Los buenos seguidores de la serie creada por Matt Groening saben que las referencias políticas a lo largo de la misma son continuas. Pero, ¿te has parado alguna vez a pensar cómo introducen los guionistas de la exitosa serie animada diversas reivindicaciones, sátiras y reflexiones políticos? Aquí te dejamos algunas de las más llamativas:
- La usura empresarial de Burns, un republicano de casta. Está claro que la concepción del personaje Montgomery Burns pretende denunciar las prácticas empresariales demasiado comunes en los Estados Unidos, con cierta voluntad caricaturesca. Un empresario despiadado, insensible con sus trabajadores a los que incluso elimina por una trampilla, niega subidas salariales y obliga a comer material radioactivo. Burns se nos presenta claramente vinculado a un Partido Republicano oscuramente financiado por la energía nuclear cuyos efectos medioambientales son también denunciados en una vocación ecologista de algunos episodios (peces de varios ojos, apagones generales). Quién no recuerda las reuniones del Partido Republicano en un oscuro castillo diabólico para diseñar un asalto a la Alcaldía de Springfield. Burns es, no solo el empresario capitalista modélico sino también un hombre con voluntad de control político en la sombra que, sin embargo, deja entrever algunos rasgos de irreverencia moral con la siempre tensa relación sexual con su asistente W. Smithers, un potencial votante demócrata encorsetado en un traje pero que oculta una voluntad de liberación total. Una pareja curiosa.
Nos llama mucho la atención en esta denuncia sobre la negación de los derechos laborales a los trabajadores que realiza Burns, el capítulo llamado Kiss Kiss, Bang Bangalore (estrenado por primera vez en España en 2006 y que homenajea a la película de Shane Black estrenada un año antes) donde la actividad de la Central externaliza a un país con bajos costes laborales, India en este caso. Burns pretende así ahorrar costes en los comunes procesos de deslocalización. Sin embargo. Homer destinado a este exótico país para él les descubre el mundo de los derechos laborales (vacaciones, bajas laborales, indemnización por despido, sindicación) convirtiéndose en una especie de semi-Dios. No deja de provocar carcajadas cuando Burns se entera de que los pobres indios han sido instruidos en el ámbito sindical de sus derechos propios, les amenaza con el despido y ellos lo elevan en volandas al grito de: “¡indemnización!, ¡indemnización!” Toda una denuncia a la explotación sin reparo a la que se somete a países en vía de desarrollo por parte de los conglomerados empresariales de las potencias occidentales.
Eso sí, Burns no está solo en el Comité del Partido Republicano de Springfield le acompañan otros poderes locales como Toni el Gordo, mafioso titular, Krusty el payaso (miembro de igual manera de la comunidad judía) o la mujer del Reverendo Lovejoy.
- La temática LGTB. Hemos hablado ya de Smithers y su complicada orientación sexual que debe esconder por falta de corrección social, pero son otras muchas las referencias a la temática gay y críticas soterradas a la homofobia las que se nos presentan en el desarrollo de la serie. Destaca el episodio de 1997, ganador de un Emmy, “Homer’s Phobia”, donde abiertamente se habla de los complejos sociales del hombre norteamericano medio que sigue encontrando en la homosexualidad algo socialmente repudiable. Tal es así que Homer rompe su relación con John, su nuevo amigo, cuando se imagina que “no es como él”, lo que le genera una mezcla de decepción y miedo (tal vez John querría algo con él, ya se conoce su prejuiciosa promiscuidad como gay). Pero, sin duda alguna, todos recordamos este episodio por la visita de Bart junto con su padre a una fábrica de acero con la pretensión de acentuar su virilidad y condición “macho-men” que termina con la impactante visión de esos fornidos hombres convertidos en una comuna gay de lo más sugerente. El miedo paterno a fracasar con un hijo gay, la virilidad como condición social, la simplicidad machista….este episodio es todo un regalo para deconstruir ciertas barreras mentales de una sociedad puritana.
- La corrupción en la política. Hay un episodio magnífico sobre la temática corrupta, ese es “Mr. Lisa Goes To Washington”. Lisa logra llegar a la final de un concurso sobre las bondades de América que tendrá lugar en Washington (esa ciudad que a veces causa los chascarrillos republicanos de Homer criticando a “esos peces gordos de la capital”). Sin embargo, mientras visita la ciudad cumbre de la política americana y sus monumentos escucha a dos funcionarios corruptos hablando de destruir el bosque de Springfield lo que le hace caer en una crisis moral de desconfianza política. Así, cambia su idealista ensayo inicial y escribe una dura reflexión sobre un sistema corrupto, lo que genera una gran polémica y hace que el jurado del concurso vete a Lisa. Sin embargo, a pesar de no ganar el concurso, la pequeña logra que detengan a los corruptos funcionarios volviendo a recuperar su confianza en las instituciones lo que nos deja al final del capítulo un sabor dulce sobre un equilibrio sistémico que normalmente no suele generarse en otros capítulos.
- Feminismo, religión y educación pública. Las mujeres Simpsons se presenta como caracteres plenos de bondades, fuerza ética y preparación intelectual, frente a un género masculino simplista, primario y degenerado (alcohol, juego). Esto puede ser interpretado en una doble vía: el ideal machista de mujer sumisa que representa Marge, sin capacidad de realizarse fuera de su casa (algunas veces se introduce en el mundo laboral pero en seguida se convence de donde está su verdadero sitio, incluso cuando se desvela como una gran carpintera y tiene que recluirse en una figura masculina, la de Homer, para poder hacerlo sin miedo al rechazo) que denuncia el tradicionalismo al que se somete la mujer estadounidense del ámbito exterior a las grandes ciudades y, por otro lado, tenemos a Lisa una persona con liderazgo moral (siempre sabe distinguir el bien del mal, es madura, comprometida socialmente, responsable) que representa la encarnación de una mujer moderna y progresista.
Flanders nos acerca una visión crítica de la religión, marcada por la ingenuidad y el miedo a la ciencia (muchos son los chistes respecto a su ceguedad religiosa). El puritanismo hace crecer a sus hijos en una burbuja irreal que les dificulta la capacidad de interrelacionarse socialmente. Él mismo es un incapaz social, inmerso en la sumisión respecto al mundo que le genera algunos episodios de ira explosiva. Por último, la educación pública en los EEUU y la continua falta de recursos (en algún capítulo se ven obligados incluso a vender los libros de la Escuela Municipal de Springfield ), así como las pésimas condiciones laborales de los docentes que se llegan a declarar en huelga y obligan a los parroquianos a asumir las riendas de la educación, incluso a “golpe de remo”.
Además de esto, las apariciones de Clinton, y Bush padre (que en los años 90 se mostró bastante crítico con el éxito de la serie), la intentona de Homer a votar por
Obama en 2008, las continuas referencias a campañas electorales en los episodios “Two Cars In Every Garage And Three Eyes On Every Fish” y “Sideshow Bob Roberts, Mr. Spritz Goes to Washington” y la reciente aparición del aspirante republicano Donald Trump asientan una voluntad decidida de incluir a la política en la serie.
Esta temática da para mucho más así que os emplazamos a una segunda entrega para seguir analizando la nunca ocultada tendencia política de esta serie que, por momentos se descubre izquierdista y, por otros, roza lo ácrata con una crítica general al sistema.