X-Men: Todas las vidas de Jean Grey o cómo Lobezno mató a Dios

Comic de X-Men con Jean Grey en la portada

Todos los mutantes podrían ser dioses helenos desde nuestro punto de vista. La mitología de todo el mundo (la de mi querida Asturias incluida) está llena de personajes que, por ejemplo, controlan el tiempo, como Tormenta de los X-Men. La similitud más concreta, más allá de superpoderes, es que el mutante vive perpetuamente en una escala de grises: Cada miembro de la comunidad mutante ha utilizado su poder de forma censurable. Así mismo, muchos de estos miembros son nuestra proyección, de hecho, ¿Quién no usaría su ultra-velocidad para robar en un hipermercado sin que nadie se diera cuenta?

De los protagonistas, el que más se me asemeja a la concepción helena de los dioses es Lobezno. Hugh Jackman y su belleza eterna aparte, quiero decir. Por un lado, es un tipo noble; por otro, un salvaje nihilista. En cualquiera de los casos posibles, ser humano y enfrentarse a él te asegura una muerte violenta. Lo que más me gusta de él, no obstante, es su ansia de libertad. Quizás por eso no acaba de sentirse cómodo en un mundo que, racionalmente, le ofrece orden. En ese mundo, Jean Grey juega un papel especial.

Todas las vidas de Jean Grey

Jean Grey tiene dos poderes principales, la telequinesia (mueve los objetos a placer) y la telepatía. El poder de mover los objetos es ya un clásico de la magia, pero leer la mente es siempre una condición más mística y peligrosa (véase, cómo no, Harry Potter. Y léase Vigilar y Castigar, de Foucault). Sea como fuere, Jean Grey, en un inicio, maneja ambas cosas con modestia, a la sombra de Xavier. Al final de la segunda película, Jean Grey muere para salvar a sus amigos. La mitología cristiana subyace dentro de una escena en la que la protagonista decide sacrificarse en pos de la vida de los demás. Esto lo hemos visto otras veces en la Ciencia Ficción, por ejemplo, en Harry Potter, que se entrega a Voldemort sabiendo que es la única solución para acabar con él.

Lo que no sabíamos es que Jean Grey no sabe quién es, valga la redundancia. El claroscuro de Xavier se revela cuando descubrimos que Jean Grey es, en realidad, el único mutante de clase 5 conocido. El Profesor, viendo que Grey no es capaz de controlar su propio poder, divide al personaje en dos: Uno es Grey, la parte consciente; el otro es el Fénix, la parte inconsciente.  Durante dos películas habíamos tenido a una Jean Grey tímida, escondida siempre tras la espalda de otra persona. Cuán es nuestra sorpresa cuando vemos que Jean Grey vuelve a la vida (en la tercera película, supongo que por casualidad) con el subconsciente liberado por completo, siendo, a priori, un peligro para el planeta Tierra.

Parada feminista:

¿Lo que hace Charles Xavier con ella, es mansplainning o utilitarismo? Por un lado, él decide sin preguntar a nadie cual es la parte de Grey que vamos a conocer; por otro, efectivamente, Jean Grey es un peligro. Sería fácil culpar a Xavier de este comportamiento, no obstante, a la hora de analizar estas actitudes, casi nunca recaemos en que ni Charles Xavier ni Jean Grey existen, pero el guionista sí. Hay una señora que podría gobernar el planeta Tierra a su antojo y hacer las cosas bien, no obstante, la mujer más empoderada del planeta resulta ser un peligro. Por otro lado, durante X-Men y X-Men 2, vemos que Jean Grey se encarga de todos los cuidados de la escuela y observamos cómo este comportamiento hace que esté siempre sacrificándose por los demás. Seguramente Scott “Cíclope”, su novio, dice que “él ayuda mucho en las tareas domésticas”.

