la ópera, El jorobado de Notre Dame… Si recogemos las palabras de Mulvey sobre cómo los cineastas revelaban (y revelan) los terrores masculinos en sus obras, parece que el temor a que otro hombre presentado como monstruoso “se quede” con tu pareja ha sido una constante en el siglo XX.

Visto así, la idea de presentar un triángulo amoroso desde la perspectiva de la chica y que ambos pretendientes sean monstruos parece casi transgresora. Sí, estoy hablando de Crepúsculo (Catherine Hardwicke, 2008). 

La novia de Frankestein.
La novia de Frankestein, 1935.

De los años 20 a 40, el cine clásico de monstruos fue todo un fenómeno en EEUU. A pesar de la amplia cantidad de producciones de esta temática no fue hasta el declive del género cuando aparecen personajes femeninos protagonistas en remakes de dudosa calidad. Casos como La novia de Frankenstein (James Whale, 1935), en el que ni siquiera el título de la película es correcto ya que se refieren a la novia del monstruo del doctor Frankenstein, o La mujer invisible (Eddie Sutherland, 1940), que coloca el terror a un lado para convertirse en una comedia de gags, dejan claro que la mujer ha sido el último recurso para terminar de explotar un relato. 

Dentro de esta época es destacable el film La hija de Drácula (Lambert Hillyer, 1936) por la polémica que generó. Y es que la Asociación de Padres de Familia de EEUU pidió a la productora que omitiesen los momentos más violentos de la cinta ya que una mujer no debería hacer esas cosas.

Aunque la época dorada del cine de monstruos de EEUU terminó, esta temática ha seguido estando vigente hasta nuestros días. En estos años, la relación entre vampiros y sexualidad se ha explorado de distintas maneras. Después de mucho cine de terror erótico (hablaremos de fantaterror y exploitation más adelante) encontramos en los 90 una serie de películas que abordan la sexualidad femenina desde la perspectiva de la mujer como es el caso de Claudia en Entrevista con el vampiro (Neil Jordan, 1994), una vampira adulta encerrada en la eterna infancia de un cuerpo que no envejece, interpretada por una muy joven Kirsten Dunst, y el caso de Mina y Lucy en Drácula de Bram Stoker que comentamos anteriormente.

Si te interesa esta temática no debes dejar de ver Una chica vuelve a casa sola de noche (Ana Lily Amirpour, 2014) donde una vampira con hiyab y camiseta de rayas vigila las calles de Bad City a lomos de su monopatín.

CIENCIA FICCIÓN: MUY FUTURISTA, POCO PROGRESISTA

Escena de Alien, con Sigourney Weaver.
Tu cuñao comentando el vestido de la Pedroche. 

La mezcla de terror y ciencia ficción surge con el terror británico de los años 50, también llamado cine de terror de la Guerra Fría. Cataclismos, extraterrestres, zombis… Todo es posible en estas películas salvo personajes femeninos que tengan más de dos frases. Con la incorporación al género del universo de horror cósmico de H.P. Lovecraft no aumentó la presencia femenina.

No fue hasta 1972 con el estreno de Alien (Ridley Scott) cuando por fin las mujeres del reparto dejan de ser personas a las que salvar para ser las que toman las decisiones como teniente (Sigourney Weber como Ellen Ripley) y oficial de navegación (Verónica Cartwright como Lambert), los dos roles más importantes del elenco. No fue una decisión arbitraria sino una conclusión muy meditada por la producción de la película para diferenciarse del resto de la oferta cuyo reparto era ultramasculino. 

Como recomendación os proponemos la poco convencional Crudo (Julia Ducournau, 2017) donde una joven vegetariana se enfrenta al reto de comer carne animal por primera vez.

PARANORMAL: UN FANTASMA RECORRE EUROPA, EL FANTASMA DEL FEMINISMO

Megan Fox en Jennifers body.

En cuanto a roles femeninos predomina de “la madre protectora” repetido hasta la extenuación en películas como Rosemary’s Baby, La Profecía, Amityville Horror, El resplandor, El orfanato… Como antítesis destaca The Babadook (Jennifer Kent, 2014) en la que la madre es el propio monstruo que pone en riesgo a la familia. Hace referencia a la depresión y pone encima de la mesa el miedo a fracasar en los cuidados. Ya utilizó este último tema Amenábar en Los Otros (2001) y también lo trata tangencialmente Ari Aster en Hereditary (2018).

