Por Daniel Pérez
Norberto Bobbio y el sistema político alemán desarrollaron el germen de la socialdemocracia europea…. y en los albores de la composición del nuevo órgano colegiado gubernamental español, el parlamentarismo ya ha manifestado su eclosión más efervescente.
Para algunos se diluye el cleavage izquierda-derecha rokkaniano. Arrumbó el eje top-down… o lo que coloquialmente alguno denomina los de arriba y los de abajo, aderezado con el concepto de transversalidad e interclasismo ideológico.
Es en la sesión de investidura donde se ha cristalizado finalmente toda la sociedad líquida política auspiciada desde Mayo del 2011, la que conglomera todo el elenco de ideologías, identidades de gierke y choque de trenes intergeneracionales. El de la generación del concepto del Estado de Partidos (Liebholz) contra la generación postmodernista de los movimientos sociales seculares.
Y a partir de ahí un punto de inflexión desde el que cada fragmento parlamentario tendrá que plantearse su futuro en clave de posible desaparición,consolidación y renovación… quizás incluso de refundación.
No es posible frenar la caída y menos remontar el vuelo si no se repiensa y replantea la raíz de la crisis socialdemócrata tradicional centenaria española: empezando por reconocer que las estructuras del siglo XIX de un Partido rozan la obsolescencia en una sociedad política dinámica, digital, predominantemente urbana e ilustrada. Las llamadas estructuras territoriales de los partidos cumplieron su función desde la base especialmente durante la transición, para irse quedando relegadas a meros espacios locales para la interacción entre militantes de tercera edad y capital sociocultural medio-bajo. Difícilmente van a tener capacidad de liderazgo en el entorno urbano una generación de parlamentarios y dirigentes del PSOE de generación entre los 40 y 50 años, con escaso sufrimiento experiencial en el precario mercado laboral español así como con carrera política profesional vertical desde las bases juveniles, pasando por concejalías, escaños autonómicos y ahora parlamentarios. Significativo fue el entendimiento, no solo en lo ideológico, sino también en lo personal,generacional y en cuanto a estilo de vida con el equipo negociador de Ciudadanos. Era patente que el “habitus” de Burdiet era perfectamente asimilable entre las personas que conformaban ambos equipos negociadores. No así, ni de lejos, con el equipo negociador por entonces de Podemos.
Ruptura generacional: la generación actual de parlamentarios y dirigentes del aparato socialista se encuentra poblada por personas en torno a los cuarenta años, oligarquías de hierro al más puro estilo Michels, preocupadas por preservar su status individual, parlamentario así como dentro del aparato de partido. Mayoritariamente surgida de las bases juveniles y procedentes de pequeñas poblaciones.
En frente se encuentra una generación ex novo de parlamentarios de generación post-constitucional surgidos del activismo, movimientos sociales, digitalizada, universitaria y que ha sufrido en sus propias carnes la precariedad temporal y salarial del mercado laboral español. Pero que necesita equilibrar su inexperiencia en el parlamentarismo y en la administración con la inclusión en sus filas (o como independientes) de cuadros funcionariales de cuerpos superiores.
Los nuevos partidos necesitarían, además, una vertebración territorial, estructura orgánica. Todo ello potenciando aún más el target de electores en el rango de edad menor de 50 años, capital sociocultural medio-alto y predominantemente urbano. Y a partir de dicha consolidación empezar a extender su electorado en nuevas generaciones de repobladores del medio rural con nuevos proyectos de desarrollo posibles y sostenibles.
Puesto que un proceso constituyente parece complicado dentro de la estructura supraestatal europea, sería de imperiosa necesidad la asimilación de que están avocados a entenderse la nueva y vieja clase política. Puesto que la nueva ha llegado para quedarse,con una base electoral sólida y duradera. Por parte de la tradicional socialdemocracia superar la desorientación y el negacionismo para con su partido rival de caladero de votos,tomando conciencia de que más temprano que tarde tendrá que acabar negociando, pactando o coaligándose en el ámbito gubernamental estatal (y así lo expuso alguien del prestigio de Borrell). Entendimientos que por otra parte ya han fructificado en el ámbito subestatal. Porque además los hechos son que el PSOE fue la cuarta fuerza más votada en Madrid, Barcelona y el resto de capitales de provincias y municipios de gran población. Ello implica que,a medio-largo plazo,el voto joven,urbano y de capital sociocultural medio y alto,se encuentra catalizado en los partidos de la nueva política.
Instalarse en la esperanza y creencia por parte del PSOE de que los nuevos partidos, en especial Podemos, se diluirán como un azucarillo a corto o medio plazo… conlleva el riesgo de pegarse contra el muro de la tozuda realidad social,económica y generacional actual. Que puede llevar al hundimiento y quién sabe si desaparición de un Partido centenario, la llamada “pasokización”.
La sociedad política española ha madurado, se encuentra muy formada, con esquemas mentales críticos y analíticos. Por lo tanto el mero transcurso del tiempo no va restañar el posible enconamiento de la nueva generación de electores que carece de la disciplina y fidelidad ad infinitum de la generación de mayores de 65 años, que asocian la adscripción a unas siglas, a una iconografía y al romanticismo lucha de clases de la primera mitad del siglo XX, así como a la década de los años 30 y con la posterior clandestinidad de la segunda mitad.
Caso de llegar a un complicado entendimiento, el siguiente paso sería el de la reforma del sistema electoral, ya que de origen es poco probable el nuevo proceso constituyente. Sobre cómo dotarle de mayor peso al voto urbano frente al rural, sobre como un diputado y concejal deben de obtener la elección directa de sus electores por pequeños distritos, de tal manera que el diputado dependa y se deba a los electores de su distrito… Es de dudosa sostenibilidad asimismo que el parlamentario se deba a la disciplina de voto (cooptado por el Partido) pero que sin embargo el artículo 67.2 de la carta magna establezca la no sujeción a mandato imperativo del Diputado.
Cabría, caso de que se alcanzase un llamado nuevo amplio consenso en esta posible legislatura de transición, preguntarse hasta que punto los llamados padres constitucionales idearon un marco constitucional dotado de exclusas que impidieran la permeabilidad de la nueva sociedad política líquida. Especialmente dado el cariz de prolongación en funciones del gobierno casi durante un año, sorteado in extremis.