Somos muchos los que defendemos que en España la gente trata la política como si fuera fútbol, esto es, que defienden los colores y las siglas de su partido de manera irracional como si de un equipo de fútbol se tratara. Tras el surgimiento de los nuevos partidos y la ruptura del sistema bipartidista, parece que esto se está revirtiendo, pero sigue teniendo mucha relevancia, especialmente por la polarización que se está dando a causa de temas tan tangenciales como la independencia de Cataluña.
Sin embargo, no venimos a hablar de eso, ni de la influencia del fútbol en la política como se suele hacer, venimos esta vez a explicar cómo el mundo del fútbol actúa como si fuera política, concretamente los entrenadores, presidentes, clubes etc. El fútbol más político.
Detrás de cada entrenador de un equipo grande debería haber un politólogo y no es ninguna broma, es que estas luchas de poder entre los grandes equipos que se acaban resolviendo en el campo, en política se resuelven en las jornadas electorales.
En primer lugar, podemos hablar de algo muy interesante que propugnó el filósofo Carl Schmitt: la esencia de lo político o el criterio de amigo-enemigo. Decía el alemán que en política uno no podía existir sin tener un enemigo marcado. Evidentemente esto no hay que tomárselo al pie de la letra porque Schmitt lo enfocaba mucho más a enemigos naturales: otros pueblos, otras culturas opuestas… Y siempre con la amenaza de la guerra en el horizonte.
Sin embargo, si lo intentamos adaptar a la lucha democrática, vemos que el criterio amigo-enemigo, entendido como la necesidad de diferenciación, conlleva un sentido de afirmación de sí mismo (nosotros), frente al otro (ellos), lo que establece un principio de oposición y complementariedad. De oposición porque se rechaza al enemigo marcado y de complementariedad porque nosotros nos definimos de una manera y no de otra porque somos distintos al enemigo.
Nosotros vs ellos, populismo y fútbol
Esto que puede parecer muy banal es una de las tesis básicas del populismo, ya que, a la hora de aglutinar las distintas demandas sociales en una reivindicación completa, ya estás creando un nosotros y un ellos (los que provocan estas injusticias). Es decir, que en el plano democrático Podemos, por ejemplo, nace y existe en oposición al PP. ¿Esto quiere decir que sin el PP, Podemos no existiría? Si no existiera un partido con este tipo de políticas, sin duda, no solo no existiría, sino que no sería necesario.
En el fútbol ocurre igual. ¿Qué sería del Real Madrid sin el FC Barcelona? ¿Y del Sevilla sin el Betis? Cada equipo tiene su razón de ser en su rival y, de hecho, el momento más importante del año en cada temporada es el derbi (el partido con el máximo rival). ¿Esto por qué ocurre? En el caso de los derbis normalmente suele ser por conseguir la hegemonía del lugar en el que juegan ambos equipos.
Por ejemplo, el ya mencionado Sevilla-Betis, por capitanear a la ciudad sevillana. Si lo pasamos a un plano más amplio, ocurre en la Región de Murcia con equipos más pequeños de 2ªB (que no con menos rivalidad), como son el Real Murcia y el FC Cartagena, para hacerse con la supremacía en la Comunidad Autónoma. Y si lo vemos en el plano más amplio posible, como ya hemos dicho, el clásico, Madrid-Barça, es para delimitar quién manda en el fútbol español y si me apuran, en el fútbol mundial.
Por otro lado, no podemos olvidarnos hablar de la influencia de la comunicación política en el fútbol. Cualquiera pensará que quien más defiende la camiseta de su equipo es quien la lleva puesta y la suda en el campo, sin embargo, no se puede ignorar el trabajo a nivel comunicativo que realiza un entrenador. Cada palabra es importante, y siempre hay que dar una buena imagen.
En el caso del Real Madrid, con los primeros resultados malos de la temporada, los periodistas acribillaban a Zidane y él, probablemente mal, defendió que todo iba bien. Claro, si todo el mundo ve que existe un problema y quien puede solventarlo no lo reconoce… Algo debería cambiar. Bien recuerda esto a Zapatero en tiempos de crisis cuando constantemente intentaba transmitir que España iba bien cuando realmente no era así. Otros entrenadores, cuando sus jugadores no dan la talla, enseñan una imagen de enfado, como si fueran a echarle la bronca a sus jugadores en cuanto acabara la rueda de prensa.
