Cuando una pierna quiere ir a la izquierda y otra a la derecha el resultado suele ser un tropiezo. Lo mismo pasa cuando en una organización una parte impulsa una estrategia y otra facción tira hacia otra dirección. La última semana de septiembre de 2016 pasará a la Historia como la más convulsa para el Partido Socialista Obrero Español. El partido fundado por Pablo Iglesias Posse ha colapsado de manera especialmente mediática. Ciudadanos, votantes, analistas y hasta Owen Jones hemos asistido a la fractura del PSOE. Uno de los partidos más antiguos y esenciales del parlamentarismo español ha culminado una crisis sin precedentes.
Quienes hemos permanecido atentos al proceso hemos podido ver un derrumbe a cámara lenta. ¿O una demolición controlada? Pues para entenderlo hay que ver los pilares que se han dinamitado.
El primer pilar: Pedro Sánchez
Elegido secretario general en verano de 2014, representaba el candidato menos ideologizado frente a Madina y, sobretodo, Pérez Tapias. Esto se ha podido ver en los bandazos que ha dado a lo largo de su gestión de la secretaría general: lo mismo se erigía el representante de la estabilidad y las instituciones que invocaba el cambio de un proyecto de izquierdas. Tanto da llamar a Ciudadanos y al PP “las dos derechas” que pacta con los primeros para echar a los segundos. Igual llama populistas venezolanos a los de Podemos que les anima a formar un Gobierno de izquierdas.
Por eso se equivocan quienes dicen que Pedro Sánchez actualmente representaba a la izquierda del PSOE. Que haya intentado impulsar un Gobierno de izquierdas responde solo a una variable: su propio cuello estaba en juego y la única forma de evitar el final de su carrera política era echar a Rajoy y llegar a Presidente, aunque fuera con 85 escaños. Sauron ligó su destino al Anillo; Pedro Sánchez ligó su destino a la Moncloa.
Con todo, no es tan fácil destronar al rey. Ha sido necesaria una ola mediática de descrédito para que cunda la idea de que Pedro Sánchez está acabado y debe dimitir. Aquí bien podríamos hablar del papel que han jugado como actores políticos ciertos medios de comunicación. Pero eso es harina de otro costal. Lo que sí merece la pena resaltar es cómo en el momento de gran convulsión el equipo de Susana Díaz convocó a todos los medios para presenciar su Comité Director del PSOE andaluz donde ella era apoyada unánimemente. Ante el hundimiento de un personaje, emerge otro de entre las aguas aclamado por sus tropas. El relato está servido.
Segundo pilar: la coherencia interna del PSOE
Los partidos políticos viven en la permanente paradoja de que deben parecer homogéneos por fuera y plurales por dentro. Esa tensión entre permitir la democracia y el debate interno mientras que se debe llevar un discurso coherente y unificado a veces salta por los aires. ¿Cuales son esas facciones en disputa?
En un lado del ring tenemos el sector abanderado por Pedro Sánchez, el -spoiler- hasta ahora Secretario General del partido. En el otro, el representado por Susana Díaz y los barones territoriales del PSOE. La expresión de “barones” es acertada, tanto porque su poder viene precisamente de tener cargos importantes en sus respectivos territorios, como porque su influencia feudal puede pasar incluso por encima del de la militancia. Sabiendo ésto, la táctica de Pedro Sánchez fue precisamente apelar a los militantes a través de primarias para salir reelegido secretario general. Esto no quiere decir necesariamente que él sea un paladín democrático -“dar voz a las bases”- sino que movilizar el voto era el recurso más útil y valioso con el que contaba para torcer el brazo a los líderes territoriales y salvar el pellejo. Sí, la política a veces es así de cruda.
