La pasada gala de Premios Goya está siendo calificada como “gala de la inclusión”. Detallan, quienes por afición o por contrato se ven en la situación de comentar algo a este respecto, que fue una gala reivindicativa, que visibilizó muchas realidades e incluyó una considerable ración de diversidad humana.
Ya el simple hecho de destacar esto nos plantea dos ejes para pensar; de un lado la otredad, de otro, la intencionalidad.
Sería sesudo pararse a pensar si estas constantes alusiones a la inclusión y la diversidad no reflejan en el fondo esa extrañeza que sentimos cuando algo es infrecuente, cuando admitimos que es una excepción al “normal” devenir de las cosas.
La intencionalidad es aún más difícil de aquilatar. Desconozco el punto del que se pretendía partir, no sé si las reivindicaciones formuladas respondían a lo que se esperaba, y por encima de todo, tengo dudas sobre emisores y receptores de los discursos. Es un tema con muchos matices para el que sería complicado dar respuestas, aunque si quieren compartir mis preguntas, sugiero que al igual que yo, visiten algunos perfiles en redes sociales de plataformas y asociaciones de feministas gitanas; tienen una percepción de la gala algo diferente a la que vemos en los medios.
Más allá de todo esto, desde la propia noche del sábado las redes se llenaron con el discurso de Jesús Vidal, premiado como mejor Actor Revelación por su papel en “Campeones”.
Quien me conoce puede imaginarse que esto, en lo profesional, lo activista y lo personal me alegró mucho. Al fin y al cabo, mi artículo más leído del año pasado, fue el que escribí tras ver la cinta, y más allá del halago a mi vanidad, me parece interesante que esa publicación se colara entre las diez más leídas de esta web, donde se analizan temas sociopolíticos sesudos, complejos y de notable actualidad.
Incluso el presidente del gobierno destacaba las palabras del premiado, recalcando los valores que el agradecimiento había puesto de manifiesto.
Un discurso para no olvidar. Jesús Vidal ha hablado esta noche a nuestros corazones y ha remarcado tres palabras que nunca deben desaparecer de nuestra cabeza: inclusión, diversidad, visibilidad. Suscribo sus palabras de principio a fin. ¡Emocionado! ¡Sois campeones!#Goya2019 https://t.co/FP0JmqSymX
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) February 2, 2019
Jesús Vidal, con su magnífico discurso, podría pasar al panorama de las personas inspiradoras que la posmodernidad quiere ensalzar constantemente, sin reparar en el miedo que deberían provocarnos esas personas ávidas de inspiraciones ajenas.
Tal vez por eso el discurso corrió como la pólvora, se compartía en cualquier red social imaginable, y una, que además de ser mujer con discapacidad visual trabaja con muchas personas con discapacidad intelectual se pregunta: Si la gente es tan receptiva a la inclusión ¿por qué yo a diario trato con discriminaciones, barreras, violencias de todo tipo hacia personas con discapacidad intelectual?
¿Qué es Cripwashing?
Igual que intentar sacar beneficio de una imagen amigable con colectivos LGTB se considera pinkwashing o la utilización de discursos feministas con fines de propaganda vacía recibe el nombre de purplewashing, hacer eso con la discapacidad recibe la denominación de Cripwashing. El término viene del inglés crippled (tullido) y se relaciona con unas nuevas tendencias activistas y teóricas (Crip) en las que no es posible detenerse en este artículo pero que para quien quiera profundizar, recomendamos una simple búsqueda en su buscador favorito, donde a buen seguro encuentran cosas interesantes.
El discurso de Vidal es magnífico e irrepetible por su singularidad y lo que encierra, pero sí me preocupa que la utilización de este caiga en el Cripwashing.
Me preocupa por varios motivos; el primero es el que comentaba anteriormente y que vino rápido a mi mente cuando vi a tantas personas compartiendo el discurso. El compromiso con la inclusión va más allá de soltar un par de lágrimas y compartir un vídeo. Un compromiso real con una sociedad diversa requiere, no sólo del respeto entendido como una indiferencia pacífica, sino como una verdadera intención de que nuestra sociedad la compongan en igualdad todas las personas.
Pido mucho, sé que es así, pero si de verdad tanta gente compartiera lo expresado por el actor, no viviríamos en una sociedad donde las personas con discapacidad intelectual estaban privadas del voto hasta hace un mes. No veríamos a diario casos de violencia hacia estas personas. No encontrarían incontables barreras sociales y administrativas en los ámbitos educativos y laborales. No se cuestionaría su libertad afectivosexual como aún se hace. No sería necesario un programa específico para garantizar su inclusión educativa libre de acoso. Nunca oiríamos a una persona con discapacidad intelectual con más de veinte años decir que jamás ha tenido una amiga o un amigo, o que nota como muchas personas lanzan miradas de recelo cuando entran en un autobús.
Otra cuestión que despertó mi “alerta cripwashing” fue ver como los sectores de siempre hacen uso del logro personal para hacerlo extensivo a un colectivo o una generalidad. Es frecuente que cuando alguien con discapacidad alcanza un gran mérito se nos venda que es posible, generando la ilusión de que sólo hay una opción que es el esfuerzo, y que quien no se esfuerce se tiene merecido la vida que le toque.
No me entiendan mal, tengo a mi alumnado con discapacidad intelectual machacado con la cultura del esfuerzo; pero también, y en la misma medida, les animo a colaborar, a ayudarse, a pedir ayuda, a denunciar injusticias y reivindicar sus derechos. Cosas todas importantes en esta silenciosa conquista de la igualdad. Y son cuestiones importantes porque hay que ser conscientes de que incluso dentro de una situación común como puede ser la discapacidad, hay que entender que hay más factores que influyen en la persona y su desarrollo, como la familia, los recursos materiales y económicos de los que se dispone, la accesibilidad de los entornos, las leyes, las políticas sociales, y un etcétera largo.
Si me apuran, cambiaría toda esta cultura del logro y los sujetos inspiradores por una cultura de la reivindicación colectiva, donde se garanticen oportunidades reales partiendo del cumplimiento de unos derechos que no podemos permitir que se anclen sólo en lo teórico.
Por supuesto, la visibilización que “Campeones” ha regalado a este país es algo para celebrar, y si de verdad hay quien ha tenido un despertar de la conciencia con las palabras de Jesús Vidal, es motivo de alegría. Pero vamos a intentar ir más allá, vamos a no quedarnos sólo en eso. Vamos a creernos de verdad que la sociedad es mejor cuando recibe por igual a todas las personas y vamos a contribuir a generar oportunidades reales, porque lo del cripwashing ¿qué quieren que les diga? Suena hasta feo.