Hace no demasiado tiempo, a Cámara Cívica llegó el Carnaval gaditano como aquí nos gustan las cosas, con análisis político.
Esperando que disfrutárais aquel artículo interactivo, y que a estas alturas hayáis empezado a considerar el #CarnavalCívico os ofrecemos una segunda entrega del tema. ¿No os parece tiempo de carnestolendas? ¡Error! Las redes posibilitan vivir una fiesta de la libertad perpetua, o casi. Además, son muchas las actuaciones de agrupaciones carnavalescas que aún podemos disfrutar por toda la geografía nacional, ojo a eso.
En esta ocasión hemos contado con un autor, Germán Rendón, cuya agrupación, que concursa cada año bajo la denominación común de OBDC, es una de las más jóvenes, frescas, y políticamente implicadas del COAC.
Con él hemos departido de algunas cuestiones que os interesarán, carnaval a un lado. Conflictos bélicos, política actual, y por supuesto, películas y series, que no nos engañemos, son parte de nuestra forma de ver la política.
Mercedes Serrato: ¿Por qué “la comparsa” de entre todas las modalidades del COAC? ¿Y por qué una comparsa con ese discurso y ese posicionamiento reivindicativo y político?
Germán Rendón: Comparsa porque creo que es la modalidad donde mejor se encuadra este tipo de mensaje. En las primeras OBDC a lo mejor había más humor, pero era un humor muy sarcástico, muy crítico, y no encajaba en chirigota… Era más bien una mezcla entre la comparsa y la murga uruguaya, de la que tenía influencias desde que la conocí en Montevideo. Estuve allí dos veces cantando y me llamó mucho la atención la forma que tienen de hacer crítica social. Esto para mí abrió una puerta muy importante, aunque sí es verdad que el tinte político de la comparsa va con las inquietudes políticas que yo tengo desde chaval. Igual que hay quien plasma estas cosas en otras artes, o escribe en su muro de Facebook o hace cualquier otro tipo de acción, a mí me gusta llevarlo al carnaval. He “convivido” con autores que también tenían este tinte, aunque quizás no tan marcado como lo tenemos nosotros… Para mí es algo que me colma, y es sobre todo un privilegio que un mensaje político o unas reflexiones que tu haces individualmente, las puedas compartir con mucha gente, que llegue a un público muy grande, y que encima la gente se identifique con esas reflexiones. Eso para mí ha sido de las cosas más grandes que me ha dado el carnaval, al margen de reconocimientos o premios… Eso último para mí está en un lugar más secundario; compartir estas inquietudes me ha enriquecido mucho, me ha dado mucho y me ha hecho conocer a mucha gente.
MS: La comparsa de este año, OBDC La vida es bella, tenía una temática interesante. Por un lado la cuestión de las personas refugiadas, que hasta cierto punto podríamos decir “de moda” por mor del conflicto sirio. Por otra parte, la película de Benigni, que quedaba claramente aludida. ¿Por qué estos temas y esta unión?
GR: Bueno, siempre he seguido de cerca los conflictos de estas regiones, la cuestión humanitaria… Siempre me ha causado inquietud su situación geopolítica, fuera de modas y todo eso… En 2012 por ejemplo, escribí para OBDC un pasodoble que hablaba sobre la situación que había en ese momento en Livia, se llamaba “Manual para invadir países” y se contaba a través de la boca de un dictador, íbamos de Hitler. Pero en OBDC La vida es bella, aunque tenía el trasfondo de los refugiados y Siria, que lo enlazó con la actualidad, yo lo que pretendía era rescatar el mensaje de la película al presente, hablar de todos esos Guidos que hay ahora. De hecho, aunque lo de Siria estaba surgiendo, yo pensaba más en Palestina, y quería conectar lo que en su día le ocurrió a los judíos y lo que ahora ellos hacen pasar a los palestinos. Ese era el punto de partida. Quizás que se pusiera de actualidad la cuestión de los refugiados, que se conociera más el término, me posibilitaba enlazarlo, que se abriera el campo, que se conociera más… Ayudó a que el tema fuera más universal, que a la gente le llegara fácilmente. Otros años nos hemos metido tanto en materia, hemos profundizado tanto en algo que al final ese mensaje no ha llegado tanto al público en general, bien porque se desconoce el problema, bien porque no interesa… Por eso creo que a veces es bueno dar un pasito atrás, aliviar un poco el mensaje para que llegue no sólo a quien le interesan estas cuestiones. Aunque se hablaba de “un refugiado”, era una persona que lo pasaba mal al fin y al cabo, lo que es más asequible que meter un problema político o social denso… Con cierto humor y un mensaje de esperanza, llegaba más. Este año ese ha sido el cambio de la comparsa, hacer un envoltorio más permeable, más atractivo, que a la gente le ayudaba a comprender más fácilmente.
