Ni socialismo, ni liberalismo: Socioliberalismo

En esta sociedad de homo sapiens irrespetuosos con la precisión conceptual, no es de extrañar que un vocablo se erija como el más multiforme, desagradable y esperpéntico: SOCIOLIBERALISMO. Saber en qué consiste dicho término, es fácil para estos baluartes de la genética humana: Será una mezcla entre socialismo y liberalismo, pensarán. Si bien esa definición intuitiva puede parecer suficiente para dejarnos dormir, si el lector no quiere odiar un concepto sin conocerlo, como se hace con el profesor Snape en La Piedra Filosofal, ya sea por lo que sugiere “socio” ya sea por lo que evoca “liberal”, le invito a que continúe ésta lectura, pues el socioliberalismo no es un monstruo deforme que sojuzga y devora ideas, las mastica y las vomita convertidas en mero vómito. O lo que es lo mismo, no es un mortífago.

Aspecto de un socioliberal antes de enterarte de su amistad con Dumbledore.
Aspecto de un socioliberal antes de enterarte de su amistad con Dumbledore.

¿Qué es el socioliberalismo?

El social liberalismo -o liberalismo moderno, liberalismo progresista o democrático- es una corriente política y económica que propugna la simbiosis del bienestar social y la libertad de los individuos. Tales palabras que suenan a canto de sirena, se traducen en una defensa de la regulación social, así como en una intervención muy medida del Estado en la economía, con el propósito de construir una economía social de mercado, modelo que por cierto, es el que se establece en nuestra constitución en su artículo 38[1], al menos en teoría.

[bctt tweet=”El socioliberalismo propugna la simbiosis del bienestar social y la libertad de los individuos.” username=”camaracivica”]

Los socioliberales son muy críticos con el socialismo y su excesivo interés en socializar la economía pues para ellos, deriva en un paternalismo ineficaz e injusto, que oprime al individuo[2]. No obstante, también son muy críticos con posturas liberales conservadoras que defienden una radical igualdad entre los individuos en tanto que todos somos formalmente iguales ante la ley. Por ello, SÍ que defienden la redistribución de la riqueza, pero con un enfoque propio, diferente a cualquier postura socialista.[3]

Igualdad de oportunidades

Mientras que para los socialistas la redistribución de la riqueza tiene un enfoque reactivo –la desigualdad justifica que el Estado se apropie de parte de los recursos y los reparta entre los ciudadanos más desfavorecidos, como en una especie de suma 0- el socioliberalismo tiene un enfoque proactivo. Según los social liberales, es función del Estado garantizar la igualdad de oportunidades. Nada, salvo una radical y total igualdad de oportunidades, puede redistribuir la riqueza generada por la economía libre de mercado. Rehúsa de cualquier discriminación.[4] La misión del Estado es articular un sistema en el que independientemente de la renta familiar, sexo, religión, orientación sexual, raza o cualquier otro nimio aspecto de la persona, solo exista una barrera en nuestro camino: la propia voluntad.

De esta forma, un socio liberal es por definición un defensor de un Estado laico, un intolerante con cualquier tipo de racismo y un feminista consumado. Es un convencido, de que la sanidad, la educación, la justicia y la seguridad, deben ser públicos y eficientes, si bien público no significa gratuito. Significa que la ciudadanía paga unos impuestos, para que el sistema permita, que todos –gente con más o menos recursos- accedan a un sistema de calidad en lo que concierne a la salud como conditio sine quanum del desarrollo de la persona, y a la educación, como único camino hacia la verdadera y plena libertad.[5] Fuera de eso, el Estado es prescindible. No hacen falta compañías telefónicas públicas, cadenas de televisión o radio públicas, bancos públicos, numerosos e inútiles organismos públicos y administraciones desbocadas que ponen nuestros esfuerzos –porque son nuestros impuestos- en la dirección equivocada.

