¿Hay algo de política en Stranger Things?

Desde hace varias décadas, el cine es considerado el séptimo arte. Esta característica tan prodigiosa es la que convierte al cine es una potente herramienta de comunicación y propaganda política.

Numerosos regímenes políticos han hecho uso del cine como arma propagandística para legitimar su propia existencia ante la opinión pública de la sociedad, además de reforzar posiciones ante conflictos bélicos. No hay más que echar un vistazo a la historia más reciente para reafirmarnos en lo que anteriormente comentábamos: ‘El Acorazado Potemkin’ (1925), del cineasta soviético Serguéi M. Eisenstein, es un ejemplo de este tipo de cine. Exactamente lo mismo ocurrió en la Alemania de Hitler, donde Goebbels, el considerado padre de la propaganda nazi, también utilizó el cine para justificar el discurso nacionalsocialista y ensalzar la figura del Führer. En la actualidad, son muchas películas y series las que tratan la política y su influencia real.

Además, la política, como bien sabemos, está presente en todos los ámbitos de la vida diaria. En el cine, una vez más, se utiliza la política como recurso en el desarrollo de la trama argumental. Es el caso que nos lleva a la exitosa serie de Stranger Things, donde la famosa Guerra Fría pone el telón de fondo al argumento de la serie que se desarrolla en Hawkins, un pueblo tranquilo de Indiana, en los Estados Unidos, donde un laboratorio militar (Laboratorio Nacional de Hawkins) realiza experimentos con el objetivo de aventajar a la Unión Soviética en este enfrentamiento de escala internacional que duró desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta el año 1991, con la disolución de la URSS.

La necesidad de ir por delante del enemigo declarado en la carrera armamentística de la Guerra Fría es lo que construye el inicio de la historia de Stranger Things. Un laboratorio secreto situado en una base militar cuyas fronteras y vallas son difíciles de perforar. Cuando comenzamos a ver la serie es imposible no acordarse del Área 51. Los límites de las armas físicas y tradicionales llevan a estos experimentos, que no quedan muy lejos de la realidad, donde el poder de la mente sigue siendo un enigma para científicos y distintas ideologías en cuanto al control mental sobre la opinión pública se refiere. En Stranger Things, por ejemplo, sólo conocemos de momento dos experimentos del laboratorio en personas que atesoran habilidades psicoquinéticas, a través de una de las protagonistas, Once (Eleven), quien puede usar su mente para encontrar a personas a través de una fotografía, para comunicarse, para abrir o cerrar “portales”, e incluso para enfrentarse a quien quiere hacerle daño. Por otro lado, también conocemos a Kali Prasad (008), quien usa sus poderes mentales para engañar a la mente de los demás, haciéndoles ver cosas que en realidad nunca han tenido lugar.

Laboratorio de Seguridad Nacional de Hawkins, Indiana.
Laboratorio Nacional de Hawkins, Indiana. Controlado por el Departamento de Energía, en su interior se realizan pruebas armamentísticas secretas en el contexto de la Guerra Fría contra la URSS.

La Guerra fría y el miedo a los soviéticos

A lo largo de estas dos temporadas que hemos podido disfrutar en Stranger Things, hemos ido descubriendo distintos datos que nos aclaran los orígenes del laboratorio, y su constante relación con el Departamento de Energía del Gobierno de los Estados Unidos. Recordemos que la serie está basada en los años ochenta. Los experimentos que realizaron con las madres de los niños desaparecidos tuvieron lugar en pleno auge de las drogas duras, coincidiendo con el apogeo del movimiento hippie en los Estados Unidos, la contracultura de los años sesenta que terminó de despertar con el rechazo a la Guerra del Vietnam, lo cual llevó a su politización y a la protesta social, alineándose con la exigencia de los derechos civiles. La propia tía de Once, Becky Ives, explica que los experimentos del Laboratorio no eran obligatorios, pero estaban bien pagados en un momento en el que los jóvenes necesitaban dinero fácil para consumir sustancias estupefacientes. No fueron años fáciles para Richard Nixon.

