Por Eduardo Rodríguez.
Pasados unos días de las elecciones americanas, tranquilizada la vorágine de comentarios, escándalos y toda parafernalia que se ha podido observar en las redes sociales y tertulianos; es hora de plantearnos si Trump realmente era el mal menor de los dos candidatos a la presidencia. Quizás Clinton acertará en su campaña lineal para no despertar las inquietudes sobre su labor durante los últimos años.
Nadie puede negar que la campaña de Trump ha sido meritoria, una campaña en las primarias que le llevo a ganar por delante de candidatos que a priori partían con enorme ventaja y una campaña electoral que ha vencido a la candidata de todos los medios de comunicación estadounidense (229 diarios por trece del magnate); por lo tanto ¿Hemos llegado a la era en la que los medios de comunicación han dejado de influir en las elecciones?
El Presidente electo ha tenido dos frentes abiertos de los que todos los medios de comunicación internacionales se han hecho eco, por un lado tenemos la deportación masiva fuera de E.E.U.U de inmigrantes con antecedentes , ese simple titular parece impactante (de hecho ya ha hablado de que la cifre se situaría en los tres millones), pero otro titular impactante es que Obama cuando acabe su mandato se habrá acercado a esa cifra, sin sesgos, por el simple hecho de ser pobres, difícil ver que se deporte al inmigrante rico.
Otro de los factores que ha llamado la atención en los grandes medios es la construcción de un gran muro que paré la inmigración del párrafo anterior (antes de que lleguen y tener que expulsarlos que se queden directamente allí), pero el hecho es que el muro ya existe, el senado ha aprobado en varias ocasiones la ampliación del muro (usualmente en la zona de San diego) y hasta el día de hoy ha alcanzado más de 500 kilómetros, solo para que no accedan personas, al que hay que sumar otros tantos contra vehículos y algunos más con triple valla.
Otro punto es el ISIS, Hillary confesó en la televisión hace años que bajo su mandato se creó la organización que a día de hoy se les ha ido de las manos; por su parte Trump ha explicad en múltiples ocasiones sus ansías (que nadie duda de ellas) de acabar con ellos en cien días, quizás sean unos cuantos más, pero con Hillary resulta más que dudosos sus intereses de acabar con la guerra.
“Hace falta tener una posición pública y otra privada”, parece que los demócratas se aplicaron a fondo en cumplir esta frase que salió de los labios de Hillary Clinton, en nuestro país durante los últimos años han salido a la luz las famosas “Puertas giratorias” pero EEUU no se queda corto respecto a nuestro país. El caso concreto de Michael Froman es llamativo, con el marido de malograda candidata demócrata ejerció de Jefe de la Secretaria de Tesoro del país, al acabar Bill Clinton marchó a Citigroup a un puesto que en 2008 le reportó más de siete millones de dólares. Para acabar el circulo de su puerta giratoria volvió con Obama para tener un puesto en la oficina de comercio. Por su parte Trump parece ser que quiere tener a su hijo Donald Jr. en el gobierno (En EEUU está prohibido elegir familiares directos) y por otro lado prohíbe pruebas giratorias. Parece que se ha fijado en la retórica demócrata.
Esto no podrá interpretarse como un alegato a favor del Presidente electo, ni mucho menos, Trump es egoísta, racista y machista seguido de muchos adjetivos más pero también se debe dejar claro que Hillary tampoco es feminista por el hecho de ser mujer; al igual que con Obama el racismo ha crecido desmesuradamente, con Hillary no hubiera crecido la igualdad entre mujeres, hubiera resultado inocente creerlo. No sabemos a día de hoy quien hubiera sido el menos malo pero sin duda nadie puede afirmar que hubiera sido Clinton.
Donald Trump podría haberse presentado en las primarias demócratas si no hubiera buscado la polémica constantemente para obtener protagonismo. La globalización mundial ha llevado a que los que un día eran las dos opciones enfrentadas hoy en día se disputen la línea del centro como una trinchera. Quizás sea hora de abandonar esa trinchera y mirarla de lejos, podríamos darnos cuenta de que en esa zona embarrada ya ninguno se distingue venga de donde venga.