La estrategia de Zidane fue la de Laporta hace unos años cuando todavía presidía el Barça, la de “al loro, que no estamos tan mal.”, con la esperanza de que en dos o tres partidos el Madrid levantara cabeza. Sin embargo, esto no ocurrió y el equipo cayó en picado, dando la peor imagen posible: un equipo que no funciona y un entrenador con los ojos vendados. Efectivamente, Zidane, no supo gestionar la crisis y esta le comió, tal y como le ocurrió a Zapatero con la crisis económica de 2008. Quizá, si hubiera tomado la decisión de “enfadarse”, al final no se le habría identificado como culpable.
Fichajes ‘Estrella’ y manipulación de la opinión pública
¿Más política en el fútbol? ¡La de los fichajes! Si bien lo que más ilusiona a un aficionado es que su equipo gane, lo que más le mueve es el nombre de su jugador. Con esto nos referimos a la forma en la que un equipo desvía la atención de un problema. Por ejemplo, el FC Barcelona, quizá, futbolísticamente no necesitaba a Coutinho y a Dembelé, pero con la inesperada venta de Neymar todo se volvió loco y el Barça necesitaba una estrella nueva que paliara el enfado generalizado que tenían los aficionados con su directiva. Y lo mismo le está pasando al Madrid ahora, pero no por una venta, sino por los malos resultados que se están teniendo. Ahora, mientras el Madrid está 4º en liga y eliminado de copa, todo el mundo habla de si se debería fichar a Harry Kane o (curiosamente) a Neymar.
¿Esto ocurre en política? Como era de esperar, sí, de hecho, es donde más ocurre: ¿Acaso cuando el PP está inmerso en una investigación de corrupción no se desvía el tema a otra parte? Algo ilustrativo fue toda la polémica con Cataluña, con la que se taparon grandes noticias que iban a salir sí o sí, de la trama Gürtel. Es cierto que en política se desvía la mirada hacia algo negativo y en fútbol hacia algo positivo, pero porque lo negativo en general suele captar más la atención que lo positivo por la preocupación que genera y eso la política puede aprovecharlo, mientras que si un club de fútbol desviara la atención hacia algo negativo debería ser propio (no tienen la capacidad de hacer que no se hable de ellos) y por tanto acabaría siendo contraproducente.
Liderazgo en el fútbol
Un último punto muy político a destacar en el mundo del fútbol es el liderazgo. Sin duda, el líder en un equipo no es otro que el entrenador. Es el referente en los valores del club y quien manda en la plantilla. En equipos muy grandes los entrenadores lo tienen muy difícil para que las “estrellitas” les escuchen, sin embargo, hay grandes ejemplos de entrenadores que lo consiguen y con creces.
Un liderazgo en un sentido muy carismático es el del Simeone, que con disciplina y toda una tesis de trabajo con el clásico “partido a partido” ha conseguido, desde que está en el Atleti, que sus jugadores le obedezcan. Simeone captó que la esencia histórica del Atlético de Madrid era el trabajo continuo y el esfuerzo y convenció a sus jugadores de que esa filosofía era la correcta.
Mientras que, Zidane, la lectura que tiene del Real Madrid es el triunfalismo que desprende como entidad. ¿Qué mejor líder para un equipo triunfalista que el de la volea de la novena? El líder siempre tiene que adaptarse a las necesidades de su equipo para convencerle y conseguir esa legitimidad, si no, puede ocurrir como le pasó a Benítez, que nadie creyó en él y los mismos jugadores provocaron su destitución. En política, un líder carismático fue Nelson Mandela, quien se adaptó a su pueblo y recabó las reivindicaciones contra la opresión racial movilizándolos y mejorando finalmente la situación.
Otra forma de liderazgo es el participativo, en el que se deja un amplio espacio a la contribución individual de cada participante. La toma de decisiones está en manos de todo el equipo y el líder asume una función de asesoramiento, de relaciones exteriores y de vigilante del buen funcionamiento. Representan este ideal entrenadores como Del Bosque, con quien España ganó un mundial.
Esto, obviamente, solo puede ocurrir cuando ya existe una cierta cohesión en el equipo (Del Bosque recogió a la selección tras ganar una Eurocopa con Luis Aragonés, por lo que la cohesión estaba hecha). Un ejemplo de liderazgo participativo en política puede ser el de cualquier secretario general de un partido con procesos democráticos internos, ya que, la democracia precisamente limita el liderazgo carismático de los representantes.
En definitiva, como ya hemos dicho, no solo hay fútbol en la política, sino que también hay política en el mundo del fútbol a modo de comunicación, de gestión, de construcción de identidad, así como de liderazgo.
La política está en todo. ¡Ni el fútbol se escapa!