La IA como herramienta estratégica en el panorama internacional: la necesidad del multilateralismo

A lo largo de la historia, los avances tecnológicos en el panorama internacional se han logrado en muchas ocasiones en una carrera armamentística estratégica. La bomba atómica se desarrollaba de manera acelerada en un ambiente de pre-guerra fruto del temor a que Hitler estuviera fabricándola (lo estuvo de hecho, pero su descubrimiento llegaba tarde).

No fue únicamente la investigación nuclear. Otros avances como el teléfono, la computación o internet se desarrollaban originariamente con objetivos militares. Uniendo el pasado con las competiciones internacionales actuales y las predicciones presentadas en películas de ciencia ficción (sin olvidar que reflejan en gran medida el sentir bélico estadounidenses), el futuro no resulta muy atractivo.

Bill Gates afirma que en la actualidad se está produciendo una carrera armamentística basada en la inteligencia artificial. Por su parte, el filósofo alemán Thomas Metzinger apunta que “la gente corre como loca y confusa porque siente que se ha puesto en marcha un tren. El tren de la digitalización y la IA. Pero nadie sabe de dónde sale ni a dónde va. Y todos consideran muy importante subirse a tiempo”.

¿A dónde se dirige la IA?

El carácter internacional de la IA

Inventos anteriores del homo sapiens se han basado en el procedimiento prueba-error. En la mayoría de los casos (y como es fácilmente comprobable), no ha finalizado con un exterminio de la humanidad, aunque ha supuesto varias desgracias en casos aislados de accidentes en plantas nucleares.

La tecnología que nos facilita la vida hoy día es irremediablemente parte de un proceso mucho más largo y complejo que podría concluir con una IA fuerte creada en unos siglos. En el caso de la creación de una inteligencia artificial general, debemos ser conscientes de que un error podría ser catastrófico para el planeta. Por tanto, si las consecuencias serán sufridas por el conjunto de la humanidad (y el resto de especies), creo oportuno y necesario que las investigaciones se realicen de manera cooperativa o, al menos, se compartan los avances.

Pero, ¿qué dota a una inteligencia artificial fuerte de un carácter internacional?

Los descubrimientos que hoy parecen parte un futuro lejano, se verán acelerados por materia inorgánica de inteligencia general. Podría servir para explorar lugares donde el ser humano es incapaz de acceder, como sitios minúsculos o muy profundos, por ejemplo el fondo del mar. Aunque también podría tratarse de lugares muy lejanos y de tamaños inimaginables, como otras galaxias. Esto nos concedería conocimientos, pero también recursos que podrían resultar indispensables para nuestra supervivencia.

A la unilateralidad en el desarrollo de IAs de este tipo, hay que sumar la predominación de la empresa privada en investigaciones tecnológicas. El director de Tecnología de EE.UU., Michael Kratsios advierte de que “para la humanidad en general es muy importante que la Inteligencia Artificial no quede a la deriva de la empresa privada, pues si bien ya estamos disfrutando de muchos de los beneficios que esta tecnología puede arrojar, al mismo tiempo es una peligrosa herramienta que puede comprometer la existencia misma de la humanidad”.

Pero lo cierto es que son compañías privadas estadounidenses las que llevan la iniciativa en la investigación y la aplicación de la IA en nuestros días. Esto facilita el liderazgo de Estados Unidos, que encabeza el ranking tecnológico. El segundo país es, por supuesto, China. Ya sea a través de compañías privadas o de control público, lo cierto es que el manejo de datos de millones de personas a los que dos de los tres países más poblados del mundo tienen acceso no está al alcance de cualquiera de los restantes.

Los países que lideran el ránking

Estados Unidos, el país de la cultura tecnológica, lleva la delantera en proyectos sobre mejora genética e inteligencia artificial, aunque China le pisa los talones y, de hecho, lo supera en varias áreas tecnológicas tenidas en cuenta para el ranking global.

