SPOILER: El siguiente capítulo desvela la trama del capítulo “Oso blanco” (02×02) de Black Mirror.
En Oso Blanco la protagonista, Victoria, se despierta amnésica en una silla de un apartamento en algún lugar de Inglaterra. Las calles están vacías, y todo el mundo laobserva a través de una ventana. Todas las pantallas tienen un símbolo blanco sobre negro. Un encapuchado con escopeta aparece en un viejo coche azul y trata de dispararle con una escopeta. Varias personas la siguen grabándola con el móvil. Comienza lo que parece una trama distópica con tecnozombies, una aventura de supervivencia posmoderna donde el 90% de la población, maleable, graba las injusticias a través de su teléfono móvil que cometen una minoría encapuchada con la suficiencia fortaleza para aguantar el símbolo hipnotizante que aparece en todas las pantallas.
Pero todo es mentira. Es un tétrico Show de Truman donde parece ser que se obliga a personas en situaciones límite a sobrevivir a un horror posapocalíptico. La gente aplaude y graba el show con sus móviles. La broma no ha tenido gracia.
Pero el show no termina. Esposada y exhibida en una furgoneta con cristales blindados, la protagonista avanza mientras le tiran tomates hacia una casa donde le colocarán unos electrodos que le borrarán la memoria reciente y le dejarán secuelas mentales. Los relojes se ajustan y los figurantes, tanto los supuestos asesinos como los perseguidos, vuelven a sus puestos, esperando a que empiece otro duro día de trabajo.
Porque no es un show. Es un centro de impartición de justicia, una suerte de cárcel temática donde la pena no es el confinamiento, sino sufrir una pena equivalente al mal causado. En realidad, Victoria es una criminal condenada por grabar a su novio cometiendo un horrendo crimen contra una niña de menos de diez años. Esa es su pena: sentir el miedo y la impotencia que debió sentir la chiquilla al ver que la forzaban, mataban y grababan.
Justicia retributiva y justicia restaurativa
El capítulo tiene muchísimo para reflexionar, pero nosotros vamos a detenernos en los fundamentos y fines de la pena. Un tema que subyace a todo debate penalístico pero que apenas se toca, a pesar de estar recogido en textos como la vigente Constitución española.
Las penas pueden tener tres fines ideales: la retribución, la prevención (general y especial) y la reinserción.
La retribución está basada en ideas liberales clásicas, y encontramos fundamentos en Kant y Hegel, aunque nos podemos remontar al Código Hammurabi con la ley del Talión para encontrar ejemplos de retribución. En ella, el reo paga a la sociedad por la comisión de su delito, de forma proporcional. La retribución, por si misma, está ya desfasada y abandonada, siendo necesaria conjugarla con otros fundamentos y fines de la pena.
La prevención general busca la coacción psicológica del penado, como dijo Feuerbach, y de la sociedad. Básicamente es una forma de exhibir el poder del Estado para lograr que los ciudadanos no delincan. Bentham fue otro gran defensor de la prevención, llegando a defender la ejecución de la pena públicamente como forma de aleccionar al pueblo congregado. Básicamente, y como vemos en las películas de piratas, exhibir el ahorcamiento y dejar al ahorcado pudrirse al sol como forma de mostrar la fuerza estatal.
La prevención especial, sin embargo, no busca el miedo de la sociedad, sino que busca que el reo no vuelva a delinquir una vez en libertad. Una función noble, que defendieron escuelas como la krausista en España, pero que en condiciones extremas desemboca en la reeducación del gulag soviético o las terapias psicológicas aberrantes para evitar prácticas sociales que se consideraban nocivas en determinadas épocas, como la homosexualidad o el travestismo.
Si bien la Constitución habla de reeducación en su artículo 25.2, este término hay que entenderlo como producto de la época de su redacción, debiendo hacer énfasis en la reinserción, también mencionada, con los límites del desarrollo de la libre personalidad, la dignidad de la persona y evitar las penas inhumanas o degradantes.
¿Cuál fundamento prevalece en nuestras leyes? Claramente se ha ido avanzando hacia una unificación de las tres funciones, dictando nuestro Tribunal Constitucional que la reinserción es un criterio ordenador de las penas privativas de libertad.
¿Cuál es la explicación de Oso Blanco de Black Mirror y su relación con la actualidad?
Vistas someramente las teorías que fundamentan la pena, ¿qué trata de decirnos Oso blanco?
La sociedad actual está sustituyendo, por desconocimiento o vileza, los fundamentos de la pena que tratan de ayudar a la sociedad y está priorizando el fundamento retributivo y de prevención general frente a la prevención especial y la reinserción, ahondando además en las valoraciones objetivas del delito en una carrera hacia una medievalización del Derecho Penal. Cada mañana desayunamos con magazines y talk shows que, tras desgranar morbosamente el delito, piden penas desmedidas. La respuesta política no ha tardado en llegar, y todas las reformas políticas han ido encaminadas a endurecer nuestro sistema penal. La razón es sencilla: modificar la letra del Código Penal para endurecer la ley es barato y tiene resultados inmediatos, frente a desarrollar un sistema efectivo de reinserción social, más caro y con resultados a largo plazo.
También podríamos reflexionar sobre la partición del ciudadano en la administración de justicia, otro derecho conocido en la Constitución. La administración de justicia permite participar el ciudadano lego en Derecho a través de los tribunales del jurado. Sin embargo, nos da pereza participar en él. En la serie, atormentar a un reo aparece como una actividad de fin de semana, una excursión al campo didáctica que permite aprender sobre la administración de justicia. Vista la habilidad de la sociedad española para perseguir a imputados (ahora investigados) hasta la puerta del juzgado profiriendo insultos, tengo serias reservas sobre la audiencia y participación de un reality show de estas características presentado por Susana Griso o Ana Rosa Quintana.