Este domingo 24 de septiembre serán las elecciones federales alemanas. La previsible victoria de Ángela Merkel sitúa el debate en torno a otros asuntos: La coalición que forme, los resultados que alcanzará la ultraderecha, las consecuencias para Europa de estos resultados, el declive de la socialdemocracia y la capacidad de predicción del big data frente a los sondeos tradicionales.
Los representantes en el Bundestag que sean elegidos este domingo no solo determinarán qué canciller regirá el destino de Alemania, sino cuáles serán los temas que marquen la agenda política europea. Se espera que la reelección de Angela Merkel mantenga la estabilidad del país y que sus potenciales socios inclinen parcialmente la dirección de sus políticas. Sin embargo, si el partido xenófobo Alternative für Deutschland (AfD) alcanza un alto porcentaje en el Parlamento Federal, podría influir en la polarización de la política alemana y dar un nuevo impulso a los estancados movimientos populistas en Europa. La cita alemana del domingo pone el broche a un ciclo electoral que parece haber devuelto la confianza en el futuro de la Unión Europea.
Existe un crisol de partidos a izquierda y derecha de los cristianodemócratas de la CDU, cuya líder, Angela Merkel, ha ocupado hábilmente el centro político y ha fagocitado a sus socios de gobierno, los socialdemócratas del SPD. En estas elecciones, los liberales del FDP aspiran a volver al parlamento tras ser barridos en las elecciones de 2013, por no alcanzar el 5% de los votos, requisito mínimo para entrar en la cámara. El partido poscomunista Die Linke disputará con el populismo de derecha de AfD la tercera posición y los votos de protesta de alemanes insatisfechos. Para los ecologistas de Bündnis 90 / Die Grünen su resultado será determinante en su capacidad de influir sobre la previsible coalición liberal-conservadora o la más improbable coalición de izquierdas.
¿A quién votarán los alemanes?
Los alemanes desean continuismo y estabilidad. Los aires de cambio que aparecieron al inicio del año y el “efecto Schulz” se han desinflado sin que Merkel haya realizado ningún esfuerzo o cambio de estilo. Los fenómenos exteriores más controvertidos como el brexit, Trump o la tensión electoral en Francia han estimulado la tradicional Angst alemana y su aversión al riesgo. Ante ese panorama, Merkel es una opción que da estabilidad al país. La canciller va camino de su cuarto mandato y de igualar a su mentor, Helmut Kohl.
“El 93% de los alemanes están felices con su vida, el 90% considera que la situación económica del país es buena y el 84% afirma lo mismo sobre su propia situación”. “El 72% de los alemanes es feliz en el trabajo y el 73% está satisfecho con los servicios públicos”, explicaba Miguel Otero, investigador principal del Real Instituto Elcano, durante un acto de la organización el pasado martes 19 de septiembre. Estos indicadores sobre la opinión de la población alemana señalan su orientación centrista y su deseo de continuismo, aunque también muestran que casi un 30% de los alemanes se expresan insatisfechos, lo que puede suponer un caladero de votos para los partidos radicales de izquierda y derecha.
Según Otero, Merkel ha aprovechado que el 80% de alemanes se definen de centro (según un estudio de la Fundación Bertelsmann) para aplicar políticas que atraen votantes del SPD y Los Verdes. Así ha ocurrido, por ejemplo, en materia de energía nuclear, políticas sociales, refugiados o respeto al islam como parte de Alemania. Sin embargo, este movimiento al centro aleja a votantes más conservadores que recalan en AfD y FDP.
Existe, por tanto, un consenso general de los electores en las posturas de centro. También es así entre la mayoría de partidos que concurren a estas elecciones. La polarización sólo se plantea en las posturas de Die Linke (partido construido sobre los escombros del comunismo de la antigua República Democrática Alemana y una escisión del SPD) y de AfD (partido anti establishment, de ultraderecha).
Es reseñable que la polarización política se refleje en la división histórica del país: la mayoría de votantes que optan por opciones extremas se encuentran en la zona de la antigua Alemania comunista, donde Die Linke y AfD recaban sus mayores apoyos. Algo que se refleja también en los bezirke, distritos, de Berlín, donde el oeste vota mayoritariamente por CDU y SPD, y el este por Die Linke y AfD. En los barrios del centro poblados por jóvenes, como Mitte y Friedrichshain-Kreuzberg, ganan Los Verdes, como quedó reflejado en las elecciones al parlamento de la Stadt-Staat de Berlín en 2016.
¿Qué resultados alcanzará la ultraderecha?