MS: De hecho, en la presentación, hay una frase que dice “Soy Siria, y soy Palestina, soy un gaditano que vive en la ruina”. Salvando las distancias obvias ¿qué tienen en común esos tres perfiles?
GR: Siria, Palestina y el gaditano que vive en la ruina venía a decir que el tipo no era algo concreto; una metáfora literaria de que son personas que viven una situación complicada, pero que se rehacen con el buen humor, con la esperanza, que también es una forma de lucha, de demostrar que aunque nos opriman no dejamos de estar esperanzados y en cierto modo esa es una forma de disidencia. Buscaba esa conexión, porque, aunque las circunstancias sean distintas, Cádiz tiene la misma tasa de paro que la Franja de Gaza, y ese hecho me parecía relevante… En cierto modo ambos pueblos están oprimidos, y quería reflejar que aunque en ambos hay personas que están en un abismo, a distintos niveles, por supuesto, hay un mismo espíritu, personas con una filosofía vital que les hace encarar el día a día y así, pensar en el mañana.
MS: En tu primera comparsa previa a la denominación de OBDC, “Los niños del barrio”, adoptasteis el tipo de unos jóvenes, digamos algo “nini´s”, pero tras esa apariencia, se denunciaba el hecho de que a ciertos estamentos de poder les interesaba tener una juventud que no se implicara en nada, que no cuestionara las cosas ni quisiera mucho más ¿Crees que esto se logró o que finalmente hay una juventud que se reveló ante eso?
GR: Claro, “Los niños del barrio” hacía víctima a una juventud, que aunque “nini” cantaba en la última cuarteta del popurrí “Nos quieren así”. Y es eso, una juventud aborregada, que no cuestionara nada, que estuviera pendiente de la televisión, los programas de moda, los cotilleos, el “Salsa rosa”, es lo mejor para perpetuar el poder, para que puedan hacer lo que quieran con nosotros, y aunque esa juventud tenía parte de culpa, a mí me parecían víctimas. Bien es verdad, que pasados esos años de “placidez”, del “pelotazo fácil”, con la caída de la construcción, la burbuja inmoviliaria y todo eso, con ese deterioro y esa necesidad, mucha gente ha caído en la cuenta de que era importante formarse, y de ahí ha surgido, porque aunque ya existía yo creo que aumentó, una generación de gente hiperpreparada, que unida al hartazgo y a los movimientos sociales, ha hecho que se tome un poquito de más conciencia de las cosas, dando lugar a nuevos planteamientos políticos, con los que se puede estar de acuerdo o no, pero no se puede negar que han removido todo y que han logrado que mucha juventud que antes no se interesaba por la política, ahora si lo haga. Aunque esto tenga tintes de moda, han logrado que la gente esté más informada, y eso me parece muy positivo. Y es cierto que aún queda mucho camino por andar, pero también es cierto que la percepción política de los jóvenes de ahora no es la que se tenía hace cinco o seis años cuando “Los niños del barrio”. De hecho, se nota tanto el cambio que en nuestro mensaje de OBDC hemos tenido que buscar nuevas vías, porque al hablarse tanto de política saturaba un poco, y hay que mantener una forma de concienciar que no sea aburrida y que a la vez sea original, que es nuestro campo de batalla.