Otro tema recurrente es el control del cuerpo femenino. Personajes como Carrie o Reagan (El exorcista, 1973) ponen de manifiesto esa frustración al no poder desarrollar todo su potencial bajo el yugo de la familia, la sociedad o la religión. En el caso de Carrie, ocurre así literalmente mientras que en El exorcista el mensaje es más críptico. En este último film resulta muy interesante, como apunta Desirée de Fez en su obra Reina del grito (2020) el personaje de la madre de Reagan.

Chris es una madre soltera, actriz, que disfruta de su vida social a la vez que cría felizmente a su hija adolescente. Tras la posesión, su vida cambia drásticamente: lleva a su hija al hospital donde la someten a infinidad de pruebas médicas que apenas le son notificadas. Los primeros contactos con la Iglesia tampoco son agradables para ella, como si de alguna manera su entorno aprovechase su insólito problema para castigarla por su vida poco tradicional. Aún así, la película acaba con madre e hija vivas y felices y muchos hombres que han intentado someterlas bastante maltrechos, por lo que podemos sospechar de qué pie cojea el director.

Otra película que trata el tema es Jennifer’s Body (Karyn Kusama, 2009) y lo hace centrándose en la dominación sexual. La trama se dispara cuando un grupo indie realiza un ritual satánico para alcanzar la fama sacrificando a una virgen. Spoiler: Jennifer no es virgen. Se lía.

Y hablando del control del cuerpo femenino, ¿sabías que el personaje de Carrie en el libro está gordo? Stephen King describe a la adolescente como una chica robusta, con granos y que utiliza la comida como única vía de placer. Sin embargo, ninguna de las tres adaptaciones cinematográficas de la novela muestra a una actriz con estos rasgos. De hecho, uno de los rasgos comunes en las actrices Sissy Spacek (1976), Angela Bettis (2002) y Chlöe Grace Moretz (2013) es la delgadez. Una vez más en este artículo, vemos cómo la literatura plasma realidades que el cine censura.

Dentro de este subgénero recomendamos revisionar Jennifer’s Body, desmenuzar The Babadook y The Love Witch (Anna Biller, 2016) donde una joven viuda decide tomar el control de sus relaciones a cualquier precio.

GIALLO, SLASHER Y FANTATERROR: ESTAS MUJERES TENDRÍAN QUE HABER COBRADO MÁS

El Giallo y su versión aterradora.

Podríamos analizar estos subgéneros con nuestras gafas moradas durante páginas y páginas así que, para no eternizarnos, vamos a incidir sobre los puntos claves de cada uno de ellos.

El Giallo nace en Italia en los años 40. En sus inicios trata novelas policiacas aunque, con el paso de los años, muchas de las películas obvian la parte de ficción policial para centrarse en el suspense-horror (Suspiria, Dario Argento, 1977). Es el precursor del Slasher y los roles de género que muestra el italiano se mantienen en el estadounidense.

La trama central de las películas es común: asesinos en serie que matan a sus víctimas a lo largo del film. Pueden ser humanos o no y sus víctimas responden a un arquetipo tan marcado que ha dado lugar a variedad de comedias como The Cabin in the woods (2012, Drew Goddard), The final girls (Todd Strauss-Schulson, 2015) o el metahumor de la saga Scream (Wes Craven, 1997).

Los arquetipos que identifica The Cabin in the woods son: la zorra, el atleta, el erudito, el idiota y la virgen. De esta manera, el cine de terror estadounidenses advierte a los jóvenes que estas conductas están castigadas en la sociedad. Una sociedad tradicional a la que el libertinaje del movimiento hippie le preocupa y teme que su juventud se eche a perder por el consumo de drogas y el sexo libre.

Arremeter con violencia contra “la chica fácil” que está teniendo relaciones con el atleta, cargarte al sabiondo que cree tener más conocimiento que sus mayores, quitarte de en medio al idiota drogado (probablemente, de forma ridícula) y que sobreviva la virgen (final girl) da un mensaje claro y contundente a las mujeres: sé una buena chica y te salvarás.

Desde hace unos años se está haciendo una revisión del género desde el feminismo. Películas como It follows (David Robert Mitchell, 2015) o X (Ti West,2022) toman el relevo del Slasher desde una nueva perspectiva de género, haciendo que las scream queens sean mucho más que la virgen o la puta de la película.

