La crisis institucional en la Región de Murcia permite abrir numerosas interpretaciones sobre el comportamiento de los actores políticos en este tipo de contextos
En la semana del debate y votación de la moción de censura contra Pedro Antonio Sánchez, estas 5 claves pueden ayudarte a descifrar la crisis política que vive la Región de Murcia:
1) El desmoronamiento del “patriarcado” Valcárcel
Desde 1995 la Región de Murcia se ha hecho mayor bajo el hiperliderazgo de Ramón Luis Valcárcel, un regionalista conservador que ha impregnado con su personalismo las lógicas políticas de la Comunidad Autónoma. Un día, Valcárcel se aburrió de Murcia y de ganar elecciones; decidió marcharse al Parlamento Europeo –donde ahora es Vicepresidente– y abrió una cruenta guerra por el poder entre sus disciplinados y pacientes discípulos. En esa guerra se enfrentaban, principalmente, Juan Carlos Ruiz y Pedro Antonio Sánchez, dos “chicos de Nuevas Generaciones” a los que parecía haberles llegado el momento, aunque todavía no tocaba decidir al sucesor definitivo y Valcárcel apostó por un diputado de perfil bajo para sucederle y presidir la CARM el año justo que restaba desde las europeas de 2014 hasta las autonómicas de 2015. Ese diputado es Alberto Garre, que como ya sucedió con la sustituta del dimisionario Presidente socialista, Carlos Collado, en 1993, ocupaba un cargo en la mesa de la Asamblea. Mientras Valcárcel viajaba a Estrasburgo, la sucesión se le iba de las manos, abriendo un conflicto mayor del esperado. Los dos candidatos principales utilizaron presuntamente a la trama Púnica para mejorar su posicionamiento y reputación (Juan Carlos Ruiz tuvo que dimitir por su imputación en el caso), mientras que el tranquilo Garre, ahora mediatizado por su condición de Presidente, decidía sumarse a la batalla con el apoyo de algunas figuras relevantes del partido como José Antonio Ruiz Vivo o José Gabriel Ruiz. Esa batalla la perdería y ahora se perfila como el líder de un nuevo partido regionalista competidor directo por el target popular desde un discurso cercano al descontento aznarista.
Primera conclusión: los liderazgos excesivamente personalistas, cuando se desmoronan, abren crisis políticas.
2) Pérdida de la mayoría absoluta y el cambio en la Ley Electoral
En los comicios del 24 de mayo de 2015 el Partido Popular se sitúa por debajo del umbral de los 23 diputados (la Asamblea Regional tiene 45), entrando a la cámara, por primera vez en la historia, 4 partidos. Esta situación era especialmente dolorosa para el PP que conocía, por el Pacto del Moneo, de las intenciones de toda la oposición de cambiar la ley electoral regional (2/1987) modificando a la baja la barrera electoral (del 5% al 3%) y dejando las antiguas circunscripciones en una sola, lo que facilitaba tanto la representación de algunas fuerzas minoritarias como Izquierda Unida o los provincialistas cartageneros de Movimiento Ciudadano como una mayor proporcionalidad. Estaba claro que las antiguas reglas de juego beneficiaban al PP (en su condición de partido mayoritario) y la primera acción conjunta del bloque opositor fue hacerlas saltar por los aires. El nuevo marco electoral genera dos grandes consecuencias: que el PP no vuelva a tener la mayoría absoluta en mucho tiempo y que aumente la fragmentación parlamentaria, situándose cualquiera que sea el partido del gobierno en una situación de mayor debilidad. Por eso, el PP no se puede permitir un adelanto electoral para salir de esta situación.
La pérdida de la mayoría también obligó a Pedro Antonio Sánchez a firmar un acuerdo con Ciudadanos aceptando, como él mismo proclamó, que la imputación era la línea roja para permanecer como cargo público.