MS: No se puede negar que la comparsa tiene influencias del cine o la televisión. Hemos hablado de “La vida es bella”, pero también recuerdo que “OBDC” aludía a la película de Chaplin “El gran dictador”; y en pleno auge de la serie Walking Dead os convertisteis en unos zombies algo particulares en “OBDC Monstruozz!”. ¿Esto se debe a una necesidad artística de darle una vuelta de tuerca a esas historias; a una necesidad argumental de aprovechar los discursos que pueden aportar esos referentes, o es una necesidad de identificación para que el público se sitúe con relativa facilidad?
GR: Es un poco una mezcla de todo lo que has dicho, pero sí es verdad que sobre todo responde a una cuestión artística porque cuando yo me pongo a crear una comparsa, lo primero en que pienso es en el tema que voy a tratar y para hacer llegar ese mensaje, necesito un vehículo. Si bien es verdad que nosotros tenemos nuestra propia filosofía o forma de entender el carnaval, un concepto que a veces se sale un poco de lo que es el concurso, necesitamos unos cánones artísticos en los que encajar. Por ejemplo, has nombrado “El gran dictador”, y es cierto que yo me basé en la película, pero era una herramienta para contar mi propia idea; la dictadura encubierta en que yo pensaba, y pienso, que vivimos… Necesitaba ese interlocutor para transmitirlo. En el caso de los monstruos no era tanto por Walking Dead, sí que aprovechaba esa tendencia zombie pero incluso con referentes infantiles como “Monster High”. En ese caso, sí era más por necesidad artística, había una metáfora del tema y el personaje era un canon estético. Realmente, en el Hitler de “El gran dictador” sí respondía a algo más profundo, utilizando el parangón de la película y trasladándolo a mi idea. Es una fórmula parecida a la de este año, en que nuestro tipo tiene un poco, poco mucho, del personaje en que me baso. Con Guido, uso ese aire que aporta el personaje para introducir el tema que yo quiero tratar.
MS: En una actuación en directo en que pude veros, antes de cantar el famoso pasodoble sobre los micromachismos (pasodoble que aquí comentamos en su día), dijiste que aquello no sólo había que cantarlo o aplaudirlo, sino que había que aplicárselo luego en la vida de cada cual. ¿Crees que es necesario decir eso porque a veces hay cierto postureo, o mucha distancia entre lo que el autor escribe, lo que la agrupación canta, el mensaje que se recibe, lo que el público aplaude y lo que al final todo el mundo hace en su día a día?
GR: Lo digo con mucha maldad… Es verdad que ese pasodoble se ha aplaudido mucho, y eso está bien porque cuando escribes algo así lo que se busca es la concienciación, o al menos yo la busco, y si tiene repercusión y llega a muchos sitios, estupendo. El problema es que hay mucha gente joven que lo aplaudió, pero, mucha gente que yo conozco, lo ha ensalzado y luego no lo lleva a la práctica en su vida diaria, bien con comentarios despectivos hacia las mujeres, bien utilizando determinadas palabras o insultos cuando discuten con una mujer… Gente del carnaval también, algunos son amigos míos, que eso hace que me duela más. Creo que hay mucho cinismo alrededor de esto, también hay un importante postureo, y eso hay que frenarlo cuando lo vemos en nuestra vida diaria; frenar estas formas de micromachismo, y frenar un lenguaje que se vuelve sexista y despectivo cuando alude a las mujeres. Hay que hacerlo incluso cuando se está entre hombres, que a veces “la manada” se vuelve un poco loca, hay que tener la frialdad de decir: “oye, no”. Y eso se lo digo a mi grupo o a quien sea. No podemos estar propagando un mensaje y luego no aplicárnoslo, tenemos que formar parte de la responsabilidad de ese mensaje, y por eso mismo, como vivimos en una sociedad tan cínica y tan hipócrita, a mí, además de cantarlo, me gusta advertir que si eso no se va a llevar a la práctica, ni lo aplaudas, porque nos estás engañando.