La influencia de la inestabilidad política en la economía

La situación política a día de hoy parece uno de esos rompecabezas con los que nos distraíamos muchos niños de pequeños, en los que era muy difícil saber qué pieza encajaba con cuál para terminar el puzle:

El PP pide al PSOE sentido de Estado para hacer un pacto junto a Ciudadanos y dar estabilidad política al país. Por su parte, el PSOE parece no estar dispuesto a aceptar esa carta y jugar con Podemos la partida política, para lo cual necesitará apoyo de los independistas, pues los números no dan. Podemos por otro lado se frota las manos viendo cómo el PSOE se encuentra en una especie de callejón sin salida del que seguramente saldrá mal parado. En definitiva, los números no cuadran, y no es un escenario para nada improbable que pasados dos meses tengan que convocarse nuevas elecciones o, caso de formarse un gobierno, sea demasiado inestable para durar apenas un par de años.

La gran preocupación que muestran la mayoría de los economistas y los distintos agentes sociales (sobre todo los más afines al PP) es que esta situación de inestabilidad política pueda frenar de alguna manera la frágil creación de empleo, el crecimiento del PIB y, a fin de cuentas, la leve recuperación económica que se está produciendo. Argumentan por una parte que en un ambiente de inestabilidad, el riesgo y la inseguridad de la rentabilidad de determinados proyectos de inversión se pone en tela de juicio; lo cual parece una razón bastante lógica desde el punto de vista de un inversor. Si yo, señor inversor, tengo más dudas de las razonables acerca de dónde pongo mi dinero a generar valor, posiblemente me lo lleve a otra parte o, como poco, me abstenga temporalmente de acometerlo.

Sin embargo, me parece que este argumento yerra desde su premisa. España es un Estado de Derecho, en el que la justicia funciona –o debería funcionar mejor— de forma independiente al Gobierno y el Parlamento. En España, a pesar de que no haya un ejecutivo y un legislativo en pleno funcionamiento, hay una Constitución y unas leyes que están en vigor. En definitiva, un marco jurídico normativo fuerte, sólido y seguro. Por lo tanto, este país no es un caos a pesar de la situación política. Yo, señor inversor, no tengo miedo de que las normas sigan como están durante un largo periodo de tiempo. Tengo miedo de que las normas cambien constantemente. La población no ha cambiado su forma de ser, sus costumbres, su cultura, por el mero hecho de que en el Congreso aún no se hayan puesto de acuerdo.

Lo que, a mi juicio, sí pondría en riesgo la tímida recuperación, es un Gobierno que, al día siguiente de comenzar su actividad, derogara de un plumazo la normativa existente en materia laboral, fiscal, empresarial… Con esto no quiero posicionarme, aunque tenga mis propias ideas sobre qué debería hacer el Gobierno. Sólo quiero ilustrar que lo que de verdad pone en riesgo la estabilidad económica son los cambios normativos cada cuatro años, sobre todo si tenemos en cuenta que muchos de esos proyectos de inversión se planean a largo plazo. Y, a mi parecer, salga la gran coalición: PP-PSOE-C’s; o la coalición «a la portuguesa»: PSOE-Podemos-IU-Nacionalista; el cambio drástico normativo estaría servido debido a qué son muchos los intereses enfrentados y muchos los puntos en común donde sería preciso converger. Pues, si atendemos a la primera coalición, el PSOE pondría como condictio sine qua non la derogación de la reforma laboral y una posible subida –o como poco mantenimiento— de la carga impositiva, así como el asunto de la dependencia y muchas más cuestiones que para el partido de Sánchez son una línea roja. Si la coalición resultante fuera la otra propuesta, parece más claro todavía. Podemos trata de romper con un sistema que, a su juicio, está acabado. Así que, en el mejor de los casos, el revuelo está servido.

Una vez razonado el por qué la ausencia de Gobierno no es el factor desestabilizador de la economía, quisiera presentar una evidencia al respecto.

Bélgica estuvo 500 días sin Gobierno. Desde abril de 2010 hasta mediados de 2011. Pasó algo parecido a lo que ocurre hoy en nuestro país. Los datos económicos durante este periodo son los siguientes:

  • El PIB creció en 2010 un 2,7%, y en 2011 un 1,8%. Al año siguiente, ya con Gobierno formado, el crecimiento se estancó con una tasa de 0,2%.
  • El déficit público sobre el PIB pasó del 5,4% en 2009, al 4% en 2010, cifra que se mantuvo en 2011.
  • En cuanto al paro, este pasó del 8,2% en 2009 al 7% a mediados de 2011.
  • El pico más alto de IPC se situó en 3,9% a mediados de 2011, aumentando un 3,6% desde enero de 2010. No obstante, a pesar de que este dato parezca a priori contrario a mi tesis, hay que aclarar que en julio de 2008, con un ejecutivo formado en plena legislatura, esta variable macro se situó en el 5,9%, por lo que parece que la relación inestabilidad-IPC no es clara.
  • La prima de riesgo sufrió un pico en 136 puntos básicos respecto del bono alemán en enero de 2011, tras 9 meses sin Gobierno. En el mismo mes del año anterior se situó en 138 puntos básicos, y en noviembre de 2011 (con gobierno ya formado) en 359 puntos básicos. De nuevo, parece no solo que la inestabilidad política no afecta, sino que beneficia a la actividad económica.

A la vista de estos datos, parece más que evidente que la inestabilidad política per se no afecta a la economía de forma negativa, sino todo lo contrario: mientras los políticos no se inmiscuyen en los asuntos económicos, las cosas marchan mejor.

¿Cabría esperar algo parecido a lo que ocurrió en Bélgica en España? Ojalá tuviera una bola de cristal para saberlo… Lo que sí puedo saber es que, en los años 2010 y 2011, España y Bélgica ocupaban puestos muy similares en el Índice de Libertad Económica de Heritage Foundation (Bélgica puesto 29; España 36), y que hoy en día también (Bélgica 40; España 49). Las diferencias culturales existen; pero no creo que sean sustanciales. Ambos países se contextualizan en el marco de la UE, de sociedades liberales y con economías capitalistas con alto grado de intervención estatal. En fin, dos países con muchas más similitudes que diferencias.

¿Pasará lo mismo en España que en Bélgica? Puede ser. Aunque, de lo que estoy casi seguro, es de la inestabilidad política no es sinónimo de caos económico.

por Manuel Benítez.

Graduado en Derecho y Administración de Empresas. Cursando Master de Abogacía y Asesoría Fiscal. Amante del debate, la reflexión y el pensamiento crítico. Comprometido con los valores de la libertad.