(Este artículo continúa con una serie de publicaciones que pretenden hacer aportaciones a la cuestión específica de las mujeres con discapacidad)
“Simone de Beauvoir enunció todo un mundo de ideas cuando afirmó que no se nacía mujer, sino que se llegaba a serlo. Sin embargo, un día paseando por los Champs-Élysées vi en un escaparate de una firma carísima una camiseta, a un precio prohibitivo, con la célebre frase escrita con brillitos… Y ahí llegó el mensaje de Simone, a un escaparate donde perdía el sentido.”
Marian Pérez Bernal
¿Quién era Frida Kahlo?
Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón nació en la ciudad de México en 1907. A la edad de seis años, contrae la poliomielitis; una enfermedad casi desaparecida en la actualidad gracias a las vacunas, pero que durante el Siglo XX hizo estragos en la población infantil, ocasionando secuelas físicas discapacitantes.
En el caso de Frida, tuvo un acortamiento y debilitamiento en la pierna derecha que limitaba su movilidad.
Esta situación no le impidió desarrollarse en lo académico y lo personal, además de ejercitarse en el ciclismo o la natación para paliar la secuela de la enfermedad. Cuando tenía 18 años, tuvo un aparatoso accidente en que el autobús en que viajaba fue arrollado por un tranvía. La ruptura de varios huesos, el destrozo de su pelvis, la fractura múltiple de la pierna derecha ya maltrecha y lesiones en la espina dorsal la llevan a una postración que, a intervalos, la acompañaría el resto de su vida.
Paradójicamente, esta situación de discapacidad, que incluso podríamos catalogar como de dependencia, fue la que disparó sus ganas de pintar. En este encuentro convaleciente con la pintura, Frida se encontró con un tema que luego fue tan recurrente en su obra como las flores o el folclore mexicano, el dolor.
Luego vino su relación de amor y odio con Diego Rivera, los traslados, las y los amantes, el activismo político, la pintura con tintes fotográficos que escapaba del acabado reverencial que producían los lienzos, la maternidad no lograda, la salud que se deterioraba produciendo limitaciones y más dolor. La poliomielitis, además de los síntomas que provoca en la infancia, ocasiona debilidad muscular en todo el cuerpo incluso a los cuarenta años de haber pasado la infección, por lo que la musculatura de Kahlo se iba deteriorando día a día.
Cuando la historia te perdona tu discapacidad
Actualmente, la figura de Frida Kahlo está muy presente en nuestra sociedad pero ¿de qué manera lo está? Desde luego, de una muy dulcificada, aliviada y casi podríamos decir que posmoderna, lo cual no es casualidad.
Según el sociólogo Tom Shakespeare la invisibilización de la discapacidad de las figuras históricas se produce por dos motivos fundamentales: O no se conoce mucho que existe dicha discapacidad, o no se considera a estos personajes como personas con discapacidad.
La segunda idea, según las teorías de Shakespeare, se debería al hecho de que la construcción identitaria que incluye, resalta o reivindica la situación de discapacidad, es un fenómeno relativamente reciente, propio de mediados del Siglo XX en adelante.
Además, no hay que olvidar todas las connotaciones negativas que las diferencias y las discapacidades han tenido a lo largo de la historia. Esto ha propiciado que cuando aparece alguien notable, se le conceda un “estatus honorífico de no discapacidad”. Esto, a su vez, redunda en invisibilizar una cuestión que repercute aún en la actualidad en el imaginario colectivo de la discapacidad.
Obviamente, las reivindicaciones políticas, sociales o legales no se van a soportar en el legado de personas que ya no están en este mundo, pero si es importante contar con aportaciones relevantes y relatos, que sin caer en trampas inspiradoras o constructos heroicos, si propicien una visión positiva de la discapacidad.
La discapacidad no es sólo una circunstancia en el desarrollo artístico de Frida. Es el detonante, el condicionamiento a pintar de determinada manera, a tener un mundo interior y exterior que necesitaba expresar como el folclore o su visión de la realidad social mexicana.
Trasmitir el dolor de un cuerpo maltratado por la vida desde una cama, con uno de tantos corsés rígidos y utilizando un caballete adaptado es un factor performativo demasiado importante para obviarlo. Sin todas esas situaciones, Frida podía haber sido pintora, por supuesto, pero jamás de la manera en que lo fue.
