Claves del debate electoral por Madrid #4M

¿Para qué sirve un debate electoral? En teoría, para ver a representantes de diferentes candidaturas exponer sus puntos de vista y evaluar sus aptitudes a la hora de defender sus propuestas, demostrar solvencia técnica, coherencia ideológica y, por supuesto, destreza a la hora de refutar los argumentos de los demás candidatos con evidencias y recursos retóricos. En la práctica sabemos que es difícil que un debate electoral cambie el sentido del voto de parte del electorado, cuando más bien sirve para reforzar las intenciones previas. Pero eso no hace menos interesante ver a los principales candidatos luchar por el voto de los electores y exponerse al escrutinio público. 

Por ello ayer 21 de abril junto a los compañeros de Debate 21 invitamos a quienes quisieran a analizar el debate entre candidaturas a la Comunidad de Madrid a través de Twitter en el hashtag #DebateCompol.

Cartel debate electoral Madrid

Analizaremos algunas claves del debate electoral madrileño para que puedas soltarlas en alguna conversación:

Challengers e incumbent

Cuando la presidenta Isabel Díaz Ayuso decide pulsar el botón rojo y ejercer las competencias de convocatoria anticipada de elecciones que le otorga el artículo 21 del Estatuto de Autonomía de la Comunidad de Madrid, la demoscopia sugería que iba a ganar con facilidad. La entrada de nuevos actores en la contienda desestabiliza el tablero, sugiriendo que hay partido que jugar. Como dicen Celia López y Marcos H. de la Morena, Pablo Iglesias se siente más cómodo como candidato que como gestor. 

Ahora tenemos a una incumbent -Isabel Díaz Ayuso- defendiendo su plaza y a varios challengers intentando arrebatarle el puesto: Ángel Gabilondo (PSOE), Mónica García (Más Madrid), Rocío Monasterio (Vox), Pablo Iglesias (UP) y Edmundo Bal (C’s). 

Cabe destacar que este debate electoral presenta a más mujeres que hombres, lo cual nunca está de más celebrar a la luz de los anteriores debates que hemos tenido recientemente.

Cada candidatura tiene objetivos propios: 

Isabel Díaz Ayuso (PP)

La todavía presidenta ha buscado defender su manera de entender “el modelo Madrid”: libertad económica, gestión diferenciada de la pandemia, calidad de vida entendida como la posibilidad de tomarse una caña en una terraza. En última instancia el objetivo es enfrentarse con alguien ausente: el presidente Pedro Sánchez. Si se leen estas elecciones en clave nacional, serán entendidas como un plebiscito que legitima el modelo Ayuso frente al modelo Sánchez.

El marco del debate es seguir con el discurso de “comunismo o libertad”, siendo esa “libertad” la libertad del neoliberalismo, menos Estado y menos impuestos: “he tratado a los madrileños como adultos”. 

Ángel Gabilondo (PSOE)

El representante del partido más votado en las anteriores elecciones ha intentado desde el primer momento cambiar la conversación propuesta por Ayuso y su “modelo Madrid”: no hablamos de una manera “diferente” de hacer las cosas, sino que lo que guía al PP de Madrid es ideología y mala gestión. Se defendió de Ayuso que le ubicaba en el mismo partido que el Gobierno de España (de nuevo intentando “nacionalizar” las elecciones regionales) afirmando “yo soy Ángel Gabilondo, no soy Pedro Sánchez”. 

El ex Ministro de Educación hizo referencia a la necesidad de alejarse del ruido y los grandes debates para centrar la cuestión en lo cercano, en la empatía con quienes sufren. Para ello afeó a Ayuso sus palabras sobre las “colas del hambre” de personas que buscan ayuda, a quienes la presidenta llamó “mantenidos”. Aunque comenzó con escaso protagonismo, poco a poco fue ganando peso en el debate, aprovechando para dirigirse al electorado como “un profesor” que “lucha por el bien” y desactivando argumentos de los contrarios a base de ironía. 

Mónica García (Más Madrid)

La candidata de Más Madrid ha tratado de enfocar toda su intervención en enmarcar la campaña en una rendición de cuentas sobre la gestión de la pandemia. A ello contribuye que haya potenciado su perfil como médica de la sanidad pública, generando el relato de que ha luchado contra la enfermedad tanto en el parlamento como en los centros de salud. De esta forma su estrategia ha estado más dirigida a levantar las cartas de Ayuso: no, no es “modelo Madrid”, es que no has gestionado bien la emergencia sanitaria.

A este fin ha recurrido a innumerables datos y cifras para alejarse de lo meramente discursivo y centrarse en la realidad: los números no cuadran. Con todo no hay que olvidar que si enseñas varios gráficos a cámara estás poniendo en bandeja que te chopeen y te conviertan en meme.

Rocío Monasterio (Vox)

El espacio de la derecha está muy competido en Madrid, así que hay que diferenciarse. Si tu principal adversario saca la carta de la “libertad”, hay que jugar la otra carta mágica para el votante conservador: “seguridad”. Gran parte de sus intervenciones seguían esta lógica argumental, criticando a la inseguridad generada por la inmigración, okupas que pueden quitarte tu casa, un Estado errático que genera incertidumbre con su legislación paternalista… 

Con todo, era evidente que el resto de partidos salvo C’s intentaban no entrar al trapo para darle mayor visibilidad, excepto en cuestiones como el fomento del odio contra menores extranjeros, una línea roja que nadie debería pasar. Monasterio buscaba desesperadamente generar ruido para ponerse en el centro del debate y en ocasiones de manera bastante torpe: afirmar que le explicó a Mónica García (licenciada en Medicina y Cirujía) lo que era el COVID19 o que es la única que ha cotizado en la empresa privada cuando su actividad profesional ha sido salpicada por irregularidades administrativas.

Edmundo Bal (C’s)

El candidato de Ciudadanos parte con cierta desventaja pues a nadie se le escapa que su partido no está en los mejores momentos. Bal sabe que la única forma de tocar poder es mediante una alianza con Ayuso, así que su objetivo fue dar a elegir a la audiencia entre Vox o C’s. Para ello acudió a clásicos del partido naranja como “ofrezco un pacto de Estado”, “no queremos bandos de la Guerra Civil” o “lo importante es la gestión”. Con estos mimbres tuvo que hacer malabares con dificultad para tener un discurso coherente. Especialmente doloroso fue verle reivindicar la gestión de los consejeros de C’s en el Gobierno de Madrid… que Ayuso expulsó.

Pablo Iglesias (UP)

El ex vicepresidente del Gobierno sabe que la gorra de gestor a veces no le encaja (¿será por el moño?) pero sí la de tertuliano. Pablo Iglesias ya hacía televisión antes de ser político y el debate cara a cara es uno de los entornos donde más se crece. Por ello usó recursos tanto retóricos como empíricos para ganar centralidad, en especial contra Ayuso. Ese “no se ría” cuando la interpelaba para que le dijera cifras de enfermos y muertos por la pandemia quedará para la posteridad. Igualmente hizo lo contrario: mostrar diferencias salvables con el resto de opciones de izquierdas, como cuando se dirigió a Gabilondo en estos términos: “Ángel, desde el compañerismo, que vamos a gobernar juntos, te digo…”

Quedan 12 días

Este debate electoral ha tenido lugar 12 días antes de la cita electoral, por lo que es probable que tenga poco efecto en la decisión final de los votantes. Sin embargo, ha puesto sobre la mesa las diferentes estrategias entre los bloques que, irremediablemente, tendrán que entenderse.

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