Contra monopolios y oligarquías, por el medio ambiente y el federalismo

Por otra parte, el socioliberalismo castiga fuertemente la existencia de intereses monopolísticos u oligarquías arraigadas, ya sea originadas por el sector privado o el propio Estado. En este aspecto, defienden un control exhaustivo de la competencia en aras de alcanzar una escrupulosa y sana libertad de empresa. Condenan los abusos de posición dominante de algunas empresas –si bien no el mero hecho de alcanzar esa posición- y no hay ninguna duda de que abogan por la liberalización de todos los sectores salvo los cuatro ya expuestos, aunque combinado con una estricta y avanzada regulación, sobre todo en materia de consumidores, especialmente en sectores estratégicos como banca, seguros, energía o comunicación. Son también, muy críticos con la flexibilización de las leyes en este aspecto y con un laissez faire sustentado en una falsa igualdad de partida, puramente formal.[6]

Los socioliberales son conscientes de la importancia de la sostenibilidad medioambiental, así como de la solidaridad internacional, puesto que sus tesis suelen ser integradoras entre naciones –por ejemplo, defienden el federalismo europeo-. También defienden la idea de que el Estado no debe moralizar a los ciudadanos, sino que al contrario, necesita garantizar la autonomía moral, que siempre debe pertenecer a la esfera privada y nunca a la pública.

Los pensadores del socioliberalismo

Con una clara autonomía intelectual, sus fundamentos teóricos se encuentran en pensadores como Locke, Bentham, Jefferson, John Stuart Mill,  Keynes o Norberto Bobbio, aunque para algunos sea una evolución del liberalismo conservador –de hecho, el socioliberalismo no es otra cosa que una corriente más moderna dentro del liberalismo clásico-  y para otros ideológicamente malintencionados, una involución del socialismo –en tanto en cuanto que suponen que éste pierde la pureza intelectual del gran Karl Marx para volverse hacia el mercado-. Lo cierto es que no es ni lo uno ni lo otro, pues critica a ambos sistemas. Las similitudes que comparte con uno y otro, no salvan las insuperables diferencias, pues tienen entidad suficiente para dar por resultado una sociedad radicalmente distinta.

El momento socioliberal

Precisamente es hacia esta desconocida o malentendida ideología donde debemos mirar en una etapa de bloqueo político.[7] Es hora de pasar página de una vez por todas y renunciar a la pureza de ideas de rancio abolengo, desbordadas en la práctica: ¿Cuánto tiempo vamos a soportar macroinstituciones inservibles que están concebidas de espaldas a la ciudadanía y al mercado? ¿Cuánto tiempo vamos a permitir que nos sigan robando, no solo en un sentido jurídico, sino también en uno figurativo, a través de un sistema fiscal injusto? ¿Cuánto tiempo debe de pasar hasta que tengamos un sistema educativo que estimule la mente de todos los pupilos, sin importar cuál es el sueldo y posición de sus padres? ¿Cuánto tiempo debemos tolerar los abusos de las empresas gigantes o la subyugación del pequeño empresario y el consumidor a los intereses oligárquicos? Hasta que dejemos de prestar toda la atención al histórico derby socialismo vs liberalismo y estemos dispuestos a abrir la mente a nuevas ideas en ésta, nuestra hermética España invertebrada.

Por Pedro González

BIBLIOGRAFÍA

  • STUART MILL, J. (1859). “On liberty”.
  • STUART MILL, J. (1848). “Essays on economics and society”.
  • STUART MILL, J. (1869). “The subjection on women”.
  • SCHWARTZ, P. (1968). “La nueva economía política de John Stuart Mill”.
  • HAZLITT, H. (1946). “Economics in one lesson”.
  • MERQUIOR, J.G. (1991). “Liberalism Old and New”
  • RODRÍGUEZ RIVERO, A. (1993). “Liberalismo, democracia y pragmatismo”
  • KEYNES, J. (1925). “Am I a Liberal?”.
  • KEYNES, J. (1926). “The End of Laissez-Faire”.
  • BOBBIO, N. (1994). “Derecha e izquierda”.

 

[1] Artículo 38 de la Constitución Española de 1978: “Se reconoce la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado. Los poderes públicos garantizan y protegen su ejercicio y la defensa de la productividad, de acuerdo con las exigencias de la economía general y, en su caso, de la planificación.”

[2] HAZLITT, H. (1946). “Economics in one lesson”.

[3] SCHWARTZ, P. (1968). “La nueva economía política de John Stuart Mill”. Capítulo: La sociedad del futuro. Pág 296 y ss. Ed. Tecnos.

[4] Véase a modo de ejemplo STUAR MILL, J. (1869). “The subjection of women”.

[5] STUART MILL, J. (1859). “On liberty”.

[6] MERQUIOR, J.G. (1991). “Liberalism Old and New”

[7] RODRÍGUEZ RIVERO, A (1993). “Liberalismo, democracia y pragmatismo”

 

 

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