Fantaterror y destape en la España de los 60 y 70

Paralelamente, España está viviendo su propio proceso con el Fantaterror. Iniciado a finales de los 60 y principios de los 70, cuando el país está saliendo aún de la represión franquista. Lo prohibido se aúna: terror y erotismo van de la mano en el cine de Jesús Franco, donde mujeres hipersexualizadas protagonizan secuencias lésbicas, eróticas y pornográficas (exploitation europeo).

Dentro de la cosificación que vivieron las mujeres alrededor de este género, nos interesa mucho detenernos en las actrices del destape español. Mujeres como Nadiuska, Bibiana Fernández y Bárbara Rey fueron la cara visible de una revolución tal que sus nombres siguen en el candelero en nuestros días. El empoderamiento se usó en los 70 para que muchas actrices accedieran a este tipo de papeles.

Sin embargo, la misma industria que las premió las condenó en los 90 cuando España ya había “superado” esta etapa de rebeldía. Muchas producciones se negaron a contratarlas por considerar su imagen poco seria, lo que provocó que estas actrices fueran marginadas en la industria y tuvieran que dedicarse al porno, la prostitución o formar parte de la parrilla televisiva en programas de prensa rosa. Por el contrario, actores masculinos como Andrés Pajares no sufrieron este rechazo (al menos, no permanentemente) y pudieron seguir formando parte de las tendencias contemporáneas de cine.

El fantaterror ha evolucionado mucho y los roles de las mujeres que nos muestra nada tienen que ver con sus orígenes. Directores como Paco Plaza (Verónica, 2017; Rec, 2007; La abuela, 2022) nos muestra un amplio rango de mujeres de distintas edades y ocupaciones.

Sin embargo, la presencia de mujeres cineastas especializadas en el terror es escasa. Según Fotogramas, el porcentaje de mujeres directoras en 2017 fue del 12%. Si tenemos en cuenta que el cine de terror a menudo es considerado cine de autor, que se venera la figura del director y que nuestra sociedad sigue siendo machista… mal augurio para las cineastas que quieran dedicarse al terror.

La buena noticia es que, en 2022, el porcentaje de directoras y guionistas en España subió al 43% (ICAA, 2023), el más alto de los últimos 5 años. La manera de seguir subiendo este porcentaje es consumir cine creado por mujeres, así que no pierdas la oportunidad de ver Cerdita (Carlota Pereda, 2022) ni Paradise Hill (Alice Waddington, 2019). En Cerdita una adolescente con sobrepeso (Laura Galán) verá interrumpido su bochornoso verano extremeño por la aparición de un misterioso desconocido. Paradise Hills muestra la experiencia de Uma (Emma Roberts) en un retiro donde las familias de clase alta ingresan a sus hijas para convertirlas en la mejor versión de ellas mismas. Cine español femenino para todos los gustos, Cerdita más costumbrista y Paradise Hills con tintes de ciencia ficción y fantasía. Las vas a disfrutar.

CINE DE TERROR ASIÁTICO: MUCHO MÁS QUE SEÑORAS CON PELAZO

Imagen de la portada de un film japonés sobre yurei.

Dentro de su amplia variedad, vamos a hablar de una de las grandes figuras que el J-Horror nos regaló durante su época de expansión: el Yurei.

Esta figura procedente del folklore japonés encarna el sufrimiento que una persona padeció al final de su vida, transformando esta experiencia en una maldición. A menudo son espíritus vengativos como en Ringu (Hideo Nakata, 1998)  o Ju-on (Takashi Shimuzo, 2000). Otras, sólo quieren que se haga justicia: Darkwater (Hideo Nakata, 2002). Si aún no has visto estas joyas y no quieres spoilers, no leas los siguientes párrafos:

AVISO SPOILER

Si hacemos memoria, Ringu y su remake The Ring nos habla de una niña que es adoptada por una pareja. La niña empieza a manifestar una serie de habilidades telequinéticas que atemorizan al matrimonio, por lo que deciden acabar con la vida de la joven tirándola a un pozo. Es muy probable que, si viste la película durante tu adolescencia, sólo recuerdes la parte en la que el fantasma de la niña ha creado una serie de vídeos VHS que recogen su agonía antes de fallecer en el pozo y, como si no fuera suficiente el malestar que provoca el vídeo, el espectador recibe una llamada en la que una siniestra voz infantil le advierte que morirá en 7 días (los que ella tardó en morir).