Al otro lado del Océano Atlántico, en Europa, luchaban por contrarrestar el movimiento revolucionario de los partidos políticos de corte comunista y socialista que reclamaban derechos laborales y sociales, que terminó dando origen al denostado Estado de Bienestar por parte de los gobiernos occidentales. Hay distintas teorías sobre el nacimiento de las drogas duras para combatir el sentimiento revolucionario de la juventud en los Estados Unidos que no veía con malos ojos las políticas sociales que se llevaban a cabo en la Unión Soviética. Todo ello apoyado por la famosa ‘caza de brujas’, impulsada por el senador McCarthy en los años cincuenta. La Guerra Fría seguía su curso.

En Stranger Things, podemos ver la obsesión de los habitantes de Hawkins en cuanto al miedo hacia los soviéticos. Cuando Once escapa del laboratorio, los propios agentes del Departamento de Energía utilizan este temor hacia la URSS para que nadie se preocupe por darle cobijo. El propio padre de Nancy y Mike aclara, ante las investigaciones del Departamento de Energía al saber que Once ha estado viviendo en aquel sótano, que ellos no esconden a la niña rusa y que su sentimiento es patriota. Resumiendo, el Señor Wheeler deja claro cuál es su bando en la Guerra Fría. Incluso la pandilla de niños habla de los rusos con temor. De hecho, la población suele tener refugios en las casas por miedo a un ataque nuclear (el propio Dustin encierra a la cría de Demogorgon en el refugio de su propio jardín).

La reelección de Reagan como telón de fondo

La lucha contra la Unión Soviética es palpable hasta en los edificios públicos, como es el caso de la presencia de un retrato fotográfico del Presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, en la Estación de Policía de Hawkins, algo impensable en la actualidad o en los países de la Europa Occidental. Además, es evidente que la historia se desarrolla en el preludio de las Elecciones Presidenciales de 1984, a las que Ronald Reagan optaba a su reelección con George H. W. Bush como candidato a la Vicepresidencia de los Estados Unidos. Numerosos carteles propagandísticos aparecen a lo largo de los capítulos en los jardines del vecindario de Hawkins. Hemos de recordar que en los años que duró la Presidencia en manos de Reagan fueron parte de una de las etapas más duras en la Guerra Fría contra el comunismo de la Unión Soviética, llevando a los Estados a afianzarse como única potencia mundial y con la consolidación del neoliberalismo en Estados Unidos, y en Reino Unido con Margaret Thatcher, a la que también hace referencia la madre de Mike, creyendo que con ella las cosas irían a mejor. Los mandatos de Reagan hicieron evolucionar a los Estados Unidos en cuanto a la lucha tecnológica con la Unión Soviética, especialmente a través de la informática.

Eleven como arma de espionaje y contraespionaje

El espionaje es la otra gran clave de Stranger Things. La inteligencia y la contrainteligencia como factores claves y determinantes en el desarrollo de la Guerra Fría. En distintas escenas de la serie hemos podido contemplar como el Doctor Brenner, aquel al que Once llama ‘papá’, utiliza sus poderes mentales para localizar a enemigos de la Unión Soviética, así como para que reproduzca íntegramente las palabras de éste último. Conocer los pasos del enemigo con antelación para poder controlarlo era vital en esta guerra y cruce de información.

Aún así, no es la única lectura política y sociológica que se puede hacer de Stranger Things: hay elementos de género a través de Once y el papel de Max Mayfield (MadMax) donde luchan contra los estereotipos de la sociedad norteamericana, el papel de Lucas Sinclair como el único protagonista de color en la serie, el rol de los excluidos de la sociedad que luchan contra aquellas personas que los desterraron a la marginalidad, las distintas competencias territoriales de los Estados Unidos, la homofobia presente entre los adolescentes de Hawkins que llaman ‘afeminado’ a Will por ser una persona que se sale de la estructura social, y otros ejemplos que a veces pasan desapercibidos ante nuestra visión más inocente.

Escrito por Pablo Espada.

Bibliografía:

  • Fukuyama, F. El fin de la Historia y el último hombre.
  • Pinzón Tovar, H. El fin de la Guerra Fría y la guerra contra las drogas.

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