En el Massachusetts Institute of Technology se están cocinando los mayores avances del siglo XXI. Aun así, Donald Trump tardó en reaccionar, volviendo a incluir la IA en el presupuesto nacional tras comprender que en la carrera tecnológica China le estaba adelantando por la derecha y las restricciones laborales y políticas migratorias resultan ser un obstáculo para el reclutamiento de investigadores extranjeros.

En una sorprendente nota de prensa, el pasado mes de febrero, el Departamento de Defensa se comprometía a un “uso ético” de la IA que se asentaba en cinco pilares: responsabilidad, equidad, trazabilidad, fiabilidad y gobernabilidad. Asimismo, destacaban su distanciamiento en los “usos militares” de países como China o Rusia.

Pero si hay un país donde la tecnología ha irrumpido en la sociedad de manera más acelerada, ése ha sido sin lugar a dudas China.

El gigante asiático cuenta con un plan de desarrollo en robótica enfocado en la industria y la militarización con un presupuesto de 150 mil millones de dólares claramente decidida a liderar el ranking en 2030. La mayor ventaja con la que cuenta el país es la ingente cantidad de datos proporcionados por 750 millones de personas con acceso a internet a través de los cuáles la IA aprende y evoluciona.

Rusia resulta ser también uno de los países con una mayor aplicación práctica de la inteligencia artificial en los negocios. Un 30% de las empresas rusas implementan IA en sus procesos. En este lado del globo, en el continente europeo, Reino Unido lidera el ranking con más de 121 empresas (2017) e inversiones de capital de riesgo anual que alcanzan el 38%, además de contar con presupuesto público destinado a la robótica y la investigación. Varias entidades públicas relacionadas con la IA han sido constituidas en los últimos años: la Oficina para la Inteligencia Artificial, el Grupo Parlamentario de Todos los Partidos para IA y el Comité de IA de la Cámara de los Lores.

La UE ostenta un alejado tercer puesto en el ranking centrándose en la regulación y apostando por una cooperación entre los países miembros defendiendo los usos beneficiosos de la IA y la “economía digital”. Nuria Oliver, Chief Data Science en la Comisión Europea, afirma que los retos a los que la humanidad se enfrentará en un futuro no serán superados sin la inteligencia artificial. Admiten la superioridad de EEUU y China, quienes llevan bastante más tiempo invirtiendo capital en el desarrollo y la investigación tecnológica. El sistema americano se inició sin regulación, “y es difícil regular llegando tarde”. Resulta urgente evitar situaciones como la de la primera tecnología financiada por la UE, que se aplicó en China.

Israel ha aumentado su presupuesto en avances tecnológicos con una inquietante relación entre éstos y la actividad militar (armas, ciberseguridad, coches autónomos) que, no olvidemos, asfixia a Palestina. Además, el país usa la inteligencia artificial para mejorar las técnicas de edición del genoma humano enfocado en aplicaciones industriales e investigación.

Japón es líder en la construcción de humanoides. Algunos expertos aseguran que el avance tecnológico iniciado por el país nipón el siglo pasado fue esencial para su recuperación económica a través de la automatización de cadenas productivas y promovió una imagen moderna del país. Aun así, parece que está quedándose rezagado en las investigaciones sobre inteligencia artificial, siendo adelantado en la carrera por otros gigantes del continente como la ya sabida China y la India. El 74% de los robots industriales actuales están concentrados en 5 países: China, Japón, EEUU, Corea y Alemania en ese orden.

España ostenta en solitario un nada desdeñable puesto 15 en el ranking mundial. Sin embargo, los avances producto de la investigación no llegan a implementarse en las empresas ni mucho menos a constituir un tejido industrial. Aquí se puede consultar la estrategia nacional española. Comunidades autónomas como Cataluña y la Comunidad Valenciana cuentan con su propia regulación en IA.