Por otra parte, en Ju-on una serie de personas viven las apariciones de un niño que maúlla y una mujer que emite un quebradizo grito gutural. Si sólo viste el remake estadounidense, El grito, te perdiste la razón de 96 minutos de sustos (muy bien dados, eso sí). Lo que este terrorífico dúo madre e hijo hacían era advertir a los nuevos inquilinos de la casa de la presencia de su asesino: el padre de familia. Un hombre normal y corriente, sin ninguna caracterización horripilante, era el que se le aparecía finalmente a las víctimas de estas maldiciones para matarles igual que mató a su hijo (ahogándole en una bañera junto a su gato, provocando la unión de estos) y a su mujer (partiéndole el cuello mientras ella gritaba, generando ese desgarrador sonido de auxilio que su fantasma lleva toda la película emitiendo).

FIN SPOILER

Que unos personajes vulnerables, como son una niña adoptada o una mujer y su hijo víctimas de violencia de género, tengan poder después de la muerte, da al autor la oportunidad de profundizar en injusticias sociales sin que la película resulte polémica.

Aunque el J-Horror fue el primero en abrirse camino al mercado internacional, no han tardado en llegar a nuestro país grandes títulos de otras nacionalidades asiáticas. En una línea diferente a la trama de los yureis recomendamos Incantation (Kevin Ko, 2022), esta película taiwanesa es fuertecita, ojo; y la coreana Gokseong (Na Hong Jin, 2016).

GORE: ATENCIÓN, PREGUNTA…

Imagen de Terrifier 2.

Más allá de que es el subgénero más polémico y que bebe directamente del Giallo (por lo que podrás imaginar que el rol femenino es el de víctima), me gustaría, querida persona que me estás leyendo, lanzarte unas preguntas sobre esta «casualidad» cinematográfica: 

Dentro del subgénero gore, ¿qué dos países crees que han desarrollado su propia industria del gore más extremo reconocido a nivel internacional?

¿Qué países perdieron la Segunda Guerra Mundial?

¿Cómo viven los ciudadanos de esos países ser internacionalmente reconocidos como los malos durante el resto del siglo XX?

¿Qué consecuencias sociales tiene el autorechazo a esa escala?

La respuesta de la primera es Japón en los 70s y Alemania en los 80s. El resto de preguntas te las dejo a ti.

ECOTERROR: NO ES ECOANSIEDAD, PERO CASI

Little Joe.

Este subgénero trata el miedo a fenómenos naturales o criaturas que ponen en peligro a la especie humana. Ejemplos conocidos son Los pájaros (Alfred Hitchcock, 1963), Anaconda (Luis Llosa Urquidi, 1997), Tiburón (Steven Spielberg, 1975), Godzilla (Ishiro Honda, 1954) e infinidad de kaijus japoneses. A excepción de King Kong (Merian C. Cooper, 1933), los grandes títulos suelen tratar al género femenino como una víctima más.

Sobre King Kong y Ann (la actriz a la que secuestra la criatura) hay multitud de teorías ecologistas y feministas. Una de las más conocidas es la que expone Virginie Despentes en su Teoría King Kong (2006). Despentes habla en este libro tanto de la cultura de la violación como de la violencia estética. Sobre su obra, resumió:

En esta película, King Kong se convierte en una metáfora de la sexualidad antes de la separación de los géneros impuesta políticamente a finales del siglo XIX. King Kong está más allá del hombre y más allá de la mujer. Está enganchado en el vínculo entre el hombre y la bestia, adulto y niño, bueno y malo, primitivo y civilizado, blanco y negro. Es híbrido, antes de la imposición del binario. La isla en la película se convierte en el potencial de una sexualidad polimórfica ultra poderosa. Justo lo que el cine desea capturar, mostrar, distorsionar y, al final, destruir.

Nuestra recomendación en cuanto a ecoterror es Little Joe (Jessica Hausner, 2019). Trata de Alice, madre soltera y biotecnóloga que está trabajando junto a su equipo en la creación de una planta con valor terapéutico, es decir, una planta que garantice felicidad a quien la cuida.

Y aquí termina este compendio de artículos sobre mujeres en el cine de terror. Espero que hayas disfrutado y haberte podido ofrecer una perspectiva diferente. 

Y, recuerda, el cine que consumes también es política.