El papel de la comunicación en las políticas públicas

El papel de la comunicación en las políticas públicas

¿Para qué comunicamos? Normalmente si le hacemos a alguien estas preguntas expresará, con toda razón, que la función de la comunicación es “contar” algo. El contenido variará según a quién nos dirijamos, al igual que lo hará la forma; pero, en esencia, estaremos “contando” algo que nos “interesa” que se conozca. Y, normalmente, esperando que esta información tenga algún tipo de recibimiento, un fin.

Escrito por Javier Durá

En las relaciones sociales, esta comunicación suele ser bidireccional, por ejemplo en una conversación. Esperamos que haya un feedback y que nuestro interlocutor reaccione y a su vez nos exprese su opinión. En otras esferas, como puede ser el periodismo, la comunicación también tiene un carácter similar, pues aunque el medio de comunicación vierta una información a la ciudadanía, espera generar algún impacto y recogerlo posteriormente, ya sea en una nueva noticia o como opinión pública. ¿Qué sucede entonces con la administración y las instituciones públicas?

Las prácticas de estos organismos con respecto a la comunicación se han sustentado en un canal unidireccional, en el que se informa a la población pero no se articulan mecanismos para recibir ningún tipo de mensaje por su parte. Con la irrupción de internet y los medios digitales, la ciudadanía ha hecho esfuerzos por reclamar un cambio del modelo comunicativo, con la finalidad de que sus reclamaciones fuesen escuchadas y, de esta forma, que las administraciones pudieran atenderles mejor.

No obstante, la comunicación que pueden hacer las instituciones puede ser más avanzada. Además de escuchar a la población y conocer sus necesidades, también se le debe de tener en cuenta en la planificación de las soluciones, es decir, cuándo se diseñan políticas públicas. Y es que, precisamente, profundizar en la habilitación de canales que cuenten con la ciudadanía en el diseño de políticas públicas se ha identificado como un eje clave para conseguir unos mejores resultados.

En este artículo se pretende profundizar en el papel de la comunicación de las políticas públicas, explicando brevemente primero qué son, y qué oportunidades de mejora se podrían aplicar para facilitar la comunicación de las instituciones y la ciudadanía en el diseño y ejecución de estas intervenciones.

¿Qué son las políticas públicas?

“Una política pública está conformada por actividades orientadas a la solución de problemas públicos, en la que intervienen actores políticos con interacciones estructurales y que evolucionan a lo largo del tiempo”

Lemieux

Las políticas públicas son las iniciativas llevadas a cabo por los gobiernos e instituciones, destinadas a responder una necesidad o problema que tenga el conjunto de la población o parte de ella. Son entonces una serie de intervenciones, decisiones y acciones de la administración que se llevan a cabo frente a situaciones negativas para la sociedad y que buscan su resolución o, al menos, llevarlas a niveles manejables [Velásquez, 2014].

Toda política pública se compone de unos objetivos deseables y medibles, organizados según una serie de acciones concretas que orientan su consecución en una dirección determinada. Estas iniciativas pueden incidir en la realidad de forma diferente: desde la economía, la educación, el medioambiente, el empleo, lo social, etc.

Generalmente requieren de un consenso social, del establecimiento de un acuerdo entre la sociedad civil, o las partes interesadas, y el Gobierno, para encontrar las mejores salidas a los problemas que tengan las personas, es decir, la población beneficiaria.

Por tanto, las políticas públicas son consideradas como los instrumentos democráticos de gestión pública por excelencia [Velásquez, 2014]. Significan la articulación de intereses y propósitos entre el Estado, los colectivos sociales y la ciudadanía en general. Se constituyen como la relación más directa entre un Gobierno (sin importar su nivel territorial) y la población.

La importancia de la comunicación

Al ser un “punto de encuentro” entre la administración y la sociedad civil, la legitimidad de las políticas públicas radica precisamente en las respuestas dadas a las necesidades y problemas de la ciudadanía. Estas acciones políticas son validadas según valores como la eficacia, la eficiencia, la sostenibilidad, etc. En definitiva, cómo de efectiva ha sido la resolución del problema detectado en un inicio. Por ello, la participación social se identifica como un elemento fundamental de las políticas públicas, al ser necesaria la deliberación y la consulta al colectivo social implicado, para conocer tanto las necesidades como los mecanismos requeridos.

