Hoy entra en vigor en España la Ley Mordaza o, más propiamente dicho, las Leyes Mordaza. Son la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana, la Ley de Enjuiciamiento Criminal y el Código Penal. Reducen los indicadores de calidad democrática en nuestro país y las posibilidades de vivir en una sociedad libre. Como ya adelantamos hace meses, nos oponemos a esta política porque entendemos que supone un recorte de libertades, la desaparición de garantías fundamentales y la erosión de la separación de poderes.
Nosotros lo tenemos claro: hablar de “seguridad” entendida como la amenaza constante de una sanción a conductas sociales es una perversión del término. Parte de una idea preconcebida de cómo tiene que ser la sociedad y declara que todo lo demás es problemático. Es solo una forma de interpretar la manera “normal” que debería tener el comportamiento humano. Es un enfoque teórico entre tantos, que no tiene validez universal. Al no tener validez universal, al no existir certezas, solo cabe preguntarle a la gente qué se debe hacer. En esencia eso es la democracia: en caso de duda no acudir a una ley suprema o a una verdad absoluta, sino a la voluntad de la mayoría de la población. Por ello, ningún Gobierno debería poder imponer un modelo concreto de sociedad al resto.
Cuando manifestamos que nos oponíamos públicamente a las Leyes Mordaza algunos dijeron que cómo podíamos decir eso. Cómo podíamos posicionarnos si somos un proyecto de formación política y deberíamos ser objetivos y neutrales.
Quien diga ésto no conoce Cámara Cívica.
Desde el primer momento hemos dicho que creemos que la objetividad no existe en comunicación ni en un análisis social. Lo único que cabe es ser honestos con nuestros principios y no esconder nuestras intenciones. Por ello siempre hemos puesto por delante nuestros valores y nuestro posicionamiento político a favor de la democracia y los Derechos Humanos. Cuando creamos Cámara Cívica no lo hicimos para divertirnos o para vender horas de consultoría, sino para empoderar a la ciudadanía y así mejorar la democracia.
Somos demócratas militantes y hacemos lo que hacemos porque creemos que es justo.
Parece una contradicción que un gobierno democrático menoscabe la calidad democrática… y sin embargo, ocurre. En la política intervenienen las luchas de poder y la posibilidad de que unos seres humanos opriman a otros. “Unos tienen deseo de dominar, los otros de no ser dominados”, dice Maquiavelo. Por esto precisamente existe la democracia: porque repartir el poder y limitar su ejercicio garantiza que instaurar una tiranía sea difícil… aunque no imposible. Por ello además de demócratas militantes debemos ser demócratas pragmáticos y otorgar a la democracia el lugar que le ocupa: el de ser un escudo contra quienes intentan imponer su visión del mundo a los demás.
Porque, como decía Abraham Lincoln: “Ningún hombre es demasiado bueno como para gobernar a otro sin su consentimiento”.