El “gobernator” del mundo

Volviendo a los avances con el uranio, alguien dijo una vez que las bombas nucleares existían para no usarse (aunque con el claro propósito de intimidar). Sin embargo, no ocurre lo mismo con la inteligencia artificial, puesto que nos facilitan la vida en casi todos los aspectos de la misma. Además, una IA fuerte tendría capacidades inimaginables que superarían con creces las humanas. ¿Se desperdiciaría tal potencial en pos de la seguridad ciudadana?

Planteémonos la situación hipotética del primer país en desarrollar una IA fuerte y la posibilidad de que se usara con fines bélicos. He dicho por primera vez porque, como tantas otras veces ha sucedido en nuestra historia, los avances tecnológicos y científicos se han alimentado los unos de los otros acelerando futuros desarrollos. Un segundo país no tardaría en lograr la suya y esto podría constituir un desafío aún mayor. Puede sonar conspiranoico, pero no parece muy halagüeño un futuro donde varias IA más inteligentes que el ser humano convivan en un mundo que podría resultarles pequeño e inservible.

Deducimos que en una sociedad futura que no logra ponerse de acuerdo para avanzar al mismo ritmo y de manera cooperativa, las diferencias entre países y las ansias de poder no habrán sido superadas. Por tanto, asumimos que un primer país (pongamos China) utilizaría su descubrimiento como alarde de poder y amenaza para sus rivales (por ejemplo, EEUU). ¿Cuánto tardarían los Estados Unidos en desarrollar la suya?

La necesidad de una unidad internacional

El Director del Instituto del Futuro de la Humanidad, Nick Bostrom alerta de los peligros y de la necesidad de una Unión internacional. Quizá suene utópico pensar en un multilateralismo de este calibre, aunque las ventajas serían incuestionables: presupuesto común, abaratamiento de costes; mayor rapidez en el proceso (193 cabezas potenciales piensan más que una) y mayores garantías de un cuestionamiento ético.

Ejemplos de multilateralidad son Canadá y Francia, precursores de la GPAI (Global Partnership on AI) presentada hace un año. Cuenta con la mayoría de los países mencionados en este artículo como fundadores y pretende agrupar investigadores, gobiernos y representantes de la sociedad civil con el objetivo de asegurar la inclusión de la ética y la responsabilidad, así como la puesta en común de ideas tecnológicas que ayuden en el contexto de la pandemia.

Asimismo, Moscú se convierte este año en anfitrión del proyecto global de IA del Foro Económico Mundial con el objetivo de cooperar e intercambiar conocimientos y enfrascarse en la resolución de debates regulatorios.

Como ya mencioné anteriormente, la UE une a sus miembros en la investigación tecnológica. La Comisión Europea busca financiar proyectos basados en consorcios de empresas a nivel transfronterizo. Los dos modelos (grandes empresas y sector público), aseguran, son compatibles. Entre 2021 y 2027, el presupuesto para invertir en inteligencia artificial asciende hasta los 100.000 millones en lo que parece ser un cambio de ruta decisivo.

Volviendo al ejemplo de la bomba atómica, no olvidemos que ésta fue posible gracias a la cooperación de EEUU, Reino Unido, Canadá y la colaboración de varios científicos alemanes en el Proyecto Manhattan. De haber actuado cada uno por su cuenta, Hitler podría haber conseguido desarrollarla antes que el resto y nuestro presente sería muy distinto. Además, la ética estuvo patrocinada por el científico Leo Szilard, quien presentó la patente con el objetivo de que nadie pudiera construirla y usarla con fines bélicos como ocurriría más tarde por parte de Estados Unidos.

Es indudable que los estados se rigen por intereses muy dispares, pero ¿y el interés común? El desarrollo tecnológico debería ser compartido de la misma manera que lo son los riesgos. Stephen Hawking apuntaba que “todos deberíamos detenernos un momento y concentrarnos no solo en crear una mejor IA y más exitosa sino también hacerlo en beneficio de la humanidad”. Y esta vez, que no sea un avance científico militar.

Bibliografía

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