Este personaje surge en los años 60, con el primer cómic de la Patrulla X. Otros personajes como Tormenta o Mística (mujeres mucho más independientes), son setenteros. Podemos observar una grandísima diferencia de actitudes entre ambas etapas del cómic. ¿Qué hubiera pasado si Jean Grey hubiera leído a Simone de Beavoir?

Volvamos

Jean Grey no sabe quién es y lo descubre de muy malas maneras. Por si fuera poco, se encuentra ante dos magnates de los mutantes: Uno es Charles Xavier, de la escuela liberal, un tipo kantiano que le dice que tiene que controlarse y que puede haber paz y entendimiento entre mutantes y humanidad. El otro es Magneto, quien es mucho más radical y está decidido a manipular al Fénix para llevar a cabo sus planes. La alegoría del angelito y el demonio, uno a cada lado, resulta más que visible. Como si de una rebelión metafísica se tratara (mira nuestro artículo sobre este concepto en Anakin), el Fénix se rebela (o se deconstruye, según se mire) contra lo que ha sido Jean Grey y empieza a ejercer de mutante nivel 5, esto es, Dios.

Llegado este punto, Xavier demuestra tener razón: El Fénix es una Diosa tirana que parece querer vengarse de los seres humanos (¿no os recuerda un poco al antiguo testamento? La escena de las aguas de la Bahía de San Francisco, por ejemplo). Lobezno, nihilista por antonomasia, se juega la vida yendo hacia el Fénix en mitad de una batalla épica a la que la dirección no acaba de hacer justicia. Una vez llega al Fénix, llama a la Jean Grey que aún subyace en ese cuerpo, como si susodicho cuerpo estuviera poseído. De este sale la voz de Jean Grey que, suplicando, le dice: “Sálvame”. Lobezno, entonces, la mata.

Jean Grey y el libre albedrío

Cuando Lobezno mata a la Diosa está restableciendo el libre albedrío.  A la sombra del malvado Magneto, Jean se disponía a esclavizar a la especie humana y Lobezno –bien podríamos llamarle Prometeo- no quiere consentir tal cosa. Debemos darnos a la reflexión, pues, de qué sucede cuando una persona (física o jurídica) dispone de un poder semejante. La muerte de Jean Grey no sólo constituye un freno a la futurible decadencia, con ella, también muere un poder exacerbado. En términos politológicos, podríamos llamar a Jean Grey de muchas formas, la primera que se me ocurre es Leviatán. La segunda, Fernando VII. “Revolución Francesa”. Lobezno, el jacobino decapita-reyes. ¿Estado de Derecho, quizás? “Sí, eres muy poderoso, pero no puedes hacer esto porque entre toda la ciudadanía hemos hecho este papel de aquí”. ¿Jean Grey es la poderosa piedra y el constitucionalismo el papel que la envuelve? Les dejo a ustedes esa determinación.

Y también les dejo la determinación de quién es Magneto o si Jean Grey es el Leviatán o Fernando VII. En este caso, la razón es sencilla: a lo largo del artículo he establecido ciertas similitudes entre Jean Grey y Jesucristo. También he dicho que Magneto la manipula. Mucho me temo que, hasta que la absurda tipificación de “ofensa a los sentimientos religiosos” no desaparezca de nuestro Código Penal, prefiero la sugerencia antes que una punible afirmación.

A mi amigo Rafa, que me dijo que lo más difícil
en la vida es saber quién es uno mismo:
Incluso Dios tuvo que preguntárselo
en el monte de los olivos”.

RECORDATORIO: No olvides apuntarte al #Cervecívica del próximo lunes 23  “X-Men: La diversidad como superpoder”. Pincha aquí.

por Fernando Camacho.

Estudiante de Estudios Ingleses e Historia del Arte. Leo más que escribo y reflexiono mucho sobre ética y estética. "Con Montmartre y con la Macarena comulgo" (M. Machado), me gusta la contemplación y el Betis. ¡Sobre todo el Betis!