El próximo 26 de septiembre se celebrarán elecciones federales en Alemania, además de elecciones regionales en su capital, Berlín, y en el Land de Mecklemburgo-Pomerania Occidental. Normalmente la celebración de unos comicios en la primera potencia europea pasarían más o menos desapercibidos para la atención mediática de nuestro país. Sin embargo, en esta ocasión, diferentes factores han convertido esta cita electoral en la más importante de 2021.
El adiós de la canciller Merkel y el relevo definitivo al frente de la CDU, la probable recuperación de la cancillería por parte del partido socialdemócrata (SPD) y el ascenso de Los Verdes constituyen, entre muchas otras cuestiones, circunstancias que han hecho de las elecciones al Bundestag una fecha destacada en el calendario político internacional.
Las elecciones son a menudo tiempo de incertidumbre, tanto antes de los comicios como después de conocer los resultados, cuando todavía no se ha cerrado el nuevo acuerdo de gobierno y las negociaciones se prolongan más de lo debido. Lo propio ha ocurrido y ocurrirá en Alemania, en especial, debido a la notable fragmentación de su cámara parlamentaria y a la siempre necesaria formación de coaliciones para gobernar. En esta ocasión, en cambio, partimos de una certeza absoluta: Angela Merkel no se presenta a la reelección, por lo que tras dieciséis años al frente del país pone punto final a su carrera política.
El legado de la canciller es amplísimo: durante su mandato Alemania ha vivido diferentes crisis históricas, durante las cuales Merkel ha sabido consolidar el liderazgo de su país en Europa. Se ha transformado la agenda política, aumentando la sensibilidad por cuestiones sociales y medioambientales, al tiempo que se combatía -aislándola- la formación política ultraderechista (AfD) que ha irrumpido en las instituciones. De ahí que la canciller concluya su mandato siendo la líder mejor valorada en Alemania y en otros países europeos.
Quien sea su sucesor, tanto al frente de la cancillería como liderando el partido, no lo tendrá fácil para alcanzar los niveles de reconocimiento de su predecesora. Por todo ello, y a tan solo dos semanas de las decisivas elecciones federales, cierta desesperación se ha instalado en las filas del partido de Merkel ante la debacle que los sondeos pronostican para la CDU. Este nerviosismo se ha traducido, en los últimos días, en la participación de Merkel en una campaña de la que quería mantenerse al margen, e incluso en mensajes que cuestionan el proyecto de integración europeo a fin de desgastar a quien todo apunta que será el sucesor de la histórica canciller, el socialdemócrata Olaf Scholz. Mientras que los democristianos y su candidato Armin Laschet obtendrían por ahora los peores resultados de su historia, el SPD está recuperando posiciones y encabeza los sondeos desde hace escasas semanas. La formación socialdemócrata fue el primer partido en proponer candidato en agosto de 2020 con la nominación del hasta ahora Vicecanciller y Ministro de Finanzas. Su experiencia y la popularidad ganada con la gestión de las ayudas económicas durante la pandemia posicionaron a Scholz como el mejor candidato para revertir los nefastos resultados de 2017.
Aunque Scholz ocupa ahora la primera posición en las encuestas, su elección no pareció impulsar, en un inicio, al histórico partido. De hecho, los sondeos pronosticaron durante meses un fracaso aún mayor para su formación, por detrás de Los Verdes y muy alejada de la CDU. A pesar de todo, y lejos de un resurgir de la socialdemocracia alemana, los errores cometidos por sus principales rivales durante la campaña han permitido que Scholz sea visto como el candidato más merkeliano. En este sentido, el inesperado retorno del SPD ha hecho que imaginar al ex-alcalde de Hamburgo como el próximo Canciller alemán sea hoy un escenario más que realista.
No obstante, en las elecciones federales del próximo día 26 no sólo librarán la batalla electoral las opciones clásicas representadas por la CDU y el SPD. Los magníficos índices de apoyo que la formación ecologista Die Grünen (Los Verdes) registraba en abril, hicieron que el partido designase por primera vez una sola candidata a canciller: Annalena Baerbock. Habiendo perdido fuelle durante los últimos meses a raíz de una intensa campaña de desprestigio y algunos deslices de la candidata, lo más probable es que el partido se convierta en la tercera fuerza en el nuevo Bundestag.
Los ecologistas son, pues, firmes aspirantes a formar parte del nuevo gobierno. El regreso de Los Verdes al ejecutivo alemán después de dos décadas en la oposición se materializaría mediante tres posibles alianzas: la coalición Jamaica, con la CDU y el indispensable apoyo del partido liberal FDP; la coalición semáforo, liderada por el SPD y, de nuevo, con la participación de los liberales; y la menos probable coalición R2G con los socialdemócratas y la formación poscomunista Die Linke (La Izquierda).
En cualquier caso, y pese a que el próximo canciller no provenga del partido verde, el éxito de la formación no es menor: los resultados pronosticados suponen un crecimiento sin precedentes para los ecologistas, la protección del medio ambiente se ha convertido en la cuestión más decisiva para el electorado alemán, y la mayoría de partidos han adoptado múltiples propuestas de su programa, haciendo de la cuestión climática un tema central en la campaña.
Además, no podemos olvidar que los resultados de las elecciones al Bundestag tendrán consecuencias a nivel europeo en diferentes direcciones. Por una parte, a pesar del indudable europeísmo que caracteriza a los tres principales candidatos, desconocemos de qué forma el nuevo canciller asumirá la responsabilidad de estar al frente de la primera potencia europea. ¿Seguirá Alemania siendo una “potencia reticente”, cómo afirma la periodista Pilar Requena en su libro, o reivindicará la importancia que corresponde al país tanto en asuntos económicos como políticos?
Por otro lado, una eventual vuelta del SPD a la cancillería supondría una inyección de moral para la familia socialdemócrata europea, que podría soñar con liderar el mapa político de la Unión tras años de dominio conservador. En este escenario la formación más perjudicada sería el Partido Popular Europeo, que perdería a su último jefe de gobierno en los países al oeste del telón de acero y quedaría en una situación complicada, acechado electoralmente por los partidos de centro y los emergentes grupos políticos de ultraderecha. A todo ello, la familia verde europea celebrará con entusiasmo el seguro ascenso electoral de Los Verdes en Alemania, pero extrapolar resultados a otros países del viejo continente es algo, por el momento, arriesgado.
Al fin y al cabo, en las elecciones federales alemanas no hay poco en juego. Tanto a nivel nacional como europeo y en distintas dimensiones políticas, económicas y sociales, los resultados de estos comicios -y el acuerdo de coalición que se alcance tras los mismos- pueden ser determinantes para los próximos años en Alemania y en Europa. Con las elecciones al Bundestag culminará el «superaño electoral», tal como se ha llamado al 2021 en el país germánico. También finalizará el reinado de Angela Merkel, lo que supone un cambio de ciclo, cuya magnitud es aún desconocida. Resolveremos todas las incógnitas a partir del próximo 26 de septiembre.
Escrito por Enric Brugués y Bernat Lleixà, editores de @Bundespolitica.