Fundado en 2013, Alternative für Deutschland (AfD), emerge como una opción populista de ultraderecha y nacionalista en respuesta al lema tantas veces repetido por Merkel “no hay alternativa”. La crisis del euro y la llegada de oleadas de refugiados a Alemania abrió un espacio electoral para esta formación. Su postura identitaria, anti inmigración, anti Euro, anti establishment global y una propuesta back to the 50’s, seduce a una porción de la población disconforme con la globalización y el rumbo del país.
El apoyo electoral que coseche superará el 10% y le situaría como tercera fuerza política, pudiendo marcar la agenda política y los debates. Su poder de influencia ya se dejó notar durante las elecciones de este año, cuando la ultraderecha consiguió representación en 13 de las 16 regiones. Así, AfD logró dirigir la atención mediática hacia la inmigración, los refugiados y el terrorismo; alejándola de otras cuestiones y forzando a otros partidos a reaccionar bajo la agenda de “identidad nacional” y “amenaza latente” de la ultraderecha.
Andreu Jerez y Franco delle Donne, autores de Factor AfD. El retorno de la ultraderecha a Alemania, analizan este fenómeno que va más allá de ultras y nazis, catalizando el malestar de muchos alemanes. Se trataría de un electorado transversal imposible de encajar en el eje ideológico “izquierda-derecha”, sino que responde mejor a un eje “dentro-fuera”. Los autores describen cuatro tipos de votantes que conforman su público fundamental: el de extrema derecha, el euroescéptico, el anti-Merkel y el vulnerable.
Su electorado ha aumentado gracias a una excelente estrategia de comunicación que ha ensanchado los límites de lo políticamente correcto y “ha sido capaz de racionalizar miedos, odios y resentimiento al convertirlos en preocupaciones, patriotismo e injusticia”. El crecimiento y consolidación de AfD “ha sido producto de dos factores: por un lado la capacidad de lectura de un clima social y el ‘timing’ de sus dirigentes, y por otro, las competencias comunicativas para sacar provecho de lo anterior” (Factor AfD, p. 197). Es decir, consiguen aprovechar coyunturas para expandir un mensaje o una interpretación de los hechos que les es favorable.
De este modo, han aprovechado los atentados en Alemania o en cualquier parte de Europa, sean o no yihadistas, para manipular la sensación de inseguridad de la población e incrementar el miedo a los inmigrantes y refugiados. Al igual que la ultraderecha en otros países, las redes sociales han sido clave en su éxito. Incluso podemos ver cómo en los atentados de Barcelona, militantes de AfD reaccionaron coordinadamente en los primeros minutos, tal como muestra una sección del gráfico y el análisis de “El éxito de la extrema derecha en los atentados de Barcelona”, elaborado por la consultora LOGOS.
Datos y porcentajes
Desde hace algunos meses se vienen realizando predicciones sobre los resultados que dan la victoria a la CDU, aproximándose al 37% de los votos. En lo que se esfuerzan los análisis, como el de eleccionesenalemania.com, es en determinar qué porcentajes del voto obtendrán el resto de partidos y si las distintas coaliciones posibles alcanzan la suma que permita formar gobierno.
Por otro lado, la influencia que tiene la atención mediática sobre los indecisos puede hacer variar el resultado definitivo. Si en el mes de junio la Hertie School of Governance otorgaba un 26,1% al SPD, a cuatro días de las elecciones vemos que otros análisis le dan sólo un 22%. Incluso en las redes sociales, donde los simpatizantes de AfD están muy movilizados, ridiculizan a Martin Schulz con la cifra del 20%, algo que aparentemente está favoreciendo las expectativas del partido de ultraderecha, que estaría subiendo hasta el 12%. Según la previsión de Infratest Dimap, estos son los últimos porcentajes: CDU – 37,0%, SPD – 20,0%, Die Linke – 9,0%, Die Grünen – 7,5%, FDP – 9,5%, AfD – 12,0%, Otros – 5,0%).
Para comprender la variación, podemos observar cómo evoluciona el interés del electorado día a día. Algo que facilita The German Election Tracker comparando en tiempo real el tráfico online de noticias generado por los partidos. Los autores de Echobox se preguntan “¿Qué partido está atrayendo el mayor interés (negativo y positivo) en cualquier momento dado?”
La desconfianza generada por las encuestas y estudios demoscópicos tras la victoria de Trump está provocando que los analistas recurran a otras herramientas para sus predicciones. Según Leonid Bershidsky, analista de Bloomberg, el comportamiento de los usuarios en Twitter y Facebook fueron mejores predictores de los resultados para el referéndum del Brexit o el éxito de Corbyn, pero no lo serán en las elecciones alemanas. Asegura que las encuestas tradicionales se aproximarán mejor a los resultados de las votaciones.