Segunda conclusión: si el partido de gobierno pierde la mayoría y las reglas electorales le benefician, cámbialas; así todo el juego político también cambiará y le restarás la capacidad de amenaza permanente con unas elecciones.
3) ¿Contra el PP o contra Pedro Antonio Sánchez?
Desde la imputación de Pedro Antonio Sánchez la oposición se dividió en dos discursos: uno centrando en reponer al Presidente y otro que, aprovechando la situación, plantea una enmienda total a los gobiernos populares. La primera es la posición de Ciudadanos, que primero pidió la dimisión de Sánchez y aseguró conformarse con que el PP cambiara de candidato y más tarde, ninguneado por sus socios, se tuvo que sumar al “cambio de partido y no de jugador” de la izquierda. La formación naranja se enfrenta a varios dilemas en la Región. Por un lado, si una de las partes del pacto permite que se incumpla sin consecuencias políticas no solo acepta que ese acuerdo está inoperativo sino que anula su fuerza política. Por otro, en una de las zonas donde el voto de Ciudadanos tiene una raíz más conservadora, aupar a los socialistas al gobierno junto a Podemos puede tener demoledoras consecuencias, generando un efecto “vuelta a casa” en su electorado. El PP ya le ha advertido a Ciudadanos de esta posibilidad planteando la situación como una bifurcación entre “un gobierno serio o echarse en brazos del líder socialista menos votado y los radicales”. Para salvar esta encrucijada, Ciudadanos se ha inventado una moción de censura instrumental (solo destinada a la convocatoria de unos nuevos comicios en otoño) en la que logra hacer cumplir su pacto, sin asumir el coste de poner a los socialistas a gobernar. No lo están teniendo tan fácil, según el Estatuto de Autonomía la legislatura que saldría de esas elecciones solo podría durar 2 años, algo a lo que se niega el líder socialista, Rafael González Tovar –barón sanchista– , cuya supervivencia depende del éxito de estos movimientos.
El discurso que se centra en plantear el problema como algo personal, que se puede extirpar sacando al Presidente, puede resultar exitoso si finalmente se produce su dimisión, dado que la izquierda no ha logrado convencer de que el problema reside en un modelo de gestión acabado.
Tercera conclusión: un socio de gobierno no puede asumir el incumplimiento de sus condiciones de apoyo o anulará la totalidad de su influencia.
4) La agenda mediática nacional
La crisis política en la Región de Murcia ha traspasado las fronteras locales y se ha colado en la primera plana de todos los noticiarios y programas nacionales, convirtiéndose en un verdadero problema de política central. Las decisiones y las estrategias a adoptar se encuentran en tensión entre los intereses regionales (los de Tovar de seguir, la disputa entre pablistas y errejonistas en Podemos, la cuestión del liderazgo en Ciudadanos,…) y las negociaciones dirigidas desde Madrid, donde se percibe que un mal desenlace de este tema para alguno de los intervinientes puede tener desastrosos efectos para todo el partido.
Cuarta conclusión: cuando un conflicto político regional se mediatiza a nivel nacional la capacidad negociadora y decisoria también se desplaza.
5) “Quien frene el último gana”
Las situaciones en política se suelen plantear como un juego (dilema del prisionero, caza del ciervo, deadlock…). Uno de los más típicos es aquel en el que dos coches se dirigen hacia un precipicio ganando el último en frenar. El caso de la Región de Murcia es paradigmático de este juego no cooperativo. Pedro Antonio Sánchez no dimitirá hasta el último momento, de forma que si Ciudadanos se arrepiente antes por el coste que supone entregarle a la izquierda el poder, habrá ganado. Ciudadanos no piensa retirar la amenaza de llevar a cabo la moción de censura de forma que, sin frenar, conseguirá una dimisión in extremis de un PP que teme la pérdida del gobierno. ¿Quién frenará antes? El actor que más tiene que perder.
Quinta conclusión: la política se suele desarrollar como un juego no cooperativo.