En un momento social y político en el que los Gobiernos y las administraciones sufren una crisis de confianza y de legitimidad por parte de la sociedad civil [Canel, 2018], la articulación de la participación ciudadana en la elaboración e implementación de las políticas públicas se identifica como un elemento clave para restaurar su imagen para la ciudadanía.

Es aquí donde entra en juego una correcta comunicación de las políticas públicas, hasta el punto de que quizás debería ser incluida incluso en su ciclo, ya que se ha convertido en un elemento necesario para asegurar el éxito de una política [González, 2017]. Comunicar adecuadamente una política pública sirve para [ibid]:

  • difundirla entre la sociedad simplificando su contenido,
  • articular la participación en torno a su construcción,
  • establecer los causes efectivos para su implementación,
  • mostrar su adecuación a las necesidades de la población,
  • y, por último, generar una legitimidad de la organización (ya sea del Gobierno o de la administración) en tanto que se posiciona como garante de la ciudadanía al atender a sus problemas del modo requerido por la población.

En conclusión, la comunicación transversal de las políticas públicas se constituye como “un proceso de intercambio y diálogo entre los actores que conforman la escena pública, como necesario instrumento de difusión de información y como estrategia para la implementación”. [Uranga, 2012].

¿Cómo podemos mejorar la comunicación de las políticas públicas?

Como se ha adelantado en puntos anteriores, esta mejora pasa por la inclusión de la ciudadanía en la toma de decisiones y en el diseño de las políticas públicas. También durante su implementación y posterior evaluación el papel activo de la población en el control de las políticas públicas puede potenciar los resultados obtenidos. Para que esto sea posible, los primeros pasos que tienen que dar las Administraciones giran en torno a: la construcción de canales de comunicación bidireccionales y el fomento de la participación ciudadana real.

En ambos casos, lo fundamental es tener una comunicación cercana y sincera con la población. Hay que huir de la comunicación unidireccional en la que todo recurso es utilizado como un tablón de anuncios. Tanto las webs como las redes sociales y otros medios de comunicación actuales que están a disposición de los equipos de comunicación de la Administración tienen una tendencia a subir información sin que importe su repercusión ni la opinión pública generada.

De este modo, el establecimiento de nuevos canales de comunicación pasaría por mejorar el uso que las Administraciones hacen de los medios de comunicación a su disposición. Por ejemplo, teniendo una presencia activa en las redes sociales y facilitando el debate social, la atención a la ciudadanía y el intercambio de opiniones se podría recoger las percepciones sociales de la población, acercándose así la administración a la ciudadanía. En consecuencia, estas medidas impulsarían por tanto la comunicación bidireccional que, a su vez, serían el primer paso para incentivar la participación ciudadana y mejorar las políticas públicas.

Los Gobiernos, sobre todo a nivel local, tienen la capacidad y la oportunidad de ser los agentes del cambio que estén en contacto cercano con la población. Ya que pueden conocer sus inquietudes, sugerencias y peticiones. Pero esto solo se conseguirá si se transforman los actuales flujos comunicativos, lo cual pasa por incorporar las herramientas de participación ciudadana y, además, utilizar estrategias comunicativas propias de la actualidad, transitando así hacia un modelo de Administración que podemos denominar como 2.0.

Con la consecución de este modelo se avanzará en:

  1. la consolidación de la comunicación como garantista de unas mejores políticas públicas;
  2. la disminución de la desconfianza que siente la población hacia las administraciones, cuyas razones están motivadas por el sentimiento de desamparo, ineficacia y extrema burocratización de los servicios.

En conclusión, las Administraciones tienen que dar pasos en la transformación de su comunicación para: hacer mejores políticas públicas; crear legitimidad; edificar relaciones de confianza y de cercanía; e impulsar una participación ciudadana crítica y activa.

Bibliografía

– Canel, M.J. (2018) “La comunicación de la administración pública.” Colección Comunicación, Fondo de Cultura Económica.
– González, A. (2017) “La importancia de la comunicación de las políticas públicas.” Más poder local, nº31.
– Uranga, W. (2012) “Sin comunicación no hay políticas públicas democráticas.” n el cruce de la política y la comunicación, Buenos Aires, Argentina: La Crujía.
– Velásquez, J.A. (2014) “La comunicación: fundamento de las políticas públicas.” Revista Comunicación, nº 30, pp: 23 – 33, Medellín-Colombia.