Consciente de que su destino dependía de tocar poder, la única opción parecía formar un gobierno de izquierdas que eche a Rajoy. Esto se hace pactando con Unidos Podemos y fuerzas nacionalistas, que ponen como conditio sine qua non un referéndum en Cataluña. Dejando de lado que prácticamente todos los Gobiernos del PP y del PSOE se han apoyado en nacionalistas para gobernar, el caso es que la consulta soberanista es inaceptable para gran parte de los líderes territoriales y votantes del PSOE. Podría ser una sangría de votos en posteriores elecciones, dicen algunos, amén de que el PSOE es un partido federalista pero no confederalista. Por todo ello, estas premisas han movilizado a los líderes territoriales para frenar los movimientos de Sánchez.
En el fondo, la jugada de Pedro Sánchez era sencilla:
- La Ejecutiva del partido convoca Comité Federal.
- El Comité Federal convoca primarias y congreso extraordario. En el primero salgo reelegido y relegitimado, en el segundo logro apoyos para un programa de izquierdas para pactar con Podemos y los nacionalistas. Eso en el mejor de los casos: en el peor, obligo al sector crítico a pelearse entre ellos para presentar un candidato y un programa “conservador”, poco atractivo para las bases.
- Reforzado internamente, pacto con Podemos y soy Presidente.
Chachi, pero no ha sido así. El sector crítico se ha organizado rápidamente y ha cortado el camino en el primer paso. Las 17 dimisiones suponen dejar sin efecto a la Ejecutiva con lo cual no se puede seguir el proceso.
Tercer pilar: el contexto de la crisis
En el entorno podemos encontrar infinidad de variables que influyen en la crisis del PSOE. Entre ellas, cómo la caída de votos no empezó con Pedro Sánchez.
Finalmente, mirando atrás es posible encontrar la mano que puso sobre la mesa la manzana de la discordia. En enero Pablo Iglesias hizo su all-in proponiendo un pacto para un Gobierno de izquierdas y desde entonces el debate en el PSOE ha sido repetidamente si impulsar un gobierno de progresista o dejar gobernar a la derecha. Sobre ese eje ha pivotado la guerra civil. En este artículo lo dijimos muy claro: “Si Pedro Sánchez acepta [el pacto de Gobierno de izquierdas] y Susana Díaz y los barones territoriales dicen que no aceptan apoyarse en Podemos: guerra interna en el PSOE.” Esa contorsión que ha desencajado las estructuras del partido se originó por no saber si ser fuerza de orden o de cambio. Habrá que ver ahora si esa guerra interna supondrá el fin del PSOE y si será aprovechada por Unidos Podemos para convertirse en la organización hegemónica en la izquierda. Ya hay voces que animan a pasar a la ofensiva.
En cualquier caso, echando la vista atrás parece que había elementos para intuir que se estaba fraguando una tempestad. No se puede decir que no se veía venir.
EXTRA: Los tuits de la semana.
Hello @OwenJones84
-Pedro Sánchez needs to survive by becoming PM
-He needs a leftist agreement with Podemos
-Unacceptable for the leaders— Cámara Cívica🦦 (@CamaraCivica) September 28, 2016
Nos llegan imágenes en exclusiva del interior del #ComiteFederal. pic.twitter.com/WRNjbtyElG
— Ad Absurdum (@AdAbsurdum) October 1, 2016
#ComiteFederal pic.twitter.com/l5XbD0gtK8
— Cámara Cívica🦦 (@CamaraCivica) October 1, 2016
Sí, como reporteros no somos gran cosa.
La imagen de los periodistas comiendo paella mientras no pasa nada es de Berlanga. #ComiteFederal #PSOE #Ferraz
@gaelico_legio pic.twitter.com/7rXlWSkxA2— Manuel Rodríguez 🦦 (@ManuRodriguezCC) October 1, 2016
Aunque en lo de las pizzas acertamos.
Gritos de "Pedro, págate unas pizzas" en #Ferraz. Se masca la tragedia si no accede a las exigencias de la militancia. #ComiteFederal #PSOE
— Manuel Rodríguez 🦦 (@ManuRodriguezCC) October 1, 2016