Desde un análisis interseccional, en ella confluían situaciones y condiciones que la colocaban en el mundo de una forma muy significativa que actualmente, parece no tener importancia.
Barbie, Disney y miles de camisetas
Sin embargo, la historia ha ocultado tanto su discapacidad que incluso es una cuestión invisible en la descripción de la Barbie Frida Kahlo porque, sí, existe esa muñeca, y ya sabéis que mensaje se trasmite cuando Mattel te incluye en su universo. En este caso, es una muñeca de colección, dentro de la serie “Mujeres que inspiran” donde comparte espacio con, por ejemplo, la Barbie Rosa Parks, que no sabemos si trae autobús accesorio.
Al universo de las muñecas de Mattel y las lizas legales que la familia Kahlo interpuso habría que destinarles otro artículo, pero baste decir que aún puede comprarse y venderse, como casi todo en esta vida.
No quedó ahí la cosa, y recientemente Frida aparecía en la archiconocida película de Disney “Coco”.
Esta aparición en el largometraje ha propiciado el más difícil todavía, ya que ¿ahora Frida forma parte del universo de princesas Disney?
Curiosamente, y en un sentido que como poco resulta contradictorio, la cosificación o instrumentalización de una Frida sin discapacidad, se emplea como referente feminista. No es objeto de este artículo discutir si merece tal atribución o no. No se puede negar la aportación que la pintora mexicana supuso en su momento, pero la Frida de los bolsos y los memes parece articularse en unos ejes basados en el amor libre y muchas flores, sin más.
Es complejo, aún con la mirada de hoy, dilucidar si Kahlo creía en el amor libre o se adaptó a las circunstancias, pues ella misma afirmaba que había sufrido dos accidentes en su vida, el del autobús y conocer a Rivera. Para muestra, el autorretrato “Diego y yo”. En él, con el pelo enmarañado y lágrimas para dar y tomar, la mexicana se inmortaliza con un mensaje en la frente que le indica a su marido que su infidelidad con María Félix le duele y le causa tormento. Una pena que no haya camisetas de esta imagen.
Porque si bien no se pretende discutir la aportación feminista de Frida Kahlo, el marketing que la acompaña y viraliza es más que cuestionable, dado que parece que cada bolso o libreta con su cara, le roba un poco más el alma, le quita un poco de fuerza y la acerca al mundo Mattel o Disney.
Oportunidades perdidas a cambio de productos en serie
Más allá de ese fenómeno de las camisetas que tan bien describió la Dra. Pérez Bernal, disculpando ese postureo en que todas caemos y sabiendo que la responsabilidad última es de quien se lucra produciendo dichas prendas en condiciones que vulneran derechos básicos de mujeres en gran parte del mundo, Frida parece representar la oportunidad perdida de haber hecho algo, de haber aprendido cosas que dejamos escapar en este tsunami del capitalismo que convierte en iconos a personas que escapaban de él, como ya le ocurrió al Che Guevara.
Podíamos haber tenido muchas enseñanzas de Frida, de su convivencia con el dolor, de su vivencia de la discapacidad, de una mente que buscaba volar de un cuerpo que la oprimía, de una maternidad que por tres dolorosas veces vio frustrada, de su trabajo emocional para ajustar sus sentimientos a lo que la realidad de su vida sentimental le ofrecía y la toxicidad que podía haber en ello.
Podíamos haber aprendido mucho de una mujer mexicana que estaba lejos del ideal hegemónico de la feminidad o la corporalidad que los cánones grecolatinos han impuesto en tantas partes del mundo. Desde el punto de vista del feminismo de la discapacidad, es un referente valioso que ante todo, quiso vivir y aportar algo al mundo que la rodeaba. Pero en lugar de eso tenemos una muñeca a la que para colmo le han aclarado el color de los ojos, camisetas en grandes almacenes, muchos bolsos, algunas agendas, tazas, cuadros en serie, frases atribuidas y cosas para postear en Pinterest.
Un día, la posmodernidad nos engullirá por completo, y tal vez en ese momento nos arrepentiremos de no haber pensado un poco más en todo lo que había detrás de pequeñas acciones y gestos como elegir camisetas.
BIBLIOGRAFÍA
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