A principios de los años 90 del siglo pasado emitieron en España una serie estadounidense de contenido juvenil que se titulaba como el propio encabezado de este artículo. La serie trataba de un grupo de amigos que iban al mismo instituto y que entre ellos unos eran más proclives que otros a sacar buenas notas. Como era el caso del famoso “Screech” Powers o “Jessie” por ser destacados estudiantes dentro del grupo o el oportunista “Zack” Morris.
El origen del título y el post no reside en que la serie tenga un trasfondo político, sino que la misma frase de “Salvados por la campana” la pongo en relación con el resultado de las elecciones locales y en algunas comunidades autónomas llevadas a cabo el pasado 26 de mayo. Sé que este análisis estaba pensado para publicarlo en los días posteriores a la celebración de elecciones, sin embargo, me he atrasado un poco. Curiosamente, esta procastinación mal avenida puede dar lugar en la reafirmación de lo que planteo.
Los liderazgos tras el 26M
Quien haya seguido el devenir político en España desde las últimas elecciones generales el pasado 28 de abril, sabrá de manera fehaciente qué organizaciones políticas y qué liderazgos salieron fortalecidos y debilitados respectivamente.
Pablo Casado llegaba a las elecciones locales y autonómicas bastante debilitado por la amplia derrota del PP en los comicios generales. Por eso mismo y por su importancia política, Casado tenía que salvar la Comunidad de Madrid y recuperar el Ayuntamiento de la capital, pues esto es vital para la supervivencia del liderazgo de este. Ya que perder poder político en la capital del Estado español supone también perder visibilidad en lo social en el sentido de que las posibles acciones políticas a realizar por parte del partido conservador no tengan calado en parte de la sociedad, prefiriendo en el futuro esta otras opciones políticas como pueden ser Ciudadanos o VOX.
Por otro lado, la fragmentación de Podemos en diversas formaciones políticas ha resultado fatal a la hora de tener un posicionamiento mejor a la hora de buscar alianzas para sostener a Manuela Carmena en la alcaldía de Madrid, ser clave para la composición del futuro gobierno de la comunidad madrileña o influenciar en el futuro gobierno que lidere Pedro Sánchez. Con lo que el liderazgo de Pablo Iglesias queda en cierta forma debilitado y queda en entredicho la petición al PSOE de formar una coalición de gobierno.
Por otra parte, el PSOE puede verse frustrado al ver como en Madrid se le escapa de las manos el gobierno de la comunidad y la posibilidad de influenciar en el gobierno del Ayuntamiento de la capital.
Negociaciones y pactos
El desarrollo de la jornada electoral el pasado 26 de mayo se tornó en un día incierto en Madrid conforme pasaban las horas para los partidos políticos en liza. Resultando que todos pueden ser protagonistas en el futuro próximo y pueden asimismo cambiar de roles, de perdedores a triunfadores o viceversa.
Para que el PP y Ciudadanos tengan la posibilidad de gobernar van a tener en cuenta a VOX, como ya está sucediendo. Pero lo paradójico de esta situación es que la formación de ultraderecha es el tercer socio en discordia que hace más una función de extorsionador hacia sus posibles socios que de otorgar sostenibilidad a unas acciones de gobierno cogidas con pinzas como estamos viendo en la retirada del apoyo a la Ley de Presupuestos en Andalucía. Esto puede provocar un desgaste enorme en estas formaciones políticas que puede verse reflejado en la gestión de futuras negociaciones o en la próxima campaña electoral.
En consecuencia, creo que esta incertidumbre y volatilidad del tiempo político contribuirá aún más a ese cortoplacismo que vive la política actualmente, impidiendo pensar más allá del futuro inmediato. Proponiendo a las futuras generaciones que la política no puede abarcar todos los asuntos que atañen a la sociedad, además de ser un catalizador de la desafección política hacia la democracia representativa.
Por último, a pesar de que España sea un Estado compuesto y relativamente descentralizado de la capital, Madrid, hacia las capitales de las comunidades autónomas, aun sigue teniendo un notable grado de centralización en torno a la capital que hace que el interés político se concentre en demasía hacia esta, coadyuvando también a esa centralización en el plano económico, social y laboral.