Si la metodología de Mark Kayser and Arndt Leininger para la Hertie School of Governance, que incluye en su modelo de previsión grandes volúmenes de datos desde 1961, aporta una predicción más acertada que el seguimiento en tiempo real de Echobox Barometer, sólo lo sabremos el domingo por la noche.
El socio de Merkel decide: más o menos Europa
Aunque Angela Merkel ganará casi con seguridad las elecciones del domingo 24 de septiembre, tendrá que buscar socios de gobierno para superar el 50% de los votos y proclamarse canciller.
Sea cual sea la coalición que acabe gobernando Alemania para los próximos cuatro años, el futuro de Europa no está en peligro, afirma Jana Puglierin, directora de programas del centro de estudios europeos Alfred Von Oppenheim, parte del Consejo Alemán para Relaciones Internacionales.
Existe un amplio consenso entre los partidos que representan al 80% de los votantes respecto de la orientación de la política hacia Europa, explicaba Puglierin durante el debate sobre las elecciones celebrado por el Real Instituto Elcano.
Sin embargo, existen matices según cuál sea el socio de gobierno que elija Angela Merkel. En principio, el resultado más probable es un acuerdo con los socialistas del SPD. Aunque Martin Schulz comparte con Merkel su europeísmo pragmático, el expresidente del Parlamento Europeo ha declarado su intención de renovar la Unión Europea. Esto podría llevar al gobierno alemán a negociar temas que hasta ahora han sido tabú, por ejemplo, por primera vez podríamos ver a Alemania hablando sobre los primeros pasos para la creación de una unión fiscal.
La idea, cuyo abanderado es el presidente francés Emmanuel Macron, podría empezar a calar en Alemania. Ambos líderes gozan de una relación excelente, que escenificaron con la visita de Schulz a París el pasado 20 de julio.
“Europa necesita un nuevo comienzo. Y eso es lo que apoyan Emmanuel Macron y Martin Schulz”, declaraba el secretario general de los socialistas alemanes, Hubertus Heil en relación a este encuentro.
La líder del CDU también podría sacar partido de esta situación: “Es el momento de Merkel para dejar un legado a Europa”, opina Otero.
¿Podría ser la creación de una unión fiscal en la Unión Europea por lo que recordemos a Merkel en los libros de Historia? Para Puglierin, no: “Van a dar pasos pero no se prevé que llegue a completarse”, opina. Según ella, un acuerdo para un Presupuesto Europeo sería negociado fuera de las instituciones, donde cada gobierno podría decidir si sumarse o no.
En cualquier caso, se llegará a un presupuesto intergubernamental, pero sin cesiones de soberanía, explica Puglierin. “El miedo de Alemania es: ponemos en común una tarjeta de crédito pero quién controla el gasto de la tarjeta”.
Pero hay otras coaliciones posibles: en primer lugar, un acuerdo con los liberales del FDP. Esta fue la combinación que permitió gobernar a Merkel de 2009 a 2013. En las siguientes elecciones el FDP no llegó al 5% necesario para entrar al Bundestag, con lo que no pudo repetirse. Las encuestas vaticinan que el FDP entrará esta vez pero sumando sus escaños a los de la CDU, se quedan alrededor del 48% de los votos. Si superan la mayoría absoluta, podrían ser una opción.
Liderados por Christian Lindner, de 38 años, los liberales abogan por mano dura con Grecia y los países del sur. “El alivio de la deuda debería ir acompañado de una salida temporal de la eurozona”, declaraba a Politico.
En esta entrevista, Lindner, se mostraba totalmente contrario a la visión de Macron: la mutualización de la deuda es un proceso que llevaría a “un sistema de soviets en el que en algún momento los perdedores del sistema se volverán contra la Unión Europea y el euro”.
La otra opción que podría darse es la coalición ‘jamaica’, en la que la CDU pactaría con Los Verdes, además del partido liberal, FDP. Se llama así porque los colores de estos tres partidos: negro, verde y amarillo, los mismos que la bandera del país caribeño.
A priori, parece improbable ya que nunca se ha dado a nivel federal. En Alemania, solo se ha dado esta combinación en el Sarre en 2009, para sacar a los socialistas del poder. El experimento colapsó a los tres años.
Sea cual sea la coalición de gobierno, habrá que tener en cuenta el poder de influencia de la AfD de extrema derecha: rechazan el euro, volviendo al marco alemán y no quieren acoger refugiados en su país.
Por Ivo Alho, periodista y Daniel Díez, socio de Logos Consultoría Estratégica y Formación.